miércoles, 30 de enero de 2013

Capítulo 13- Pobres Amagos de Mejora

Louis cerró la puerta del Bentley de un portazo. Eran las dos de la tarde y tenía hambre, pero Eleanor le había avisado tarde de que no comería con él. Y cocinar solo no era una de sus habilidades.
 Entró en el vestíbulo del edificio y llamó al ascensor, impaciente. El día anterior no había dormido muy bien, y estaba cansado. La puerta se abrió y se vio reflejado en el espejo. No pudo evitar que una mueca se dibujase en su cara; estaba realmente desmejorado. Unas enormes ojeras hacían que su mirada luciese apagada y triste. Sus labios estaban resecos y dos arrugas se le estaban empezando a formar en la frente.
 -Parezco la novia cadáver.
 -Siempre puedes echar mano del bótox.
 Un chico ancho de espaldas, de pelo rapado y cara redonda se metió en el ascensor detrás de él. Louis lo miró desconcertado.
 -¿Que coño haces aquí, Liam?
 -No tienes ni idea de cocinar, y Danielle está de viaje.
 Louis seguía con los ojos abiertos como platos.
 -¿Cómo sabías que iba a comer solo?
 -Lo colgaste en Twitter.
 Liam levantó la mano derecha, donde tenía el móvil. En la pantalla se podía ver un tweet de Louis de hacía media hora en el que se leía "Eleanor me ha dejado plantado. Espero no quemar la cocina intentando hacer algo comestible"
 El chico rió.
 -Es lo que tiene ser un twitteradicto.
 -También eres adicto a las compras, Louis. Deberías mirártelo.
 Louis miró a su amigo ofendido, mientras las puertas del ascensor se cerraban.
 -Eso es mentira. Retíralo.
 -Tienes más ropa que Eleanor, me lo dijo ella.
 -Retíralo.
 -No pienso hacerlo.
 -Pues entonces creo que vas a comer ostias.
  Se cruzó de brazos mirando hacia el frente. Por el espejo de la derecha, vio como Liam se reía.
 -Sabes que no serías capaz de dejarme fuera.
 -No me tientes.
 El ascensor se abrió y los dos chicos salieron. Louis y Eleanor vivían en el ático de un edifício céntrico de Londres, con vistas al London Eye. No era muy grande, como la mayoría de la gente se esperaría, pero quedaba en una zona que a los dos les encantaba.
 Los dos chicos entraron. La cocina y el salón estaban en la misma habitación, nada más entrar. Un pasillo a la derecha conducía a las habitaciones, el baño, la biblioteca y el vestidor, que estaba separado del resto de las estancias.
 Liam se dirigió a la nevera, y examinó su contenido con aire experto.
 -¿Qué te parece si hacemos ensalada César? No se me ocurre otra cosa.
 -Ponte manos a la obra ya, o te echo.
 -Yo también te quiero, Louis.
 El chico se dirigió hacia la habitación para poner a cargar su móvil, mientras Liam empezaba a cocinar.
 Justo en ese momento, el teléfono de casa sonó.
 -Ya cojo yo.- dijo Louis, agarrando el inalámbrico que había en su habitación.
 -¿Diga?
 -Hola, Louis, soy Richard.
 Louis se sentó, maldiciendo por lo bajo. Richard Griffiths era su mánager. En realidad, uno de ellos, pero siempre era él el que contactaba con los chicos para informarles sobre las noticias. Habían estado ignorando sus llamadas desde la muerte de Niall, posponiendo los asuntos de negocios lo más que habían podido.
 -Hola, Richard.
  -Te he llamado unas cincuenta veces, pero no me has contestado.
 -Lo siento, he estado muy ocupado...
  -No importa. Pero vamos con algo de retraso, Louis. ¿Cómo estáis todos?
 Louis resopló. Le ponían enfermo esa clase de preguntas de cortesía.
 -Bien, vamos tirando.
 -Me alegro. Mira, me hubiera gustado poder haber concertado una cita con vosotros y hablar sobre esto en persona, pero no podemos perder más tiempo. A la vista de la reciente... pérdida del grupo, debemos decidir que camino queréis tomar. Si queréis seguir vosotros cuatro... O buscar un sustituto para Niall.
 Louis se puso blanco. ¿Un sustituto?
 -¿A que te refieres con un sustituto?
 -Bien, si queréis conseguir un quinto miembro para la banda. Eso aportaría novedad, y si lo elegimos bien, quizás atraiga a más fans...
 -¿Un sustituto de Niall?- le interrumpió Louis.- ¿Te has vuelto loco? Ni de broma vamos a sustituír a Niall.
 Escuchó como Richard resoplaba, cansado.
 -Bueno, entonces seguiréis los cuatro. Bien, pues habría que ir pensando en comenzar los preparativos para grabar nuevo disco...
 -¿Un nuevo disco? ¿Ahora? Lo siento, Richard, pero creo que no me estás entendiendo. Todavía no estamos preparados para volver al trabajo.
 -No, creo que tú no me has entendido a mí.- Louis se estremeció; el tono del hombre era ahora amenazador.- No sois Michael Jackson. Vuestra fama no durará eternamente. O seguís el mismo ritmo que hasta ahora, o vuestras fans os olvidarán. Y entonces despedíos de la vida a la que estabais acostumbrados.
 -Lo siento, Richard, pero esta conversación se ha acabado.- dijo Louis, y colgó el teléfono.
 Se miró las manos; estaban temblando. Eso no podía estar pasando.
 Lo que había dicho Richard... No podía ser verdad.
 Ninguno querría empezar ahora de nuevo, pero ¿y si las amenazas de su mánager se cumplían? ¿Y si su sueño muriese con Niall?
 Louis resbaló hasta el suelo de la habitación. No; no podía ser cierto. No podía terminarse todo ahí...
 Se llevó una mano al pecho; el corazón le iba a mil por hora. Tenía los ojos muy abiertos y estaba sudando.
 No podía soportar la idea de que todo se acabase allí.
  Comenzó a hiperventilar, jadeando. Intentó levantarse, pero temblaba demasiado y cayó de nuevo al suelo.
 -¿Louis?- le llamó Liam desde la cocina.- ¿Quién era?
 Quería responderle, pedirle ayuda, pero no podía. Estaba completamente paralizado de miedo. Apretó los dientes, intentando respirar más lentamente, pero no podía.
 -¿Louis?- escuchó como Liam se acercaba hasta la habitación. Se lo encontró tirado en el suelo, temblando.-¿LOUIS?
 Louis giró la cabeza y vomitó.


 La sala de espera del hospital era blanca y fría, muy impersonal. Liam estaba sentado en una de las sillas, mirando hacia los pies y mordiéndose las uñas. No llevaba mucho tiempo, pero le habían parecido siglos. Estaba muy nervioso.
 En cuanto había visto a Louis así había llamado a una ambulancia. Puede que en realidad no fuese para tanto, pero él había pasado un susto terrible y quería asegurarse de que todo estaba bien.
 En ese momento, Louis salió de la sala contigua, en silla de ruedas, seguido por una doctora de aspecto amigable.
 -¿Es usted su acompañante?- preguntó ella cuando vio a Liam levantarse, secándose el sudor de la frente.
 -¿Puedo levantarme de la silla de ruedas ya? Es incómoda y casi no me cabe el culo.- Murmuró Louis con una mueca.
 -Sí, soy yo.
 -No se preocupe, ha sido un leve ataque de histeria. No le recetaré ningún medicamento, pero sí algo de reposo y relajación. No te enfrentes a mucho estrés.
 -Sí, mamá.
 -Yo me encargaré de que lo haga, doctora.
 -Muy bien. Pues nada más.- La doctora se giró, mirando a Louis con una ceja arqueada.- ¿A que no ha sido para tanto?
 -No me gustan ustedes, los médicos. A saber lo que ha podido hacerme. No me fío.
 La mujer rió.
 -Que pasen una buena tarde.
 Louis se levantó de la silla de ruedas y le hizo una seña a Liam para que le siguiese.
 -¿Qué ha pasado, Louis?
  -Hay cosas de las que tenemos que hablar. Todos.

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