miércoles, 3 de julio de 2013

EPÍLOGO 2


45 años después de lo sucedido en el primer epílogo

Zayn se tumbó con cuidado en la cama de su habitación, frotándose los ojos. Los tenía rojos y le picaban; odiaba las lentillas, pero se había negado a usar gafas. No quería parecer un abuelo, ya le llegaba con las arrugas.
 Ese día en especial había sido ajetreado; razón por la cual sus cansadas articulaciones no hacían más que quejarse. Su nieto Ian había representado la obra de Navidad del colegio, en el pabellón de este. Hacía de ángel, y estaba de lo más orgulloso, pues, según sus propias palabras, "no habría Navidad sin el ángel. Lo más probable habría sido que, si el ángel no llega a aparecer, hubiesen matado a Maria a pedradas por quedarse embarazada sin estar casada." Zayn no había podido hacer otra cosa que asentir, y revolver el pelo del chico, intentando aguantar una carcajada. Tenía diez años, pero era evidente que había salido con el ingenio de Niall, su padre.
 El anciano suspiró, recordando a sus hijos, sus solecitos. Sabía que los dos tenían más de cuarenta años, pero no podía evitar llamarlos así de vez en cuando, aunque sólo fuese para fastidiarles.
 Niall era bastante moreno, a pesar de que su piel había clareado un poquito al ir creciendo. Sin embargo, sus ojos azules resaltaban, pues eran grandes y redondos, como los de su madre. Aunque nunca lo hubiese dicho en alto, Zayn creía que el color tenía algo que ver con el chico del que había sacado su nombre.
 Niall siempre había sido muy espabilado. De pequeño, él y Jake, el hijo de Liam y Rachel, se habían convertido en los dos mejores amigos, siempre pidiendo a sus respectivos padres dejarles pasar un día en casa del otro, y haciendo miles de excursiones y aventuras. Con el paso de los años esa amistad no se perdió, aunque sus caminos fueron separándose, ya que Jake se marchó a Estados Unidos a estudiar farmacia, mientras que Niall se quedó en Londres, donde entró en Cambridge y estudio comunicación audiovisual. Zayn se lo veía venir; la pasión del chico, ya de adolescente, era grabar; y a la que más grababa era a su hermana.
 Sophia, de pequeña, era la niña más tímida que nunca había conocido Zayn. La única persona que podía sacarla de su caparazón, además de sus padres y su hermano, era Scarlett; la novia de Louis siempre había tenido predilección por la pequeñaja de ojos grises y cabello castaño, con dos pequeños hoyuelos que se hicieron más visibles cuando creció. Sophia la quería muchísimo, y no tenía reparo en decir que era su tía favorita, con diferencia.
 Así que ni a Zayn ni a Meg les extrañó que, cuando tuvo edad, la niña expresara su deseo de estudiar Bellas Artes, tal y como había hecho Scarlett en su día. Ella le enseñó a dibujar, y convenció a sus padres de lo buena idea que era.  Desde aquel día, los ojos de Sophia miraban a Scarlett con adoración.
 Y ese día, la familia Malik al completo se había reunido para ver a Ian, vestido con la única sábana vieja que su madre había encontrado, y dos alas hechas con cartulina dorada y purpurina, mientras recitaba sus frases con cara de circunstancia, subido encima del portal gracias a una escalera con pinta de inestable.
 Habían ido todos; Niall, su mujer y la hermana de Ian, Holly; Sophia y su novio Joshua, que llevaban juntos más de diez años, y Jake, el padrino de bautizo de Holly, con sus hijas Grace y Ginger, que eran mayores. Todos sabían lo importante que era para Ian esa representación, a pesar de que el niño intentase disimularlo.
 Sin embargo, Zayn había tenido la cabeza en otros asuntos ese día. No lo había hecho a propósito, pero un sueño de la noche anterior le había hecho recordar. Un sueño sobre cuatro chicos, que conocía bien...
 Decidido a desenterrar viejos recuerdos del pasado, se sentó en el suelo de la habitación, y cogió un álbum de fotografías lleno de polvo y abandonado en un rincón. A pesar de que hacía años que no se fabricaban esos álbumes, en su día Zayn había visitado a la mayoría de fotógrafos de Londres, hasta que había localizado a un viejo señor que accedió a hacerle uno a medida, después de mucho insistir.
 Sopló en la caratula, un poco inseguro. Sabía que lo que estaba a punto de hacer reabriría viejas heridas mal curadas, pero sentía que necesitaba hacerlo. Era algo que no podía esperar más tiempo.
 Abrió con cuidado el viejo libro y observó la primera página.
 Nunca le había gustado verse a si mismo en las fotos, ni siquiera de joven. Todavía no habían llegado las arrugas de expresión en los ojos y la frente, el pelo no se veía tan canoso y el cuerpo estaba saludable y fuerte. Los tatuajes de los brazos eran recientes, y podían leerse sin problemas; sus ojos brillaban como sólo lo hacen los de una persona con toda la vida por delante.
 En algunas de esas fotos posaba agarrado a su primera novia, Perrie. En realidad, si lo pensaba bien, no había sido la primera, pero sí la que de verdad significó algo para él. Lo había hecho muy mal con ella, y todavía se arrepentía.
 Después de que se hubiese ido de su vida, y con razón, perdieron todo el contacto, lo cual no extrañó al chico en su momento. No se saludaban si se encontraban en algún sitio, lo cual sucedía a menudo, y los ojos de ella sólo le miraban para dirigirle reproche. Zayn no podía culparla; estaba en su perfecto derecho.
 Pasó a la siguiente página, intentando cambiar de tema. Fotos de sus viajes, de él con sus fans de todo el mundo; puede que su vida no hubiese sido perfecta, pero ese punto había estado cerca. Habían llegado muy, muy lejos.
 Se paró en una foto distinta a las demás. El escenario volvía a ser Londres, la ciudad donde había pasado la mayor parte de su vida. De nuevo una chica, pero ya no una fan, alguien más... Cercano. De nuevo sonrisas, de nuevo ojos brillantes. Meg.
 Zayn sonrió. Meg y él habían llegado a ser uno solo; habían recorrido el mundo, habían tenido a los hijos más perfectos que hubiesen podido desear, y se habían querido muchísimo. No había duda, había sido el amor de su vida, la chica que de verdad estaba destinada a él. A pesar de haberla conocido en el momento más inoportuno, una etapa de su vida de la que Zayn prefería no hablar, ni siquiera recordarla.
 Y, lo mejor de todo, habían podido envejecer juntos. O por lo menos, empezar.
 Meg había sido uno de los casos más extraños de alzheimer, pues la enfermedad se manifestó muy pronto. A los cuarenta y cuatro años, ya no recordaba el nombre de sus hijos, y a Zayn lo confundía con su padre. La enterraron tres años después.
 Zayn suspiró, notando como sus ojos se humedecían. No era para menos.
 A pesar de que sus hijos ya eran lo suficientemente mayores, él se negó a derrumbarse delante de ellos. Ni delante de nadie.
 Meg era la razón de mayor peso por la que los remordimientos no le nublaban el cerebro. Al irse ella, su personalidad cambió; no delante del resto, pero sabía que ya no era el mismo. Como también sabía que se lo merecía.
 Observó las últimas fotos. Fotos con Meg en sus vacaciones, de Niall y Sophia haciendo el tonto, una de las Navidades que habían pasado con Harry, Liam y Rachel en Canadá... Demasiados recuerdos.
 Y llegó a la última, esa que cerraba el álbum y, con él, la vida de Zayn.
 Cinco chicos, sentados en unas escaleras, demasiado jóvenes como para saber todo lo que les esperaba en el futuro, y, por lo tanto, preocuparse por ello; pelo rizado, uno en la parte de atrás rubio, al lado suya un chico con el pelo liso, aunque Zayn sabía que ese corte no duraría mucho así, y, al lado del de pelo rizado, un chaval de ojos azules que miraba a la cámara sonriente. Detrás de todo, consiguió reconocerse a sí mismo.
 Gracias a ellos, y a un montón de suerte, su vida había cambiado; no sabía si exactamente para bien, pero se acercaba. Cuatro chicos que se habían convertido en cuatro hermanos, a pesar de las circunstancias. Zayn respiró profundamente; las cosas, después del momento en el que les tomaron esa foto, habían cambiado de forma radical.
 A pesar del tiempo, el arrepentimiento por el accidente de ese Fin de Año, el haber mentido, a Niall, al resto del mundo, incluso a sí mismo... Cada día que pasaba le pesaba más. Le había seguido en cada momento de su vida, sigilosamente, preparado para atacar en cuanto diese un paso en falso. Pero sabía que era lo justo, que debía ser así.
 El siguiente en dejarlos había sido Louis, veinte años después que Niall. Él solía decir que quien enferma de cáncer nunca se cura del todo, y acabó por tener razón. Podría haber ganado una vez, pero la muerte es una mala perdedora, y se lo llevó recién cumplidos los cuarenta, dejando a un hijo de quince y a una viuda deshecha que nunca se recompuso del todo.
 Zayn entornó los ojos. Lo que Louis y Scarlett habían sentido el uno por el otro era uno de esos amores que una persona es afortunado tan sólo con verlo. Más fuerte que lo que él había sentido por Meg, quizás por todo lo que habían pasado nada más conocerse, Scarlett habría dado lo que fuese por ocupar el lugar de Louis, y, al ver que todo su esfuerzo había sido en vano, se encerró en casa, dejó de ser consciente de lo que ocurría a su alrededor. Sam, su hijo, se fue a vivir con Liam mientras tanto, hasta que ella volvió, el día de su cumpleaños, con una tarta del tamaño de una casa de muñecas y una sonrisa de disculpa. Desde ese momento, no habían vuelto a separarse.
 La verdad es que Zayn comprendía a la chica; Sam era la viva imagen de Louis, solamente había heredado la amplia sonrisa de su madre y su gusto por los tatuajes. El resto era su amigo, a veces parecía que estaba allí de nuevo.
 El siguiente había sido Harry, siete años después, pero el mismo día. Había sido mientras dormía, aunque, según la chica que estaba con él esa noche: "mejor así, dicen que mientras duermes es la muerte más dulce". Los demás no habían podido hacer otra cosa que darle la razón, a pesar de que ni siquiera sabían su nombre. Cuando fueron a su apartamento para recoger sus cosas, pues el piso era alquilado, se encontraron con un viejo baúl marrón lleno de las cosas de Sophia. Liam, Rachel y Zayn se miraron, cerrándolo de un golpe, sin necesidad de decir nada más.
 Y, por último, Liam también se había marchado, dos años atrás. Leucemia, algo contra lo que él no había podido hacer nada. Zayn iba a visitarlo cada día, al igual que Rachel, que prácticamente dormía allí, dejando a Tammy, su hija, al cargo de Jake, que más que su hermano parecía su tío. Una noche, ella le confesó al chico que de verdad confiaba en que saldría de esta, lo daba por hecho. Había estado toda su vida con él, lo conocía mejor que a ella misma, y sabía que era una de esas personas que están exentas de sufrir demasiado, era demasiado buena persona para eso. Y lo que de verdad había roto el corazón de Zayn definitivamente, fue ver las lágrimas de incredulidad de la chica.
 Pero no todo habían sido momentos malos en sus vidas. El día del bautizo de Sam, por ejemplo. Había sido en una iglesia perdida de la mano de Dios, nunca mejor dicho; la única en la que el cura había aceptado bautizar al niño, ya que Louis y Scarlett no estaban casados, ni tenían planes de hacerlo en un futuro próximo. Todos los invitados, que no eran más que Zayn y Meg con los dos terremotos, Liam y Rachel y un Jake vestido de corbata a regañadientes, Harry y Katherine, y la familia de Louis, además de la hermana de Scarlett, andaban apretujados los unos contra los otros, intentando guardar la compostura.
 Después de aquello, Louis renegó de la iglesia definitivamente y se negó a llevar a Sam a misa nunca más.
 O, por ejemplo, el día de la boda de Liam y Rachel, con Jake encargado de llevar los anillos. A la chica se le había roto un tacón en medio de la iglesia, con la consiguiente caída; Scarlett, que era una de las damas de honor, no pudo aguantar el ataque de risa, mientras Meg corría a ayudarla. Katherine, la dama de honor que cerraba el trío, se quedó quieta mirando horrorizada la escena, sin poder reaccionar. Zayn, desde su posición privilegiada, pudo entrever como Harry grababa la escena, con una sonrisa malvada.
 Pero esos no eran más que recuerdos. De todos ellos, el único que quedaba era él. Y Zayn sabía por qué; justo el que menos merecía vivir acababa el último. Ver morir a las personas que quería era un castigo más que justo por parte del destino.
 Pero Zayn ya estaba listo para marcharse.
 Miró a la mesilla de noche, donde, minutos antes, el bote de pastillas que su médico le había recetado, días atrás, estaba lleno hasta el borde. Ahora yacía en la cama, vacío.
 Se tumbó, cerrando los ojos; poco a poco, fue abandonando el estado de consciencia, hasta quedarse dormido.



No había pasado más de un segundo cuando despertó; al menos, eso le pareció a él. No sabía donde estaba, pero tenía claro que no era ningún lugar que conociese. Era un espacio enorme, no se veía el final; el suelo estaba hecho de mármol blanco pulido, pero no había nada más. Sólo vacío.
 Zayn observó sus manos, primero de refilón, para luego colocarlas delante de sus ojos, incrédulo; tersas y jóvenes. Se tocó la cara, pero no encontró ninguna arruga.
 Miró al frente; de pronto, unas escaleras, también de mármol blanco, habían aparecido delante de él. Comenzó a subir, sin otra cosa que poder hacer; comenzaba a hacerse una vaga idea de dónde podía estar. Parecían infinitas, pero pronto vio como unas puertas de metal se acercaban poco a poco a él.
 No paró de caminar hasta que pasó el último peldaño, con recobradas energías. Los dos portones eran enormes, alzándose imponentes , tanto, que tenía que subir la cabeza para ver su final. Sin moverse, observó como una de las entradas se abrió, despacio, sin emitir ni un ruido.
 No había nada que distinguiese la zona a la que acababa de acceder de la que había dejado abajo. Y, lo peor de todo, seguía estando completamente solo.
 De pronto, una figura con traje apareció de entre una nubecilla de niebla, que se había mimetizado con el ambiente. Zayn no tardó en distinguir los rizos castaños y los ojos verdes de Harry, que se acercaba a él con una sonrisa. Corrió hasta el recién llegado y lo abrazó, confirmando sus sospechas sobre el lugar en el que estaban.
 -Ya era hora, guapetón.- dijo el chico.- Te estábamos esperando.
 Otras dos sombras con traje salieron del lugar en el que Harry acababa de aparecer, seguidas por un grupo de personas.
 -Como siempre, impuntual.- exclamó Louis, saludando a Zayn con una sonrisa. Liam fue el siguiente en acercarse.
 -¿Qué tal Tammy? ¿Y Jake?- preguntó este con nerviosismo.
 -Están todos muy bien.- contestó él, viendo como Louis bajaba la cabeza.- Sobre todo Scarlett. Se ha comprado un yate hace poco, y ahora se tuesta al sol en la Costa Azul...
 Comprobó con satisfacción como Louis reía.
 Distinguió en el grupo a Sophia, que caminó hasta ellos de la mano de Rachel y Katherine, y acomodó el brazo de Harry a sus hombros.
 -Hay alguien que quiere decirte hola.
 El grupo se abrió de pronto y una chica salió corriendo, el pelo negro ondeando como una capa.
 -Zayn.- murmuró Meg, abrazándose a él en menos de lo que dura un suspiro.
 -Hola.- susurró este, sin aliento pero aliviado. Pensaba que no la vería nunca.
 Además, la chica estaba tal cual la había conocido. Igual que el resto, que de pronto habían vuelto a sus cuerpos jóvenes, libres de arrugas y articulaciones quejicas.
 De pronto, Meg se separó de él, sonriente, y miró hacia atrás, como el resto de sus amigos. Una última figura vestida de traje, con cabellos rubios y ojos azules, salió de entre la gente, que se retiró, murmurando cosas sin sentido.
 Zayn se quedó petrificado al verlo acercarse. Había soñado con ese momento millones de veces, había imaginado mil reacciones diferentes, mil disculpas que formularle, pero nada de eso le había preparado lo suficiente.
 El recién llegado se quedó parado delante de él, con gesto serio, observándole.
 Zayn no sabía que hacer. El pánico se apoderó de él, empezó a temblar.
 -Niall.- murmuró.- Yo...
 -Lo sé.- dijo este, negando con la cabeza con una sonrisa dibujada en los labios, mientras le abrazaba.- Ahora lo sé.
 Los otros tres chicos restantes se unieron al abrazo, mientras las lágrimas de Zayn empapaban el hombro de Niall.
 Y así, más de seis décadas después, cinco chicos que no tenían nada que ver el uno con el otro, que se habían engañado, renegado de su amistad; se habían apoyado, animado en los momentos buenos y en los malos, se habían comportado como idiotas, matrimonios mal avenidos, mejores amigos, se habían dado consejos, algunos mejores que otros, y se habían ido diciendo adiós, de forma silenciosa, se volvieron a reunir, no solo ellos, si no con todas esas personas a las que habían querido alguna vez, con la eternidad como tiempo máximo.





 Bueno, ya está, ¿no?
 No voy a alargar mucho más esta entrada porque ya está lo suficientemente enorme, demasiado para mi gusto... Pero había muchas cosas que decir.
 Tampoco tengo nada que contaros, la verdad. Pero hay algo que me gustaría dejar escrito, que me gustaría que leyeseis, para poder decir que este fanfic está terminado con una sonrisa.
 No voy a hacer unos agradecimientos como los otros que hice, de persona por persona. Porque todos a los que os tengo que dar las gracias, o ya lo sabéis, o lo sabréis. 
 Pero hay muchos que me leéis, y no es por hacerme la guay en plan mírame-tengo-muchos-seguidores-que-me-leen-que-guay-soy pero no os aviso a todos por twitter. O quizás es que entráis en el blog cada uno cuarenta veces, porque hay algo que se llama contador de visitas en blogger, y es imposible que, avisando a veinte como máximo, las visitas sean más. Así que, si, lectores silenciosos, sé que estáis ahí.
 Sé que me explico de culo y que seguramente estaréis como "que coño acaba de decir no me he enterado de una mierda" pero bueno, que más da.
 El caso.
 Es a vosotros a los que quiero daros las gracias, en parte. No se ni quien sois, ni por qué me leéis  a pesar de que me gustaría saberlo. Pero gracias a todos vosotros he conseguido hacer ESTO, ESTA COSA de aquí arriba, la cual llevo escribiendo SEIS MESES MADRE MÍA muero.
 No me voy a poner sentimental EN REALIDAD YA LO HE HECHO PERO QUIERO DECIR QUE NO MÁS, pero que sepáis que, gracias a esto, me he llevado muchas, muchas alegrías. Muchísimas. He conocido a gente que hoy en día adoro, he recibido cumplidos que ay mai en mi vida, y le he cogido cariño a esto de escribir regularmente. Y NO VOY A MENTIR, le he cogido cariño a mis personajes.
 Así que, de verdad, muchísimas gracias a to' Dios. Too much para seguir escribiendo, porque me dan los feelings y luego no, NO, pero os quiero mogollón Y SUFRO pensando que se ha terminado, pero oye, las mejores esencias... Bueno, eso.
 GRACIASGRACIASGRACIAS las que estáis leyendo esto, porque os habéis leído la friolera de 61 ENTRADAS (56 capítulos más epílogos and all this stuff) sin decir "ala, paso de esta petarda que le den" Eso tiene mérito.
 Y que sepáis que no voy a dejar de escribir así de pronto porque sí, que va; como me imagino que sabréis, tengo el otro blog, donde estoy con un fanfic MAS CORTO QUE ESTE Larry, además de hacer imaginas y one shots Y TO ESO VALE YA PARO DE HACER SPAM.
 Os quiero.
 PERO MUCHO, EH.






                                                     FIN















Ahora sí que va en serio.

2 comentarios :

  1. mi padre me esta regañando por que... ESTOY LLORANDO!!! NO PUEDE SER QUE LA TERMINASTE... ES COMO QUE EL MUNDO SE ME VIENE ABAJO!! no puedo mas...
    te digo algo... yo tambien me he encariñado contigo, y con los personajes.. realmente son parte de mi vida, y tu novela tambien
    otra cosa, es que hay bloggers que cierran el blog porque termino la novela, y ta... pero plisss no la cierres por que se la recomendare a todos en la faz de la tierra. es hermosa la novela.. PERFECTA como ya he dicho anteriormente
    sabes que te extrañare, bueno aunque no mucho ya que tienes otro blog.. pero extrañare algunas disculpas por no poner cap, o algo.. extrañare esa forma de escribir o que narraba esta historia...
    buehh ya me puse sentimentall... besososos
    te loveo como dicen en mi pais... jajaja byebye!!! ♥ y esta vez sera para siempre en este blog...

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  2. Elena tía, síguela. Es que me encanta joder, síguela guarra. ES QUE ME HACES SUFRIR Y NO TIO HAZ OTRA, QUE ME HE QUEDADO CON LAS GANAS MELONA.
    Ah y por cierto gracias a esta novela te he conocido y hemos creado una familia junta, me lo he pasado realmente bien contigo vía twitter y tuenti jajajajaja. Muchas gracias por todo y espero que ESCRIBAS UN LIBRO PORQUE TE EXPRESAS QUE TE CAGAS CARRERIUS Y SAES QUE YO TE COMPRARÍA EL LIBRO ASI QUE YA SABES ¿VA?
    PD: Espero verte por Madrid alguna vez y darte un abrazo. Te quiero mucho :").

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