miércoles, 30 de enero de 2013

Capítulo 13- Pobres Amagos de Mejora

Louis cerró la puerta del Bentley de un portazo. Eran las dos de la tarde y tenía hambre, pero Eleanor le había avisado tarde de que no comería con él. Y cocinar solo no era una de sus habilidades.
 Entró en el vestíbulo del edificio y llamó al ascensor, impaciente. El día anterior no había dormido muy bien, y estaba cansado. La puerta se abrió y se vio reflejado en el espejo. No pudo evitar que una mueca se dibujase en su cara; estaba realmente desmejorado. Unas enormes ojeras hacían que su mirada luciese apagada y triste. Sus labios estaban resecos y dos arrugas se le estaban empezando a formar en la frente.
 -Parezco la novia cadáver.
 -Siempre puedes echar mano del bótox.
 Un chico ancho de espaldas, de pelo rapado y cara redonda se metió en el ascensor detrás de él. Louis lo miró desconcertado.
 -¿Que coño haces aquí, Liam?
 -No tienes ni idea de cocinar, y Danielle está de viaje.
 Louis seguía con los ojos abiertos como platos.
 -¿Cómo sabías que iba a comer solo?
 -Lo colgaste en Twitter.
 Liam levantó la mano derecha, donde tenía el móvil. En la pantalla se podía ver un tweet de Louis de hacía media hora en el que se leía "Eleanor me ha dejado plantado. Espero no quemar la cocina intentando hacer algo comestible"
 El chico rió.
 -Es lo que tiene ser un twitteradicto.
 -También eres adicto a las compras, Louis. Deberías mirártelo.
 Louis miró a su amigo ofendido, mientras las puertas del ascensor se cerraban.
 -Eso es mentira. Retíralo.
 -Tienes más ropa que Eleanor, me lo dijo ella.
 -Retíralo.
 -No pienso hacerlo.
 -Pues entonces creo que vas a comer ostias.
  Se cruzó de brazos mirando hacia el frente. Por el espejo de la derecha, vio como Liam se reía.
 -Sabes que no serías capaz de dejarme fuera.
 -No me tientes.
 El ascensor se abrió y los dos chicos salieron. Louis y Eleanor vivían en el ático de un edifício céntrico de Londres, con vistas al London Eye. No era muy grande, como la mayoría de la gente se esperaría, pero quedaba en una zona que a los dos les encantaba.
 Los dos chicos entraron. La cocina y el salón estaban en la misma habitación, nada más entrar. Un pasillo a la derecha conducía a las habitaciones, el baño, la biblioteca y el vestidor, que estaba separado del resto de las estancias.
 Liam se dirigió a la nevera, y examinó su contenido con aire experto.
 -¿Qué te parece si hacemos ensalada César? No se me ocurre otra cosa.
 -Ponte manos a la obra ya, o te echo.
 -Yo también te quiero, Louis.
 El chico se dirigió hacia la habitación para poner a cargar su móvil, mientras Liam empezaba a cocinar.
 Justo en ese momento, el teléfono de casa sonó.
 -Ya cojo yo.- dijo Louis, agarrando el inalámbrico que había en su habitación.
 -¿Diga?
 -Hola, Louis, soy Richard.
 Louis se sentó, maldiciendo por lo bajo. Richard Griffiths era su mánager. En realidad, uno de ellos, pero siempre era él el que contactaba con los chicos para informarles sobre las noticias. Habían estado ignorando sus llamadas desde la muerte de Niall, posponiendo los asuntos de negocios lo más que habían podido.
 -Hola, Richard.
  -Te he llamado unas cincuenta veces, pero no me has contestado.
 -Lo siento, he estado muy ocupado...
  -No importa. Pero vamos con algo de retraso, Louis. ¿Cómo estáis todos?
 Louis resopló. Le ponían enfermo esa clase de preguntas de cortesía.
 -Bien, vamos tirando.
 -Me alegro. Mira, me hubiera gustado poder haber concertado una cita con vosotros y hablar sobre esto en persona, pero no podemos perder más tiempo. A la vista de la reciente... pérdida del grupo, debemos decidir que camino queréis tomar. Si queréis seguir vosotros cuatro... O buscar un sustituto para Niall.
 Louis se puso blanco. ¿Un sustituto?
 -¿A que te refieres con un sustituto?
 -Bien, si queréis conseguir un quinto miembro para la banda. Eso aportaría novedad, y si lo elegimos bien, quizás atraiga a más fans...
 -¿Un sustituto de Niall?- le interrumpió Louis.- ¿Te has vuelto loco? Ni de broma vamos a sustituír a Niall.
 Escuchó como Richard resoplaba, cansado.
 -Bueno, entonces seguiréis los cuatro. Bien, pues habría que ir pensando en comenzar los preparativos para grabar nuevo disco...
 -¿Un nuevo disco? ¿Ahora? Lo siento, Richard, pero creo que no me estás entendiendo. Todavía no estamos preparados para volver al trabajo.
 -No, creo que tú no me has entendido a mí.- Louis se estremeció; el tono del hombre era ahora amenazador.- No sois Michael Jackson. Vuestra fama no durará eternamente. O seguís el mismo ritmo que hasta ahora, o vuestras fans os olvidarán. Y entonces despedíos de la vida a la que estabais acostumbrados.
 -Lo siento, Richard, pero esta conversación se ha acabado.- dijo Louis, y colgó el teléfono.
 Se miró las manos; estaban temblando. Eso no podía estar pasando.
 Lo que había dicho Richard... No podía ser verdad.
 Ninguno querría empezar ahora de nuevo, pero ¿y si las amenazas de su mánager se cumplían? ¿Y si su sueño muriese con Niall?
 Louis resbaló hasta el suelo de la habitación. No; no podía ser cierto. No podía terminarse todo ahí...
 Se llevó una mano al pecho; el corazón le iba a mil por hora. Tenía los ojos muy abiertos y estaba sudando.
 No podía soportar la idea de que todo se acabase allí.
  Comenzó a hiperventilar, jadeando. Intentó levantarse, pero temblaba demasiado y cayó de nuevo al suelo.
 -¿Louis?- le llamó Liam desde la cocina.- ¿Quién era?
 Quería responderle, pedirle ayuda, pero no podía. Estaba completamente paralizado de miedo. Apretó los dientes, intentando respirar más lentamente, pero no podía.
 -¿Louis?- escuchó como Liam se acercaba hasta la habitación. Se lo encontró tirado en el suelo, temblando.-¿LOUIS?
 Louis giró la cabeza y vomitó.


 La sala de espera del hospital era blanca y fría, muy impersonal. Liam estaba sentado en una de las sillas, mirando hacia los pies y mordiéndose las uñas. No llevaba mucho tiempo, pero le habían parecido siglos. Estaba muy nervioso.
 En cuanto había visto a Louis así había llamado a una ambulancia. Puede que en realidad no fuese para tanto, pero él había pasado un susto terrible y quería asegurarse de que todo estaba bien.
 En ese momento, Louis salió de la sala contigua, en silla de ruedas, seguido por una doctora de aspecto amigable.
 -¿Es usted su acompañante?- preguntó ella cuando vio a Liam levantarse, secándose el sudor de la frente.
 -¿Puedo levantarme de la silla de ruedas ya? Es incómoda y casi no me cabe el culo.- Murmuró Louis con una mueca.
 -Sí, soy yo.
 -No se preocupe, ha sido un leve ataque de histeria. No le recetaré ningún medicamento, pero sí algo de reposo y relajación. No te enfrentes a mucho estrés.
 -Sí, mamá.
 -Yo me encargaré de que lo haga, doctora.
 -Muy bien. Pues nada más.- La doctora se giró, mirando a Louis con una ceja arqueada.- ¿A que no ha sido para tanto?
 -No me gustan ustedes, los médicos. A saber lo que ha podido hacerme. No me fío.
 La mujer rió.
 -Que pasen una buena tarde.
 Louis se levantó de la silla de ruedas y le hizo una seña a Liam para que le siguiese.
 -¿Qué ha pasado, Louis?
  -Hay cosas de las que tenemos que hablar. Todos.

domingo, 27 de enero de 2013

Capítulo 12- Situación insostenible

-Yesterday you ask me something I thought you knew, so I told you with a smile, it's all abou you...
 Harry abrió un ojo sin despegar la cara de la almohada. Miró el despertador que tenía en su mesilla; eran las once de la mañana, y unos gorgoritos de mujer le habían arrancado de su sueño.
 Sonrió. Seguramente Sophia lo habría hecho a propósito.
 Lentamente, se irguió en la cama y se desperezó, estirando los brazos. Miró a su derecha; como suponía, la cama estaba vacía. Ese día Taylor tenía cosas que hacer, y volvería muy tarde.
 Sin mucha prisa, bajó de la cama y salió de la habitación. La voz venía, como era de esperar, de la habitación de Sophia. Harry dudó un momento delante de la puerta; ¿Debería llamar, o...?
 Bah, qué mas daba.
 Abrió la puerta de la habitación con una sonrisa. Se encontró a Sophia sentada en la cama, escribiendo en una libretita. No levantó la cabeza, pero la inclinó a modo de saludo.
 -Pensé que te habías ido con Taylor; ¿te he despertado?
 -La verdad es que sí.
 Sophia levantó la cabeza; la sonrisa maliciosa que mostraba cambió repentinamente a una expresión de horror.
 -Harry, ¡estás desnudo!
 El chico bajó la cabeza, sorprendido.
 -¡Pero si llevo calzoncillos!
 -¡Cúbrete! ¡Ay!- Sophia enterró la cabeza en la almohada, sin dejar de gritar.- ¡Eres un pervertido!
 -¡Ni que tuviese algo extraño!
 -Mmm... ¿Como cuatro pezones, por ejemplo?- La chica seguía con la cabeza en la almohada, pero Harry adivinó que estaba sonriendo.- Largo. Cuando estés vestido hablamos.
 Harry salió de la habitación negando con la cabeza.

 -¡SOPHIIIIAAAAAA!- chilló él. Ya duchado y vestido, bajó hasta el salón; había quedado con Louis de jugar la revancha al Black Ops en modo online. Había estado muy igualado hasta que Liam decidió unirse; les metió la paliza de su vida, cosa extraña. Cuando se quiso dar cuenta, ya casi era la hora de comer.
 -¿Qué pasa ahora?- contestó ella, apareciendo por las escaleras.
 -¿Qué quieres comer?
 -Los restos de la pizza podrían valer.
 Harry miró hacia la encimera. Tres tristes porciones era lo que había sobrevivido a la pizza del día anterior. Y no tenían muy buena pinta.
 -Antes prefiero ayunar.
 -¿Y SI LLAMAMOS AL JAPONÉS?- chillo ella, dando saltitos.- Por favor...
 -¿Al japones?
 -¿Nunca has probado el sushi?
 Él negó con la cabeza. Sophia inspiró fuerte, abriendo mucho los ojos.
 -¿¡Pero como puede ser eso posible, alma cándida?! Ya llamo yo al japonés.- dijo, desapareciendo por la puerta del salón, en busca del teléfono.

 -Pero, ¿y esto como se come?- exclamó Harry, desesperado. Tenia cuatro trozos de sushi en el plato, a los que miraba con desconfianza. Miró a Sophia; ella los cogía con la mano, como si fuesen trozos de pizza.- ¿Seguro que es con la mano?
 Ella se encogió de hombros.
 -La verdad, no tengo ni idea. Probablemente esto en Japón sea una falta de respeto, pero...- Sophia miró el plato del chico.- ¿Todavía no los has probado?
 Él sacudió la cabeza. Ella suspiró.
 -A ver... Mira.- dijo, inclinándose hacia él.- coge este. Es de salmón. Ahora mójalo en esta salsa. ¡No, en la verde no! Esa pica demasiado. En esta, la más líquida. Si no, el arroz no te va a saber a nada. Ahora pruebalo.
 Harry comió con recelo un trozo.
 -Mmmm... Si que está bueno, sí.
 -¡Te lo dije! Pues ese es el de salmón... ¡Si pruebas estos!
  Harry rió. A Sophia se le había caído un chorretón de salsa en la camiseta.
 Ella miró hacia abajo, horrorizada.
 -¡Mierda! ¡Esta salsa es prácticamente imposible de limpiar!
 El chico se levantó a coger un trapo.
-Espera, límpiate un poco, y mañana cuando venga Cassandra le preguntamos qué es lo que puede hacer. Es toda una experta.
 Se acercó hasta la chica, trapo en mano. Se agachó para que su cara quedase a la altura de la mancha, en la barriga, y comenzó a frotar, con suavidad.
 No recapacitó sobre la situación hasta que escuchó a Sophia carraspear incómoda.
 Levantó la vista y la vio, roja como un tomate, intentando apartar la vista del chico. Él se irguió rápidamente, también sonrojado.
 -Esto... Yo... Lo siento, no...
 -No importa.- susurró ella.
 No sabían por qué, e incluso después, cuando ambos revivieron el momento en la oscuridad de la noche, no consiguieron entender por qué ninguno de los dos se apartó del otro en ese momento. Simplemente se quedaron así; Sophia mirando al suelo, Harry mirándola a ella. Un minuto. Dos. Habían perdido la noción del tiempo.
 Las manos de Harry se movieron solas, sin una orden explícita de su cerebro, colocándose en la espalda de la chica, atrayéndola hacia él. Y ella no opuso resistencia.
 Él se inclinó hacia ella, poniendo su cabeza en el hueco de su clavícula y aspirando su aroma.
 Y, en ese momento, sonó el timbre de la puerta.
 Harry se separó de Sophia, con los ojos como platos. Ella ahogó una mueca mirando hacia el suelo, se giró hacia la mesa y comenzó a recoger los platos.
 Se dirigió hacia la entrada, sin poder evitar que las manos le temblasen. Abrió la puerta, y lo que vio hizo que lo ocurrido hacía menos de dos minutos se diluyese en su mente hasta desaparecer.
 En la puerta de entrada se encontraba un chico moreno, de ojos marrones, alto y de pelo negro. Tenía la cebeza gacha, y no se atrevía a mirar a Harry.
 Este hizo amago de cerrar la puerta de un golpe, pero el recién llegado interpuso el pie.
 -Espera, Harry...
 -Lárgate, Zayn. No se te ha perdido nada por aquí.
 Empujó la puerta, pero Zayn no se apartó, y él seguía siendo más fuerte. Harry, impotente, abrió la puerta de nuevo y miró al chico con furia.
 -No sé qué es lo que quieres, pero no me interesa.
 -Vamos, Harry, por favor...
 -¿Por favor qué?
 -¡Lo siento muchísimo, Harry! ¿¡Qué quieres que haga para que me creas? ¡Me doy asco a mi mismo, necesito que me perdones!
 -¡Y YO NECESITO A NIALL AQUÍ!- gritó Harry, por encima de la voz de Zayn.- ¡LO NECESITO AQUÍ, COMO ESTABA ANTES! ¡Y YA NO VOLVERÁ MÁS! ¡Y ES CULPA TUYA!
 Zayn bajó la cabeza. Esa última frase la había dolido más que todas las anteriores juntas.
  Harry no se apartó, ni se fue, ni cerró la puerta. Se quedó allí, resoplando, y mirando a Zayn.
 -Escúchame...-dijo este después de unos minutos.- Llevo una semana encerrado en casa, completamente a oscuras. Perrie descubrió lo de Samantha. Lo descubrió y se fue. Por favor; necesito que me perdones. Necesito que me digas que intentarás hacerlo, al menos. Te necesito a mi lado, más que nunca. Sé que no estoy en condiciones de pedirte esto, pero... De verdad, necesito que me digas que todo está bien.
 -No puedo.- contestó Harry, negando con la cabeza.- Lo siento, pero no puedo decírtelo. Y no sé si podré algún día.
 Zayn asintió.
 -Ya.
 Harry se giró para irse, pero Zayn le agarró de un brazo.
 -Antes de que me vaya... Toma. Puede que te interese escuchar esto.- Le dijo, tendiéndole algo. Harry le miró salir de casa y marcharse. Bajó la vista y encontró una caja de CD.
 No sabía lo que intentaba hacer, pero no iba a caer en su trampa.
 Dejó la caja en la mesa del vestíbulo y se dirigió a las escaleras. De camino se encontró con Sophia, que le miraba preocupada.
 -¿Ha pasado algo?
 -No, no ha pasado nada.
 -¿Quién era? ¿Estás...?
 -Sophia.- le interrumpió él, girándose para mirarla a los ojos.- sinceramente, este no es el mejor momento.
 Subió las escaleras de dos en dos, mientras la chica se quedaba allí, dolida.

sábado, 26 de enero de 2013

Capítulo 11- Una luz de cabellos oscuros

Now I'm in town, break it down, thinking of making a new sound

Zayn abrió los ojos de golpe. La oscuridad todavía le rodeaba, pero los primeros acordes de una canción le habían arrancado de su sueño.

 Playing a different show every night in front of a new crowd

 Zayn recordó que la noche anterior había puesto el despertador, decidido a empezar ese día la recuperación. No podía pasarse toda la vida encerrado. Pero ahora, tumbado encima de la cama, no sentía las fuerzas necesarias como para salir de su cautiverio.

 That's you now, ciao, seems that life is great now, see me lose focus, as I sing to you loud.

  Se giró, todavía sin desenredarse las sábanas de alrededor del cuerpo. Sentía que no podía, cada una de sus extremidades se volvía el doble de pesada y Perrie y su despedida no dejaban de venir a su encuentro.

 And I can't, no, I won't hush, I'll say the words that make you blush, I'm gonna sing this now

 -Vamos, Zayn.- dijo para sí mismo. No había hablado desde que Perrie se había ido; su voz sonaba ronca y áspera.- Inténtalo. Alguna vez tendrás que hacerlo.

 See, I'm true, my songs are where my heart is, I'm like glue, I'm stick of other artist,
 I'm not you, now that would be disastrous, let me sing and do my thing and move to greener pastures

 Al fin, después de un rato, se sentó en la cama y, con cuidado, sacó las piernas de debajo de las sábanas, Sacudió la cabeza, intentando alejar pensamientos desastrosos de su mente.
 La canción seguía sonando...

 See, I'm real, I do it all, it's all me, I'm not fake, don't ever call me lazy,
 I won't stay put, give me the chance to be free,
 Suffolk sadly seems to sort of suffocate me

 Al fin, con movimientos cansados y lentos, se levantó. Recorrió la habitación de punta a punta, sintiendo como la energía acumulada recorría todo su cuerpo, desde las puntas de los pies hasta la frente, llenándolo.
 Avanzó hasta las ventanas y subió las persianas. La luz le cegó, ya que llevaba prácticamente una semana en las tinieblas, pero siguió subiéndolas. Sus ojos se acostumbrarían.

 'Cause you need me, man, I don't need you,
 You need me, man, I don't need you

 -A quién quiero engañar, claro que la necesito.- susurró Zayn, saliendo de la habitación.- Soy imbécil. Menuda canción elijo.
 El aire del resto de la casa era fresco y limpio; inspiró con fuerza, cerrando los ojos.
 Siempre podía intentar que no se notase.


 Ya en la cocina, Zayn abrió las ventanas. Necesitaba que el aire corriese, que hiciera desaparecer todos esos olores que le recordaban a Perrie.
 No podía; no sería capaz de soportarlo...
 -CALLATE. DEJA DE PENSAR EN NEGATIVO. ES QUE PARECES ESTÚPIDO.
 Y loco. Estúpido y loco. Se estaba regañando a si mismo en voz alta. De lo más normal.
 Dejó la taza de café que se estaba tomando y se dirigió al baño
 O salía de esa casa, o acabaría realmente desquiciado.

 Con lo que no había contado Zayn era con los paparazzis que le esperaban en la puerta de su casa. Los vio por la mirilla; eran cuatro, pero las cámaras eran tan enormes que le sería imposible salir corriendo. Además, no pensaba coger el coche, así que le seguirían a pie.
 En esos casos, era bueno tener una ventana trasera a ras de suelo.

 Zayn saltó hasta la hierba del jardín y se pegó a la pared que limitaba con la casa del vecino para que no le viese ninguno de los paparazzis de la puerta. Corrió hasta la pequeña puerta, escondida entre los árboles, y salió sigilosamente, sin que nadie lo notase.

El cielo que cubría Londres parecía haberse puesto de acuerdo para reflejar el estado de ánimo de Zayn. Mientras que el día que Perrie y él habían salido, el sol brillaba lo máximo que podía estando en Enero, ese día estaba encapotado y amenazaba con llover. Sin embargo, los turistas asiáticos seguían allí, solo que, en vez de viseras, llevaban paraguas, preparados para cualquier percance. Y, por encima, al ser todos iguales, Zayn no podía saber si eran los mismos de la última vez.
 Atravesó la ciudad entera. Desde el Big Ben, pasó por Candem Street, Harrods, el London Eye de nuevo... Pasó de un lado del Támesis al otro y recorrió las calles de Notting Hill. Y fue allí donde, cansado y agotado, se sentó en un soportal, ocultando la cara entre las manos.
 ¿Qué era lo que había hecho?
 Había perdido todo lo que en algún momento le había importado. Sus amigos, su novia... Toda su vida se había roto. No se reconocía en el chico que recordaba de la fiesta de Fin de Año.
 ¿Cómo iba a salir de esa situación?
 Perrie se había ido, y él no podía culparla. ¿Si hubiese sido al revés? El también se hubiera marchado. Sobretodo, si Perrie hubiera intentado ocultárselo.
  Pero que estúpido había sido al no haber tenido el valor de decirle la verdad. Ahora ya no había oportunidad de arreglar su error...
 Un redoplido triste se coló entre sus labios, mientras su mente se llenaba de pesimismo. Zayn respiró y sacudió la cabeza. No podía dejar que ningún fotógrafo despistado le retratase así, en plena crisis existencial.
 -Uy, lo siento.- dijo una voz a sus espaldas.
 Zayn se giró de un salto. No se había dado cuenta, pero la puerta que tenía a sus espaldas se había abierto, y una chica le miraba con cara de culpabilidad.
 -Oh, no importa, ha sido culpa mía.
 -Tú... ¿Eres quien creo que eres?- la chica frunció el ceño, con cara de concentración.
 Zayn resopló.
  -Te agradecería que no gritases.
 -No tenía pensado hacerlo, Mister Zayn Malik.- contestó ella, y, en vez de continuar su camino, se sentó al lado de Zayn.
 Este le miró interrogante, y la chica se encogió de hombros.
 -No puedes echarme, es mi portal.
 Él rió, y la chica se rodeó las piernas con los brazos. Llevaba un grueso jersey de color canela, y unos leggins con estampado navideño. Por encima, se cubría con un abrigo de color blanco, y una bufanda de lana le tapaba el cuello. A su lado, Zayn parecía recién llegado del Caribe.
 -Sé lo que estás pensando, pero cojo catarro con facilidad, y lo paso muy, pero que muy mal cuando tengo mocos.- dijo ella.- Se me tapona la nariz y hablo raro, y me lloran los ojos... Así que prefiero pasar calor. Aunque hoy no creo que pase mucho calor. ¿No tienes frío?
 Zayn sacudió la cabeza, sin dejar de observarla.
 Tenía el pelo negro y largo, y le caía por la espalda formando suaves tirabuzones. Sus ojos eran grises y redondos, y sus labios, finos.
 -¿Nunca te han dicho que tienes los ojos muy grandes?- siguió hablando la chica.- Y cuando miras a alguien puedes dar miedo. Dios mío, ¡ponte bizco! ¡Sería graciosísimo!
 Zayn negó con la cabeza.
 -Es cierto, eres malo maloso. Tu vas a tu bola. A mi me gustan más los chicos así, que los buenazos. Esos son aburridos, ¿no crees?
 -Lo único que sé es que es más divertido ser malo.
 La chica asintió.
 -Tan cierto como la vida misma.
 Los dos rieron.
 -¿Eres fan nuestra?- preguntó Zayn.
 -Podría decirse. Antes, cuando era más pequeña, tenía un póster vuestro. Y muchos dibujos. Es que tenía una amiga artista. Pero me mudé aquí, y decidí no ponerlo. Yo soy de Dover, pero estudio aquí. Bueno, estudio en Oxford, pero mi película favorita es Notting Hill y siempre había querido vivir aquí... Así que cuando encontré la buhardilla cochambrosa donde vivo, fue como un sueño hecho realidad.
-Pero de aquí a Oxford hay un buen trecho.
 -Que yo recuerde, de tu casa hasta aquí hay un recorrido más amplio, corazón.
 Zayn levantó las manos.
 -Me has desarmado.
 -Se me da bien. Oye, no sé tú, pero yo había salido para dar un paseo. ¿Me condecería el honor de su compañía?
 El chico se levantó.
 -Me gustaría saber antes tu nombre.
 La chica sonrió, enseñando una hilera de rectos dientes.
 -Meg Dylan, a su servicio, Mister Malik.
 Zayn le estrechó la mano con una sonrisa de oreja a oreja, y antes de que ella la apartase, la cogió e, inclinándose, la besó.
 -Un placer, señorita Dylan.
 Meg apartó la mano, sonrojada.


Caminaron un rato, pero la lluvia les pilló a mitad del paseo y tuvieron que refugiarse en una cafetería.  Charlaron sobre todo un poco, y Zayn se enteró de la mitad de la vida de su acompañante.
 -Pues sí, en mi familia somos bastantes.- dijo Meg dejando el abrigo mojado en la silla de al lado. Zayn se sentó en la de enfrente.- Cinco hermanos. Dos chicas y tres chicos, pero mi hermana Alice tiene treinta y dos años. Yo fui la penúltima, y mis hermanos se hartaron a hacerme rabiar durante toda mi infancia.
 -Creo que puedo hacerme una idea.
 -Recuerdo que la típica coña era sobre mi necesidad de ir desde nuestra casa de Dover a Londres en barco para ver el musical de Mamma Mía.- Meg rió, negando con la cabeza.- Para mi era imposible pensar en un lugar que no tuviese mar; no me podía hacer una idea. Y estaba empeñada en que me llevasen en barco...
 -¿En serio?
 -Lo juro. Las rabietas que cogía con mis padres... Pobres.
 Zayn rió. No había reído tanto en muchísimo tiempo, pero esa chica le hacía sentir muy, pero que muy bien. Se sentía ligero. Libre de remordimiento.
 Quizás ella pudiera ayudarle.

viernes, 25 de enero de 2013

Capítulo 10- Sentimientos innecesarios

Harry cerró la puerta del coche de un sonoro golpe. Era noche cerrada, y había tenido que conducir dos horas para llegar de su tarde con los chicos, así que estaba realmente cansado. Caminó hasta la puerta, pero cuando llegó descubrió que no tenía las llaves. Deshizo sus pasos hasta el coche y rebuscó en la guantera. Nada. ¿Qué coño...?
 -¿Buscas esto?- susurró una voz salida de sus espaldas. Harry se giró, sobresaltado. Una chica, de pelo corto y rizo y grandes ojos verdes, agitaba el manojo de llaves con una sonrisa.
 -¡Sophia!- exclamó él.
 No había pasado ni un día, pero la había echado de menos.
 -Yo también me alegro mucho de verte, Harry.- contestó ella, lanzándole las llaves a la cara.
 -¿Qué hacías aquí fuera?
 -Tocar la guitarra un rato.
 Sophia señaló a su derecha, y Harry se percató de que al lado de la chica reposaba una guitarra española y un montoncito de hojas de papel.
 -¿Sabes tocar la guitarra?
 Sophia resopló.
 -Creo que eso resulta evidente.
 Harry sonrió.
 -¿Y te vas a quedar aquí?
 La chica negó con la cabeza.
 -Pues venga, traigo pizza.
 Mientras Harry sacaba las pizzas del maletero, Sophia corrió a abrir la puerta con una sonrisa de oreja a oreja.
 -Y dime, ¿por qué saliste? La casa es muy grande.
 -No lo sé... Necesitaba un poco de aire fresco.
 El chico frunció el ceño. La semana que Sophia llevaba en la casa, había intentado llevar a cabo timidos acercamientos entre Taylor y ella. Pero ninguna de las dos se veía dispuesta a colaborar.

 -¡Pero es que es una estirada!- exclamó Sophia, encogiéndose de hombros.
 Harry le miró cortante.
 -No hables así de ella. Es mi novia.
 Sophia bajó la cabeza.
 -Lo siento. De verdad. No me gusta llevarme mal con la gente, pero... ¡He puesto de mi parte, de verdad! No sé qué más hacer...
 -No has puesto lo suficiente de tu parte, Sophia. Taylor es una chica estupenda. Pero tienes que darle  tiempo a conocerte un poco; es desconfiada, nada más...

 Cierto que, después de esa discusión con Sophia, ella había tratado a Tay con la más absoluta de las amabilidades. Pero la novia de Harry no era capaz de entablar una conversación con ella si no era con él haciendo de conexión entre las dos partes.
 Simplemente, no lo entendía. Eran dos chicas estupendas, ¿por qué no lo veían?

 -¡YA ESTOY EN CASA!- chilló Harry cerrando la puerta a sus espaldas.Las pizzas le quemaban las manos, así que apuró el paso hasta la cocina para dejarlas encima de la mesa.
 -¡Hola!- Tay apareció por la puerta medio minuto después, colgándose de su cuello sonriendo.- ¿Qué tal con los chicos?
 -Bien...
 -Me alegro. ¿Es eso pizza?
 Harry asintió.
 -Mmm... Yo no quiero.
 -¡Pero he traído dos!
 -¡Pues la guardamos para mañana!- contestó Tay riendo.
 El chico resopló.
  -Jo...
 -Sobrevivirás. ¡Voy al baño!
 Harry la miró marchar, sonriendo. Sentía que se olvidaba de algo, pero sacudió el pelo en un leve movimiento de cabeza y se dispuso a poner los platos.


 Sophia miraba a la puerta, con los ojos como platos. No podía creer lo que había pasado.
 Se disponía a entrar detrás de Harry, pero él le había cerrado la puerta en las narices.
 Sonrió tristemente. Seguramente había sido un descuido por parte del chico.
 Pero, ¿y si no lo había sido?
 Sophia se acercó hasta la barandilla del porche y miró al cielo. Hacia bastante tiempo que había oscurecido, y las estrellas brillaban en lo alto.
 Como le gustaría que dos ojos verdes observaran las estrellas con ella.
 -¡Oh, Sophia, cállate!- exclamó, hablando para sí misma.- Eres patética.
 Pero eso no hizo que sus pensamientos cambiasen.
 Con cuidado, pasó una de sus piernas por encima de la barandilla, dejándola colgando en el vacío. Se acomodó y pasó la otra pierna.
 Sonrió. Hacía mucho que no sentía esa sensación de libertad.
 Pero sabía que la situación no se alargaría eternamente. Y tenía miedo del final.
 -Qué estás haciendo, Sophia...- susurró, balanceando las piernas. Soltó un suspiro y apartó los remordimientos y los malos pensamientos de su mente.
 Cerró los ojos y levantó la cabeza, sonriendo.
 De verdad le gustaba esa sensación.

 -He tenido que entrar por la puerta de atrás, desgraciado.- exclamó Sophia entrando en la cocina. Harry levantó la vista, mirándola sin comprender.
 -¡Iba detrás tuya cuando me cerraste la puerta en toda la cara!
 -¡MIERDA! Fue sin querer, no me di cuenta...
 Sophia resopló.
 -¿Y Taylor?
 -Arriba. Ella no quiere pizza.
 -¿Y eso?
 Harry se encogió de hombros.
 -Imposible saberlo.
 La chica le ayudó a transportar las bandejas con la comida hasta el salón, mientras Taylor bajaba por las escaleras trotando.
 -¡Sophia!- exclamó al ver a la chica!.- ¡Mira lo que he encontrado!
 Ella miró a la chica rubia con cara interrogante.
 Tay abrió la palma de su mano, dejando a la vista una púa en tonos verdes y morados.
 -No la utilizo, está prácticamente nueva y me da pena, la voy a perder. ¿La quieres?
 Eh... ¡Claro! Muchas gracias, Taylor, es genial.- Sophia le sonrió, sorprendida. No se esperaba eso de ella.
 Tay sonrió.
 -Siento que empezamos con mal pié... ¿Paz?
 -Eso está hecho.
 Harry las miraba, boquiabierto. Realmente eran muy, muy raras.

 -Voy a guardar la púa en mi habitación y a lavarme los dientes, y después ya me cuentas que es eso tan importante que me quieres decir.- dijo Sophia subiendo por las escaleras de caracol. Harry la seguía, sonriendo.
 -¿Sabes? No he visto cómo ha quedado tu habitación. Y he oído cómo la re decorabas.
  Sophia se paró de pronto, en medio de las escaleras, y se giró para mirar al chico.
 -No sé si debería permitirte entrar.
 Harry rió.
 -No importa si no lo haces. Es mi casa.
 -¿Te he contado que sé boxeo? Apuesto lo que quieras a que soy más fuerte que tú.
 El chico se cruzó de brazos.
 -Eso de que sabes boxeo...
 -Ocho años de clases. Tres medallas de oro y cuatro de plata.
 Harry dejó caer los brazos.
 -¿Cómo puedo chantajearte?
 Sophia rió y siguió subiendo las escaleras.
 -Vamos, ¿qué quieres? ¿Dinero?
 -Nah.
 -¿Fama?
 -No me gustaría nada ser famosa.
 -¿Sexo? ¿Es eso?
 -¡¿TU ERES RETRASADO O FUMAS PEGAMENTO?!
 -Bueno, está claro. Quieres sexo.
 Sophia se dirigió al baño resoplando.
 -No contigo.
 Ains.- Harry cerró los ojos, sonriendo.- Eso ha dolido.
 -Ja, ja, ja.
 -No, ahora en serio. ¿No me vas a dejar ver tu habitación?
 Sophia le miró, con la ceja levantada.
 -Pues claro que puedes entrar.


 Recordaba que la habitación que le había prestado a Sophia era bonita. Un ventanal formaba la pared izquierda, cubierta por cortinas blancas de encaje. La pared del fondo, en la que habían colocado la cama, estaba tapada por estanterías de madera y un falso techo que hacía ángulo. La pared de la derecha eran armarios, un sueño cumplido para cualquier chica.
 Pero lo que vio Harry no se parecía en nada a lo que era en un principio. Las cortinas blancas ahora eran moradas, aunque las originales estaban debajo, lo que hacía que entrase menos luz hasta la cama. Probablemente Sophia tuviese problemas de sueño.
 Las estanterías estaban completamente llenas de libros, que Harry no reconocía como suyos. Y parecía imposible que los hubiese podido traer todos la chica.
 El falso techo estaba cubierto por cuatro pósters: uno de McFly, otro de Batman, uno apaisado de París y uno con fondo gris donde se podía leer "Forever Hungry".
 Y la pared libre, ahora estaba totalmente abarrotada. Un enorme corcho ocupaba las tres cuartas partes del espacio, lleno a reventar de cosas. Fotos, dibujos, páginas escritas tanto a ordenador como a letra, anotaciones, recordatorios... Parecía que todo el mundo de Sophia se encontraba amarrado a ese corcho.
 -Bueno, ¿qué te parece?- dijo Sophia, sentada en la cama.
 Harry silbó.
 -La has cambiado completamente, pero está preciosa.
 -La original era muy bonita, pero era demasiado fría. Necesitaba mi toque.- Sophia atravesó la cama haciendo la croqueta y se levantó para quedar justo en frente de Harry.- Puedes sentarte, no muerdo.
 Harry saltó encima de la cama, rebotando.
 -Estoy pensando en añadirle un dosel a la cama.
 -¿En serio?
 -Quedaría muy cuqui.
 -No te pega nada.
 -Lo sé.
 Los dos chicos rieron.

martes, 22 de enero de 2013

Capítulo 9- Comienzo de los Días Oscuros

Zayn abrió la puerta del piso despacio. Había estado dando vueltas por la ciudad toda la tarde, intentando evitar a las parejas y posponiendo la vuelta a casa. Sabía que los problemas de los que había estado huyendo le esperaban entre esas cuatro paredes.
 Dejó atrás la puerta, ya más tranquilo. Al parecer no había nadie.
 Subió las escaleras con la cabeza gacha. Había sido un alivio comprobar que estaba solo, pero ahora debía pensar qué haría con el asunto de Perrie. Debía llamarla.
 Se paró en frente de la puerta de su habitación, que estaba entornada. Había luz en el interior, y unos leves sollozos de mujer indicaban que sus pensamientos eran erróneos.
 Zayn no esperó más y abrió la puerta. Perrie levantó la cabeza, sorprendida. Dejó caer el montón de ropa que llevaba en la mano encima de su maleta, y se secó rápidamente las lágrimas, tratando de ocultar que había estado llorando.
 -Perrie, ¿qué haces?- preguntó Zayn; no se esperaba esa reacción por parte de su novia.
 La chica sacudió la cabeza.
 -Hacer mi maleta. Me voy, Zayn. No quiero esperar más.
 -Pero espera, por favor... Vamos a hablar sobre esto.- contestó él, acercándose a Perrie.
 -No hay nada de que hablar.- le interrumpió ella, apartándose.
 -No sabes lo que pasó.
 -¿Qué hay que saber?- la chica levantó la cabeza de su maleta, mirándole con tristeza.- Creo que el chico lo dejó todo muy claro.
 -Pues yo creo que deberías escucharme. ¡El chico no dijo absolutamente nada!
 -Muy bien, Zayn. Adelante.- Perrie se sentó encima de la cama, cruzada de brazos.- Ilústrame. ¿Con cuantas me has puesto los cuernos? ¿Cinco? ¿Seis?
 -No... No es así. Sólo con una.
 -Oh, sólo con una. Que considerado por tu parte.- Perrie esbozó una sonrisa irónica.- Y venga, ¿era modelo, actriz? Vamos, ¡quiero detalles! ¿Cuándo fue? Bueno, en realidad no los quiero, pero si insistes...
 Zayn se frotó los ojos. Las cosas no estaban saliendo como esperaba.
 -Fue... Más o menos hace dos semanas.
 -Vaya, entonces el secreto no te duró mucho. Que pena.
 -Tenía pensado decírtelo.
 -Oh, sí, claro, tal vez la noche de nuestras bodas de oro. ¿O pensabas darme la patada en un futuro próximo? Claro, cómo no he caído. Sólo estabas esperando el momento justo...- La chica no aguantó más y estalló en lágrimas. Escondió la cara entre las manos y resbaló hasta el suelo, encogiéndose a causa del llanto.
 Zayn no aguantaba verla así. Y menos sabiendo que era su culpa. Se sentó al lado de la chica y la rodeo con el brazo, a pesar de los gruñidos que ella emitía.
 -Yo...- murmuró ella después de unos minutos.- Para mí no es una sorpresa, ¿sabes? Me... Me lo esperaba. Desde hace ya bastante. Es sólo que... Un chico como tú no puede estar enamorado de mí tanto tiempo. Soy demasiado normal...
 -No digas eso.
 -¿Me vas a decir que no es verdad? Seguro que la tal Samantha es guapísima, y súper sexy... Era de esperar que lo hicieses.
 -Eso no es cierto. Ella es guapa, no lo voy a negar. Pero es muy fría. Muy calculadora. Tú eres... tú.
  Perrie rió.
 -Si. Yo. Como si eso sirviese de algo.- Se levantó del suelo, con Zayn aún observando el sitio que había dejado vacío.- Esto no arregla nada, Zayn. Nada.
 -Perrie... Por favor, sé que lo que hice está mal, es horrible, pero estoy muy arrepentido... De verdad, sólo intenta darme otra oportunidad.
 La chica le miró. Ya no había tristeza en sus ojos, pero tampoco estaba enfadada. Había algo, algo diferente, que no estaba ahí antes.
 -No. Lo siento, Zayn, pero no fui yo quien te engañó.- Cogió la maleta, ya cerrada.- Vendré a por el resto de mis cosas en unos días. Avísame cuando no estés en casa.
 Bajó las escaleras, con Zayn siguiéndola, desesperado. Era como su peor pesadilla.
 -Perrie, no...
 -Adiós, Zayn. Lo siento.- Perrie se giró para despedirse, y en ese momento, Zayn reconoció lo nuevo de sus ojos. Frialdad. Desamor.
 Ya no había nada que hacer.
 El ascensor llegó, y Perrie se fue.


 Abrió un ojo. La oscuridad le rodeaba, pero ya no le asustaba. Se había acostumbrado.
 No sabía cuantos días habían pasado desde que Perrie se había marchado. Lo único que recordaba era haber subido, haber cerrado las persianas y haberse echado en la cama.
 Estaba como muerto.
 O peor. Estaba sin Perrie.
 Zayn se dio la vuelta. No veía nada a su alrededor, nada más que oscuridad. Como si tuviese los ojos cerrados permanentemente.
  Una lágrima se le escapó, corriendo por su mejilla.
  Definitivamente, eso era peor que estar muerto.
 Zayn cerró los ojos y el sueño se lo tragó de nuevo.

sábado, 19 de enero de 2013

Capítulo 8- Limando Asperezas

Quizás este capítulo sea un poco diferente a lo que estaba acostumbrada a escribir, pero sentía que necesitaba hacerlo. Será algo así como una recapitulación de lo que llevo hecho. Y puede que se desvele algo de lo que queda por descubrir...
                                                                                                                         

 La casa de las afueras de Manchester estaba completamente vacía cuando Louis llegó. Se notaba por la frialdad de sus paredes, lo colocado que estaba todo... Los demás no habían llegado.
 Había sido Liam quien, el día anterior, había convocado esa "reunión de grupo". Solían hacerlas en los momentos importantes, el día antes del estreno de un vídeo y cosas por el estilo. Pero, últimamente, ninguno estaba de humor como para llamar a sus compañeros.
 Lo predecible era que hubiese sido Liam el cabecilla de la idea. Era el más sensato; a pesar de estar enfadado, molesto o no apetecerle ver a los demás, era consciente que, si la situación se alargaba, el grupo estaría roto oficialmente. Y, en el fondo, ninguno de ellos quería que eso sucediese.
 No habían avisado a Zayn. Creían que, si hablaban ellos tres sobre el tema, podrían ponerse de acuerdo sobre qué camino tomar, qué hacer.
 Louis abrió la puerta asomando primero la cabeza. Desde la última vez que había visto a sus amigos habían pasado ya un tiempo. Había estado refugiándose en casa, hablando con Eleanor y demorando la vuelta al trabajo. Pero cuando recibió el mensaje de Liam, se sintió contento. Realmente sabía que era lo correcto.
 Entró en el salón de la casa. La habían comprado entre todos cuando formaron el grupo; era algo así como su casa franca, un lugar donde reunirse, sin novias ni amigos. Sólo ellos. A donde poder acudir en caso de problemas.
 Encendió la chimenea para calentar la estancia. Los muebles eran antiguos, heredados de los anteriores inquilinos. Ninguno de ellos había sentido la necesidad de renovar la decoración; era una de las cosas donde se echaba en falta el toque femenino en la banda.
 Habrían pasado dos horas cuando llegó Harry. Se encontró a Louis sentado en el sofá, con las gafas puestas y leyendo.
 -Se me hace rarísimo verte con gafas.- dijo a modo de saludo. Louis levantó la vista y esbozó una sonrisa de oreja a oreja.
 -Soy el mayor, mi vista ya no es lo que era... Cuanto tiempo, Harry. Te he echado de menos.- Los dos chicos se fundieron en un abrazo. Antes, recién sacado el primer disco, en sus comienzos, las muestras de cariño entre ellos dos eran constantes. Ahora... Ya no tanto. Por lo menos delante de las cámaras.
 -¿Qué lees?- preguntó Harry, sentándose al lado de él.
 -Ems...- titubeó Louis.- 50 Sombras de Grey.
 Harry le miró boquiabierto.
 -¡Luego yo soy el guarro!
 -Y lo seguirás siendo. Sólo es un libro...
 -Para amas de casa insatisfechas.
 -Es muy instructivo.
 Harry le miró con la ceja arqueada.
 -¿Eleanor ya ha disfrutado de tus recién adquiridos conocimientos?
 Louis le dio un golpe con el libro.
 -¡Cállate! ¿No ves como eres el guarro?
 -Ya, ya, y tu estás insatisfecho... ¿Qué te consideras, Dominante o Sumiso?

 Liam entró, unos minutos después, y lo primero que vio fue un cojín volando directo hacia su cara.
 -¡VEN AQUÍ, QUE TE ENTERAS!
 -¡EN EL PELO NO, EN EL PELO NO!
 -¡Chicos!- exclamó Liam, riendo. Los dos se giraron, sonrientes.
 -¡Liam! ¡Cuánto tiempo!- Harry se lanzó por encima del sofá hasta el recién llegado, que tuvo que apartarse para no acabar aplastado.- ¿Qué tal?
 -Bien... ¿Y vosotros? ¿Habéis visto cómo está el salón? Ni se os ocurra pensar que voy a ser yo quien lo recoja...
 -Por supuesto que no, mamá.- contestó Louis, devolviendo los cojines al sillón.
 -Te recuerdo, Louis, que eres mayor que yo.
 -En edad sí, pero no en espíritu.
 -Claro que sí...-comentó Harry, dándole palmaditas en la espalda a su amigo mientras pasaba por detrás suya.
 -¡Mis gafas! ¿Dónde están?
 -Aquí... Es que buscas con el ojo del culo. Claro, al ser tan grande, tiene mayor capacidad de visión...
 -Cállate, imbécil. ¿Cuanto dinero te da el estado al mes por tu retraso?
 -¿Alguno quiere un café?- preguntó Liam dirigiéndose a la cocina.

 Cinco minutos después, los tres chicos estaban sentados en la mesa de la cocina, cada uno con una taza humeante delante. Harry se había hecho un chocolate caliente; Liam un café, y Louis un té negro.
 -¿Té negro, Louis?- había comentado Harry al verlo.- ¿No era ese el que le gustaba a la prota del libro que te estás leyendo?
 -¡ENTONCES TÚ TAMBIÉN LO HAS LEÍDO!
 Harry se sonrojó.
 -Quizás le haya echado un vistazo...
 Louis rió, intentando no derramar el contenido de su taza.
 -¿Café, Liam?- preguntó Louis, una vez sentado.- Odias el café.
 -Lo sé.- contestó él, frotándose un ojo.- pero sigo sin dormir nada. Ni un poco. Y cuando lo hago, sólo tengo pesadillas...
 -¿Con Niall? ¿Él está en tus pesadillas?-preguntó Harry, recostándose en el asiento.
 Liam asintió.
 -Los veo a él y a Zayn caer por el barranco... Le veo, me pide ayuda... Y yo intento ayudarle, pero estoy paralizado y no soy capaz de moverme...- Liam agachó la cabeza, resoplando.
 -No te preocupes. Yo también tengo pesadillas. ¿Si te la cuento te sentirás mejor?- dijo Louis, y sin esperar contestación alguna, siguió hablando.- Yo sueño que caigo, y a mi alrededor está toda la gente que quiero: Eleanor, vosotros, mis padres, mis hermanas... Todos. Y no hacen nada. Y yo sigo cayendo, y me araño los brazos, y sangran... Ay. Ahora duele.
 -Es normal que no duermas. A mi también me cuesta; ahora duermo por el día.- comentó Harry.- Por la noche no soy capaz. Pero tenemos que superarlo. A nuestro ritmo.
 -Lo sé... Pero mientras tanto, me chuto el café en vena.
 -Llegará un momento en el que el dolor será menos evidente. Estará ahí, siempre lo está. Cuando pierdes a alguien querido, nunca se supera. Él era nuestro hermano, ahora es como si la familia estuviese rota.- Harry bajó la vista hasta su taza.- De verdad, cada noche intento pensar en esto. En perdonar a Zayn. O intentarlo. Pero es que no puedo... Yo no era amigo de este Zayn. Era amigo del otro Zayn, el antiguo; no del que mueve el cadáver de su mejor amigo para quitarse las culpas.
 -¿Y te crees que nosotros no sentimos lo mismo?- interrumpió Liam.- Personalmente, sigo sin poder creer que fuese capaz de hacerlo. Pero intento no ser muy duro con él por el antiguo Zayn. Por mi amigo. No quiero perderle a él también.
 -¡Pero es que ya le hemos perdido!- exclamo Harry.- desde el momento que hizo lo que hizo, ¡ahí le perdimos! ¡Él nos perdió a nosotros!
 -Está arrepentido, Harry.- interrumpió Louis.- De verdad lo siente. Te fuiste antes de ver su cara de desesperación. Actuó bajo presión. Eso no le justifica, pero es lo que pasó. Nuestro amigo Zayn sigue ahí. No te estoy diciendo que debas perdonarle; eso es decisión tuya. Pero yo lo voy a hacer. Por Niall. Él no querría que el grupo se rompiese.- Se secó una lágrima que corría por su mejilla, y sonrió.
 Harry resopló, sacudiéndose el pelo. No sabía que hacer. De verdad pensaba que Louis tenía razón. Pero...
 -Bueno, creo que ya es suficiente de hablar sobre esto.- Dijo Liam.- Harry, ¿qué tal? ¿Qué has estado haciendo?
 -Pues he conocido a una chica.
 -¿Una chica o una señora?- preguntó Louis, maliciosamente.
 -Una chica. Va a la universidad. O iba.
 -¿Iba? ¿Qué ha pasado?
 -¿Pero tú no estabas con Taylor?
 -La echaron. La conocí en el tren de vuelta a Londres. Y sí, estoy con ella, es sólo una amiga...
 -Si sólo fuese una amiga no nos lo habrías dicho...
 -Bueno.- Harry entornó los ojos.- La verdad es que es adorable. Es muy maja, siente una adoración inexplicable por Batman, y...
 -BATMAN; YO SOY BATMAN.- exclamó Liam con voz gutural.
 Los tres chicos rieron; Harry no pudo evitar que su risa fuese nerviosa.
 -Bueno, en definitiva; es genial, pero es sólo una amiga. Todavía estoy con Taylor.
 -Taylor, Taylor... Las segundas partes nunca fueron buenas.- Louis negaba con la cabeza.
 -Tan cierto como la vida misma.
 -Callaos ya; esta vez saldrá bien.
 -¿De verdad quieres que salga bien, Harry?
 Harry miró al suelo, confuso.
 -Claro que sí.- susurró.
 -En ese caso... ¿¡QUIÉN SE ATREVE A RETARME AL BLACK OPS?!- chilló Louis, con mirada asesina.
 Y así pasaron la tarde. Entre risas, Cheetos y Play Station 3, los chicos limaron asperezas y volvieron a sentirse tan unidos como cuando el rubito estaba allí.
 Y, en alguna parte, ese rubito sonreía, orgulloso.

Capítulo 7- Lo malo de mentir

Zayn abrió un ojo lentamente. La luz que entraba por la ventana le daba directamente en la cara, y había acabado despertándole. Veía borroso, así que se frotó los ojos mientras se estiraba, todavía debajo de las sábanas. Eran las once de la mañana según su reloj, pero él se sentía como si fuesen las cinco.
 Se sentó en la cama y miró a su alrededor. Las cosas de Perrie llenaban la mayoría de la habitación, y habían tenido que construir un tabique para hacerle un vestidor, porque les era imposible compartir armario.
 A pesar de que se sentía feliz, había algo en su interior que le hacía sentir culpable. Sabía que hoy debía decirle la verdad a Perrie. Debía dejar que eligiera lo que haría, sin decidir él por ella. No era justo. Debía contarle la verdad.
 Además, ya había demasiados secretos en su vida que eran imposibles de desvelar. Se sinceraría con Perrie, ella se lo merecía.
 Se abrazó a la almohada y volvió a tumbarse. No tenía ganas de levantarse todavía.
 La puerta se abrió y una cabecita rubia y sonriente se asomó por el hueco.
 -¡Buenos días, dormilón!- exclamó Perrie.- Venga, es hora de levantarse; se te va a enfriar el desayuno...
 Zayn la miró a traves de la sábana, sin hacer intención de obedecerla. Perrie se cruzó de brazos, frunciendo el ceño.
 -¿Tan mayor y tan pequeño? Levántate ya.
 El chico negó con la cabeza.
 -¡Zayn! ¡Que te levantes!
 -No quiero.
 -Ainssss... Vamos...- Perrie se acercó hasta la cama y le sacudió levemente.
  Todo fue tan rápido que la chica no lo vio venir. Zayn sacó el brazo de la sábana y la agarró por la espalda, tirándola cuan larga era encima de la cama. La chica gritó del susto, mientras Zayn reía, todavía con voz de dormido.
 -Quien tiene cosquillas...
 -¡Zayn! ¡No! ¡Tengo muchas cosas que hacer!- exclamó ella, entre risas.- Para, ¡para! ¡EN EL CUELLO NO, EN EL CUELLO NO!
 -¡AHA! !SUFRE!
 Así estuvieron unos minutos, hasta que Perrie consiguió escapar de debajo del brazo de Zayn, y salió corriendo de la habitación. Éste la miró marchar. Todavía no podía decírselo.
 Se vistió sin mucha atención y bajó hasta la cocina. Perrie leía el periódico con una taza de té en la mano. Intentó fingir una mirada de odio y rencor, pero se le escapó una sonrisa.
 Zayn se sentó a su lado y cogió un pastelito. Vio cómo Perrie se llevaba el periódico al salón al segundo; seguramente tendría alguna noticia sobre el entierro de Niall. Una punzada de remordimiento en el corazón hizo que se le dibujase una mueca en la cara.
 -Bueno, es sábado.- dijo ella sentándose de nuevo al lado del chico.- ¿Tienes algo que hacer, o te tengo todo para mí?
 -Mmmm... Nah. Nada importante.
 -Entonces, ¿podemos ir a dar un paseo? ¡Por favor, hace mucho que no vamos! Salir a que nos dé un poco el aire, comer fuera...
 -¿Por qué no?- dijo Zayn, encogiéndose de hombros.- Vayamos a que nos de un poco el aire.
 -¡Bieeeen!- chilló Perrie, saltando del asiento.
 -¿O me estás arrastrando a ir de compras en contra de mi voluntad?
 La danza de la victoria que la chica estaba bailando paró repentinamente. Ella se giró y le miró desconcertada.
 -¿Por qué siempre me pillas? Es injusto...- se dejó caer en la silla por tercera vez esa mañana.- Si no quieres, no vamos...
 -¿Y perderme la fiesta en los probadores de las tiendas? Ni de broma.
 Perrie le miró boquiabierta, y reanudó su danza de la victoria.
 Zayn sonrió.


 Las calles de Londres estaban completamente abarrotadas de turistas, en su mayoría asiáticos, fotografiando cada insignificante mota de polvo que se cruzaba en su camino. Para camuflarse, Perrie llevaba un gorro que le tapaba el pelo, y unas enormes gafas de sol. Zayn se había pintado bigote y había decidido no afeitarse.
 Los dos iban cogidos de la mano, intentando esquivar a la marabunta de turistas sin caerse. Perrie, además, llevaba en la mano bolsas de las cosas que se había comprado esa tarde. Zayn ya no sabía dónde metía toda su ropa; sospechaba que su vestidor llevaba a Narnia, pero no lo había comprobado.
 Pasaron al lado de una pareja de más o menos su edad. La chica se giró para tirar un papel, y sus ojos y los de Zayn se cruzaron una milésima de segundo.
 -¡OH DIOS MÍO, ES ZAYN MALIK!- chilló esta. El chico soltó la mano de Perrie y se acercó hasta ella, haciéndole gestos para que dejase de gritar. La fan le hizo caso, aunque no dejó de hacer ruiditos y saltar alrededor del chico.
 -Por favor, no grites, intentamos pasar desapercibidos...
 -¡Te has pintado un bigote!- exclamó la chica intentando no gritar.
 Zayn se sonrojó, mientras ella le pedía un autógrafo a Perrie.
 -Espera...- el chico que acompañaba a la fan miró a Zayn frunciendo el ceño.- Yo a ti te vi. En Fin de Año. ¡Si, en la discoteca esa del centro!
 Zayn abrió mucho los ojos. Se giró, rezando por que sólo lo hubiese oído él, pero no había sido así; Perrie le miraba extrañada. Ella pensaba que estaba pasando Fin de Año con Niall en casa de este.
 -¡Estabas con una chica, muy guapa ella! Sí, con Samantha... Es amiga de mi hermano. ¡No parecía muy contenta cuando te fuiste!
 Ahora la expresión de Perrie era un cuadro. Zayn intentó aparentar que no había pasado nada, pero sabía que a Perrie no podría mentirle.
 -Bueno, aquí está vuestro autógrafo...- Dijo, tendiéndoles un papel a cada uno.- Encantado.
 Se alejó de los chicos, mientras Perrie le seguía. No se atrevía mirar hacia atrás, aunque sabía que con su actitud actual sólo hacía que afirmar las suposiciones de su novia.
 -¿Zayn?- preguntó Perrie a sus espaldas. Su voz era chillona. Estaba a punto de llorar.- ¿Qué acaba de pasar?
 -Por favor, Perrie, hablemos de esto en casa...
 -¿Zayn?- repitió ella, ya secándose la primera lágrima.- ¿A qué se refería el chico? ¿Zayn?
 Él se giró, mirándola suplicante. Ella se quedó parada en medio de la calle, sollozando.
 -Yo... Tengo que irme.
 Y echó a correr.

Capítulo 6-Roces de convivencia

-Hey, despierta, Bella Durmiente.- fue lo primero que escuchó Harry al despertarse. Lentamente, abrió los ojos; una chica con un extravagante gorro de mono le saludaba, sonriente. Tardó un poco en recordar todo lo que había pasado.
 -Mmmm... ¿Ya hemos llegado?- preguntó él, desperezándose.
 -Llevamos tres horas en el tren; por lo menos yo las llevo, tú más. Fui al baño un segundo, y cuando volví, estabas dormido. Intenté despertarte, pero no hubo manera, te revolviste un poco, nada más.
 Harry la miró, confundido.
 -¿Cómo que me revolví? ¿Qué me hiciste?
 Sophia sonrió maliciosamente.
 -Cosquillas. Las axilas y la barriga es donde más tienes.
 El chico no pudo evitar ponerse rojo.
 Los dos salieron del tren, que ya estaba prácticamente vacío. Se acercaron hasta el puesto de recogida de maletas. Sólo quedaban cuatro.
 Harry agarró con una sola mano su bolsa de viaje. No pesaba mucho, la había hecho deprisa y corriendo; se había dejado el cepillo de dientes en casa. Recordó con una sonrisa como Louis se ofreció a prestarle el suyo cuando se lo dijo, y la cara de asco que Liam había puesto al oír la conversación.
 Para sorpresa del chico, Sophia agarró como pudo las asas de las tres maletas restantes, intentando que no se volcase ninguna.
 -¿Todas esas maletas son tuyas?- preguntó Harry mientras caminaban hacia la salida.
 -Claro. No podía volver a la universidad, tenía que llevarme todas mis cosas.- dijo ella sin mirarle.- Y son varias.
 Harry decidió no añadir nada más. Una vez fuera, se dispuso a coger un taxi, pero un chillido de mujer le hizo pararse en seco.
 -¡HARRY!- Él se giró al momento. Una chica rubia, alta, de ojos azules, corría tropezando hacia él. Los tacones de infarto no ayudaban mucho en esa situación.
 Mierda. Se había olvidado de Taylor.
 Harry miró hacia Sophia, que a su vez, observaba a Taylor correr como si un loco recién salido del psiquiátrico viniese hacia ella blandiendo un cuchillo.
 -¡TE HE ECHADO MUCHÍSIMO DE MENOS, HARRY!- le chilló en su oreja una vez terminó la carrerita. Le rodeó con los brazos y se colgó de su cuello. Harry la rodeo por la cintura. Él también la había echado de menos.
 -De verdad, siento mucho todo por lo que estás pasando, debe de ser horrible para ti, era un buen amigo tuyo, siento no haber estado allí, pero me enteré tarde...
 -Tranquilízate, Taylor. Respira hondo.- Harry la cogió por los hombros y practicó con ella la respiración profunda. A veces le daban esos ataques de histeria, no era la primera vez.- Ya estoy aquí, ¿vale? Podrías haberte matado con esos tacones...
 -Para nada, tengo mucha práctica.- dijo ella, pasando su brazo por los hombros del chico y girándose a la izquierda. Tenía intención de irse.
 -Espera, espera.- le cortó Harry, frenándola. Le hizo una seña a Sophia para que esta se acercara.- Te presento a Sophia; se quedará con nosotros en casa un tiempo. Sophia, esta es Taylor.
 -Como para no saber quién es; un placer, Taylor. Me encanta tu música.- dijo Sophia, acercándose para darle la mano. Tayor se apartó en el último momento.
 Asco no es la palabra exacta para describir la cara de la chica en ese momento. Miró a Sophia de arriba a abajo, analizando su vestimenta; después le dedicó una sonrisa que podría haber congelado a un esquimal.
 Harry estaba sorprendido, y miro a Taylor con cara de recriminación; pero ella no le devolvió la mirada.
 - Vaya, ¿por qué no me la has presentado hasta ahora, Harry?- preguntó, sin dejar de mirar a Sophia, que en ese momento tenía el ceño fruncido y parecía a punto de estallar.
 -Nos acabamos de conocer ahora mismo, en el tren.
 -Vaya... Que casualidad. Bueno, se está haciendo tarde. Desgraciadamente, sólo he traído un coche de dos plazas, Sophia tendrá que ir en taxi hasta casa...
 Harry miró a la chica con cara de culpabilidad.
 -¿Te importaría ir en taxi? Lo siento mucho, pero...
 Ella dibujó una sonrisa.
 -Para nada.
 -Genial. Espera, voy a apuntarte la dirección.- Harry sacó un trozo de papel del bolsillo. Como leyendo sus pensamientos, Sophia le tendió un bolígrafo.- Toma. Si llegas antes que nosotros, llama y pregunta por Cassandra. Es el ama de llaves, te dejará entrar.- Harry sonrió y volvió junto a Taylor.
 Ella lo miró con cara de indignación.
 -¿Por qué se queda con nosotros? ¡La acabas de conocer!
 -La han echado de la universidad, no tenía a donde ir. Es una chica muy maja, ya verás; sólo tienes que conocerla un poco. Y no seas tan mala, ha intentado saludarte y te has apartado.- Harry miró a Taylor con una ceja arqueada.- venga, sólo serán unos días.
 No estaba muy seguro de que eso que había dicho fuese del todo cierto.

 No tardaron mucho en llegar a la casa de Harry. Se encontraba en un barrio apartado, en una urbanización con portero para que las fans locas no se pudiesen pasear a sus anchas. A Harry eso último tampoco le molestaba, pero su mánager había sido muy claro; cuidado con las fans.
 Era una casa bastante grande, con un jardín lleno de flores y un columpio que Louis y Niall se habían encargado de poner. Por dentro, la casa constaba de cinco habitaciones y tres baños. Había sido reformada hacía poco, y el chico no se había tenido que preocupar por la decoración del hogar, que, francamente, siempre había detestado. Unos cuantos muebles de Ikea y listo.
 Taylor se había mudado unas pocas semanas antes de lo ocurrido. Le encantaba la casa, el lugar y el jardín; era una amante de los espacios abiertos y le gustaba practicar con la guitarra en el antes mencionado columpio. Harry la observaba desde la ventana; parecía otra cuando lo hacía.
 Cuando llegaron hasta la puerta, se encontraron a Sophia sentada en el escalón de la entrada, esperándoles con una sonrisa.
 -He llamado, pero no había nadie.
 -Les di instrucciones de que no contestasen a ninguna llamada hasta que volviésemos. Lo siento mucho.- dijo Taylor, sonriéndole. Estaba haciendo un esfuerzo tremendo para ser amable, y Harry lo notaba. Y Sophia también.
 -Creo que hemos empezado con mal pie.- continuó Taylor.- no he sido de lo más amable antes, pero no me gustan las visitas inesperadas. Me encantaría que me perdonases.
 -Ehh... Claro. Olvidado.- contestó Sophia, levantándose del escalón.- No importa, yo también reacciono mal con extraños.
 -Bueno, ¿por qué no entramos?- dijo Harry, sacando la llave y abriendo la puerta.
 Los tres chicos pasaron hasta el jardín. Harry se sentía contento; por lo menos no habría tensión en el ambiente los siguientes días.

 ¿O sí la habría?

martes, 15 de enero de 2013

Capítulo 5- Vuelta a empezar

Zayn sacó las llaves de su bolsillo para abrir la puerta de casa. No había vuelto allí desde el día de Fin de Año, y no le apetecía nada quedarse; basicamente, porque significaría tener que volver con Perrie, mentirle otra vez. Sentía que iba a costarle acostumbrarse.
 Detrás suya, Louis le miraba preocupado. A su amigo nunca se le había dado bien mentir. Y sentía que quizás su consejo no había sido del todo acertado.
 Después de un minuto en el que no conseguía acertar con la llave, Zayn abrió la puerta del piso.
 -Bueno.- dijo, girándose. Louis y Liam seguían allí, vigilándole.- Creo que a partir de aquí, puedo solo.
 Liam se acercó y le dio un abrazo.
 -Pase lo que pase... Para lo que necesites, ¿me oyes?- le dijo, antes de separarse.
 Zayn asintió.
 -Pues claro que lo sé.
 Louis no se acercó a darle un abrazo. Quizás Liam le hubiese perdonado, pero él lo tenía demasiado reciente para eso.
 -No importa.- dijo Zayn, sonriendo. Quizás mentir no se le diese bien, pero sabía perfectamente lo que cada uno pensaba.
 Louis se despidió con la mano, y siguió a Liam por el pasillo que llevaba al ascensor.

 Zayn no se decidió a entrar en casa hasta que las puertas del ascensor se cerraron. Desearía poder irse, marcharse a pasear y reorganizar sus ideas, pero no podía.
 En cuanto cerró la puerta a sus espaldas, escuchó pasos bajar por las escaleras.
 -¡ZAYN!¡DIOS MÍO, ZAYN!- gritó Perrie, bajando descalza por las escaleras.-¡TE HE ECHADO MUCHISÍSIMO DE MENOS! ¡VEN AQUÍ AHORA MISMO!-saltó encima suya, agarrándolo por el cuello para no escurrirse hasta el suelo. Zayn intentó sujetarla sin tocarla demasiado; intentaba forzar una sonrisa, pero su ánimo estaba por los suelos.
 -Lo siento mucho, Zayn, siento no haber ido a...- Perrie le miró y se abrazó más a el.- Pero no me dijiste nada, y me enteré de lo que había pasado demasiado tarde... Y pensar que estaba enfadadísima contigo por no llamarme... ¡TE HE ECHADO MUCHISIMO DE MENOS!
 Zayn sonrió, esta vez de corazón. Le acababa de dejar el oído izquierdo inutilizado.
 Por fin estaba con ella.
 Antes de entrar en casa había creído que podría aguantar el secreto, que podría simplemente evitarlo.
 Pero ahora que la tenía allí, sabía que debía decírselo. La quería demasiado como para ocultarlo. Debía confesar, y que decidiera ella.
 Pero no hoy.
 -Yo también te he echado mucho de menos.- le contestó él, abrazándola.
 -Zayn... Me estás estrujando.
 -Corre, llevo muchos días sin verte...
 Zayn la bajó hasta el suelo y la arrastró escaleras arriba.

 Liam y Louis salieron del edificio juntos. La calle estaba realmente congelada, y las pocas personas que pasaban iban abrigadas hasta las cejas.
 -Hay que estar bien drogado para salir a la calle...- dijo Liam abrochándose el abrigo hasta arriba.
 Louis le miró, flipando.
 -¿Qué pasa? Ni que dijera una mentira...
 -No es propio de ti hablar de esa forma, Daddy Directioner.
 Liam resopló.
 -Daddy Directioner... Creo que es una indirecta sobre que tengo cara de viejo. O que soy aburrido.
 -A las mujeres les gustan maduritos y experimentados... Creo que es más bien por eso.
 Liam empujó a Louis riéndose.
 -Será por eso.
 -¿Entramos?
 Louis señalaba un Starbucks que había en la esquina de la calle.
 -¿Starbucks? Qué hipster.
 -Tengo que ir al baño, como si es Nando's.
 Louis no se dio cuenta de lo que estaba diciendo hasta que lo oyó. Liam bajó la cabeza y entró, sin decir nada más.
 -¡MIERDA!- gritó Louis, dándole una patada a la papelera. Esta saltó por los aires, derramando todo su contenido por el suelo de la calle. Miró a su alrededor; un montón de gente se había parado a observarle. Entró en la cafetería sin decir nada más.
 ¿Por qué tenían que estar ellos en esa situación?
 ¿Habían hecho algo malo y era su castigo?
 Pasó al baño sin pararse en la mesa donde Liam miraba por la ventana, todavía con la cabeza gacha. Se miró al espejo; no reconocía lo que veía. Un chico con unas tremendas ojeras y arrugas de expresión en la frente le devolvía la mirada. Unos ojos azules le desgarraban, acusadores. Dos manos blancas como la cal se aferraban al lavabo como si su vida dependiese de ello.
 Se apartó del espejo. Su reflejo le molestaba.
 No tardó mucho más en salir del baño. Para cuando volvió junto a Liam, este ya se había recompuesto; una sonrisa forzada intentaba hacerle sentir que no había pasado nada hacía dos minutos. Louis miró por la ventana. La papelera seguía ahí, tirada, donde la había dejado.
 -No podemos seguir así, Louis. Estás mal. ¿Te crees que no nos damos cuenta?
 -"¿Nos damos?" Harry se ha ido, no sé donde está. Zayn... Ya tiene suficientes problemas como para fijarse en mí. Y Niall está muerto.- Louis cogió un pastelito que había pedido Liam; sabían a canela y a plátano. Aj. Odiaba la canela.- Así que, corrijo; te has fijado.
 Liam resopló.
 -Oh, vamos, ¿y tú estás bien? ¿Alguno de nosotros está bien?
 -Pues no, pero yo lo llevo mejor que tú.
 Louis rió, tirando el pastelito a la papelera de al lado.
 -¿Quieres un pin o un aplauso?
 Liam bajó la cabeza.
 -A eso me refería.
 Louis resopló, sacudiéndose el pelo.
 -Joder, lo siento mucho, Liam. No quería ser borde, pero...
 -No importa.- le interrumpió él.- Lo entiendo. No me parece mal.
 Louis sonrió. Tenía unas ganas tremendas de darle un abrazo.

lunes, 14 de enero de 2013

Capítulo 4- Vuelta a Londres

Harry apoyó la cabeza en el cristal de la ventanilla del tren. Había tenido que mirar mal a una niña pequeña durante varios minutos hasta que esta decidió sentarse al lado de su madre, dejando el sitio libre. Ahora había ganado vistas, pero también enemigos;  la madre de la niña estaba intentando contraatacar con su mismo ataque. Pobre aficionada. Él había inventado esa táctica.
 Se frotó los ojos, ya menos hinchados que esa tarde. Le habría gustado quedarse la ceremonia entera, pero sabía que, si lo hubiera hecho, habría acabado montando una escena. Ya se lo estaba imaginando: Él subido a una lápida, gritando que el chico moreno que fingía llorar de pena era un mentiroso, que les había hecho creer a todos que era un buen amigo, amable y cariñoso, cuando en realidad era frívolo y asquerosamente falso. 
 Harry se dio un pequeño cabezazo en el cristal. Después de tanto tiempo junto a él, compartiendo risas, bromas... Y en realidad, no lo conocía. No sabía lo que era capaz de hacer. Y eso le jodía.
 Él mismo se jactaba de elegir muy cuidadosamente a sus amigos. De sólo confiar en las personas indicadas. Y había confiado en él. Puede que más que en ningún otro. 
 Ni siquiera acababa de creérselo. No sabía por dónde cogerlo; ¿es que siempre había sido así, sin importarle una mierda los demás? ¿O es que la situación límite le había llevado a actuar de esa forma? ¿Era el miedo a las consecuencias lo que le había hecho traicionar a su amigo después de muerto? En cualquiera de los casos, era despreciable. Pero no era igual.
 A Harry le costaría mucho perdonar a su amigo si la correcta era la segunda opción.
 Pero, ¿y si era la primera?
 -Uy, lo siento.- escuchó una voz a su derecha. Una chica morena acababa de entrar en el vagón, pisando el pie de la madre, que la miraba enfadada.- Discúlpeme, no quería pisarla...
 -¿No ves que no hay sitio?- le espetó la mujer, ignorándola.
 La chica cambió la expresión, dando paso a la ira.
 -Mire, señora.- comenzó, pasando el peso del cuerpo a la pierna. Harry la miró, confundido.- Me importa más bien poco el mal día que haya tenido, que su hija sea una insoportable llorona o que su marido pase de usted olímpicamente  Me acaban de echar de la universidad y no tengo ni idea de dónde voy a pasar la noche. Así que, si no le importa, me encantaría que se apartase para que me pueda sentar delante de ese chico tan guapo y pueda llorar en paz de una vez, por favor.
 Y, sin esperar a que la mujer apartase el pie, pasó hasta el sitio libre, en frente de Harry, pisándole el pie de nuevo.
 Que Harry se había quedado de piedra se quedaba corto. No podía dejar de mirar a la chica. Piel morena a pesar de ser invierno, pelo corto y muy rizo, ojos grandes y verdes, labios carnosos. Un gorro con forma de mono le cubría la cabeza. Vestía sudadera y pantalones vaqueros, y unas Vans que estaban algo mojadas.
 La mujer se levantó, cogió a su hija de la mano y la arrastró fuera del compartimento del tren. La chica apoyó la cabeza en el cristal, como había estado haciendo él minutos antes. Una lágrima le corrió por la mejilla, hasta gotear al suelo.
 Más adelante, Harry no podría recordar por qué había empezado a reírse. Quizás por todas las cosas que habían pasado, en un márgen tan corto de tiempo. Quizás porque su vida había dado un vuelco. Quizás porque ya no se reconocía. Quizás porque estaba harto de llorar.
 La chica se giró, otra vez con esa expresión de ira.
 -¿Y tú de que te ríes?
 Harry, que había ocultado la cabeza entre las manos, la miró, sin dejar de reírse. Ella abrió mucho los ojos, sorprendida.
 -Espera, ¿tu no eres...? Nah, no puede ser.
 -Si, soy Harry Styles.- cortó él, sin parar de reir.- Encantado...
 La chica frunció el ceño.
 -En serio, me encantaría saber de qué te ries.
 Por mucho que le gustase la idea, no podía soltarle todos sus problemas a una desconocida, así que decidió  inventarse algo.
 -Esa señora lleva todo el viaje mirándome mal, y has llegado tú y ha huído. Simplemente, me hizo gracia su cara de miedo.
 No era del todo mentira.
 La chica se secó la lágrima con la manga de la sudadera, y sonrió un poco.
 -Yo... ¿he dado mucho miedo? 
 -Un poquito...
 Harry sonrió.
 -Ahora que sabes quién soy, me encantaría estar en igualdad de condiciones.
 -No veo la razón por la que debería decirte mi nombre. Eres un famoso, pero no te conozco.
 Harry se sacó un paquete de chocolate del bolsillo.
 -Podría... Darte esto. 
 La boca de la chica dibujó una O mientras se tensaba en el asiento.
 -Me llamo Sophia. ¿Me lo das?
 -Sophia... Mejor lo compartimos, Sophia.
 La chica gruñó, pero aceptó la mitad de la tableta.
 -Y, bueno, Sophia... ¿Es cierto que te han echado de la universidad?
 Ella bajó la mirada hasta la tableta de chocolate, o lo que quedaba de ella.
 -Sí. 
 -¿Y eso?
 -Defendí a un compañero en una pelea, él huyo y los profesores sólo me encontraron a mi con los demás chicos. Ellos dijeron que les había atacado primero, y como el otro se marchó, no tenia nadie que probara mi historia.- suspiró, rascándose la cabeza.- Y aquí estoy.
 Harry sonrió. Eso debía de ser una verdadera putada. 
 -¿Y qué vas a hacer?
 -Pues... No lo sé. No soy de aquí, soy griega. Así que no tengo adónde ir...
 Harry se recostó de nuevo en la ventana, pensativo. ¿Y si...?
 ¿Cómo se iba a quedar solo en una casa tan enorme?
 Los recuerdos le matarían.
 -Siempre puedes quedarte en mi casa.- dijo, sin pensarlo.- Es grande de sobra.
 Sophia sonrió de oreja a oreja. 
 -¿De verdad no te importa?
 -Claro que no. Para nada.
 Sophia dio un suspiro.
-Qué susto.- dijo, comiéndose lo que quedaba de la tableta de chocolate.- Pensé que no lo dirías nunca.

domingo, 13 de enero de 2013

Capítulo 3- El Entierro

Liam se recostó encima de la mesa de la casa de Niall, frotándose los ojos para ocultar las lágrimas. Zayn acababa de terminar de contárselo todo, sin dejarse un detalle, ni obviar nada, ni siquiera el asunto de Samantha. Louis, sin embargo, tenía los ojos muy abiertos, y no los apartaba de él; no reconocía al protagonista de la historia que el chico acababa de relatar. El chaval que había engañado a la chica de la que estaba enamorado, que había sido capaz de mover el cadáver de uno de sus mejores amigos para inculparle de algo que no había hecho, no podía ser el mismo chico que estaba allí sentado, en frente suya, secándose las lágrimas y ahogando los sollozos.
 Harry permaneció callado, mirando al suelo. El gorro que llevaba para ocultar el enredado y sucio casco de rizos castaños se le había bajado hasta los ojos, ocultándolos de los demás. No lloraba. Ni había estallado en gritos. Simplemente pensaba.
 -Joder.- dijo Zayn, después de un rato.- Gritadme, echadme la bronca, pegadme, pero no os quedéis callados. Por favor.
 Liam levantó la vista de la taza de café, con los ojos extremadamente rojos.
 -No puedo creer lo que has hecho Zayn. De verdad. No me cabe en la cabeza. ¿Así mejor?
 -Yo... Estaba acojonado, ¿vale? No sabía que hacer... Todo pasó muy rápido... De repente, me encontré ahí tirado, con Niall muerto... No sabía que hacer...
 -¿Y lo solucionaste echándole la culpa del accidente?- saltó Louis, con voz calmada. No podría gritarle aunque quisiese.- No me creo que fueras capaz de hacer eso. Es demasiado... frívolo. Como si no lo conocieses de nada.
 -Lo que a mi de verdad me sorprende.- cortó Liam, bebiendo otro trago de café. Se había quedado frío y estaba asqueroso.- Es que asumieses tan rápidamente que estaba muerto. Yo no me lo podría creer si fueseis cualquiera de vosotros.
 -Simplemente... No le encontré el pulso.
 -¿QUÉ?- gritó Harry, levantándose de un salto de la silla.- ¡¿EN SERIO?!"Vaya, mira por donde, no le encuentro el pulso, está muerto. Le cambiaré de sitio para que nadie sepa que ha sido culpa mía." ¿¡FUE MÁS O MENOS ASÍ O ME OLVIDO DE ALGO?!
 -Harry, tranquilízate...- le dijo Louis, intentando sentarlo de nuevo en la silla, pero él se separó de un manotazo.- No sé por qué siempre tengo que ser yo el que te calma...
 -No me puedo creer lo cobarde y falso que has sido.- continuó Harry, esta vez sin gritar.- No te conozco. Me das asco.
 Dicho esto, se marchó de la cocina, dando un portazo al salir.
 Liam y Louis se miraron. Entendían perfectamente a su amigo, y ellos compartían su opinión; pero necesitaban saber cómo Zayn podía haber llegado a hacer algo así. Al fin y al cabo, seguía siendo su amigo.
 Este escondió la cabeza entre las manos.
 -Zayn... no llores más. Ya está hecho.Ahora no puedes hacer nada.
 -¡No he podido dormir en todo el tiempo que ha pasado!- exclamó él.- Cada vez que cierro los ojos se me aparece su cara... Dios mío, no me reconozco...
 -A decir verdad, nosotros a ti tampoco.- dijo Louis. Liam le miró acusadoramente.- No Liam, sabes que tengo razón. No sabemos como has podido hacer algo así. Pero ahora ya está, Niall está muerto. Ese, y lo siento si os molesta, es el menor de tus problemas. Los remordimientos nunca desaparecen, pero aprenderás a sobrellevarlos. Sin embargo, una amiguita tuya sigue viva y coleando.
 -¿Sam?.- Zayn le miró sin saber que quería decir.- ¿Qué pasa con ella?
 -Está despechada, Zayn. Le diste de calabazas. Puede y, créeme, quiere contarle a todo el mundo tu pequeño desliz. Me extraña que no lo haya hecho ya.- se rascó la cabeza con las uñas, mirando a sus dos acompañantes con las cejas arqueadas.- Tienes dos opciones: O contarle a Perrie lo que hiciste, o hablar con Sam... y llegar a un trato.
 Zayn se recostó en la silla, resoplando. Demasiados problemas...
 -¿Vosotros que haríais en mi lugar?
 Liam miró hacia los lados intentando escapar de la pregunta. Al ver que esperaban por su respuesta, se encogió de hombros.
 -Pues... yo se lo diría a Perrie. Ya le has mentido lo suficiente, lo mejor sería que fueses directamente y le contases la verdad.
 -Yo no estoy de acuerdo.- le interrumpió Louis.- ya lo has hecho. No tiene solución. ¿Para qué hacerle daño a ella? No se lo digas y continúa como hasta ahora. No tiene por qué enterarse.- intentaba parecer despreocupado, era lo que siempre hacía en las situaciones de estrés.
 -¿Y... funciona?- preguntó Zayn. Eso era mucho más fácil que soltárselo a la cara.
 Louis le miró directamente.
 -No lo sé. Nunca he engañado a una novia.
 Zayn se levantó. Necesitaba pensar.
-Ni se te ocurra marcharte.- le espetó Louis adivinando sus pensamientos.- Hay que salir ya. El entierro es dentro de nada.
 Zayn asintió.
 Los tres chicos salieron de la casa, que quedó vacía y solitaria.

 La iglesia de Mullingar estaba hasta los topes de gente. Centenares de personas se acercaban hasta allí; los chicos reconocían a algunos como antiguos compañeros de The X Factor, ayudantes de rodajes de videoclips, estilistas... Todos habían ido.
 Zayn miraba a los lados, intentando disimular los remordimientos. No podía evitar pensar que si las cosas hubiesen sido de otra manera, si se hubiese quedado en casa con Perrie, o si hubiese bajado la velocidad cuando debía, su amigo rubio seguiría allí.
 Se acercaron hasta la familia de Niall a presentar sus respetos. La madre de este estaba apoyada en el hombro de su padre, los dos intentando aguantar las lágrimas. Se abrazaron a los chicos en cuanto los vieron, y les dieron las gracias por haber venido. Zayn consiguió escaparse antes que los demás, no aguantaba verles más de lo necesario.
 Entró en la iglesia, seguido de Louis. Se acercó hasta el ataúd con pasos temblorosos; no quería hacerlo,pero sentía que era lo menos que debía hacer. Así que se asomó.
 No se quedó mucho tiempo a observarlo. Se alejó tambaleándose hasta el banco más cercano, aguantando a duras penas las lágrimas.
 -Venga... Ya está.- Louis estaba detrás de él.- Vamos a buscar sitio. La gente se está acercando, tranquilízate.
 Se sentaron en una de las primeras filas. La ceremonia no duró mucho; Zayn tampoco prestó mucha atención, sólo estaba allí dentro por compromiso. Sacaron el ataúd hasta el cementerio entre su familia; los chicos lo siguieron de entre los primeros.
 El panteón familiar era realmente bonito. Estaba muy cuidado, y flores de todos los colores reposaban en las tumbas de los familiares de Niall. Las personas se colocaron en semicírculo alrededor.
 Zayn observó cómo bajaban el ataúd sin perder un detalle. Debía escuchar los consejos de sus amigos. Lo que había hecho estaba realmente mal, era horrible; pero podía arreglarlo. En ese mismo momento, estaban enterrando a la única persona que podría revelar la mentira. Ahora sólo debía mantener el secreto. Los remordimientos no cesarían, pero aprendería a sobrellevarlos. Al menos eso decía Louis.
 Decidió que su mejor opción era guardar el secreto. Iba a costar, pero...
 Las cosas se estaban poniendo cada vez más difíciles.
 Ya no era un niño.
 La verdad no era una opción.
 Se secó la solitaria lágrima que escapaba por su mejilla. La decisión estaba tomada.
 Más atrás, en las últimas filas, una figura que ocultaba su casco de rizos castaños bajo un gorro de lana se alejó de la lápida, secándose las lágrimas mientras se lo tragaba la oscuridad.

Capítulo 2- La verdad sobre Fin de Año

31 de Diciembre de 2012, 11:00 de la noche. Centro de Londres.

 El ambiente de la discoteca era agobiante. Lo primero que Zayn Malik vio al entrar por la hortera puerta del club fue cientos de cuerpos sudorosos, bailando al mismo ritmo, delante del DJ. La música era ensordecedora, las luces brillaban por su ausencia, pero, a pesar de todo eso, parecían divertirse. Él mismo aún recordaba los tiempos en los que era como ellos. Despreocupado. Se divertía con cualquier cosa. Ahora las cosas habían cambiado. ¿Para mejor?
 Ser cantante era su sueño desde que tenía memoria. Pero las cosas se habían torcido. La gente no los consideraba artistas de verdad, no los tomaban en serio; pensaban que ganaban dinero por su cara bonita, nada más. Y Zayn no estaba seguro de que no fuera eso lo que hacían.
 Por supuesto, ni a él ni a Niall se les ocurrió ni por un momento juntarse con la sudorosa multitud. No ahora que podrían reconocerlos.
 Un armario con cabeza los condujo hasta un reservado en la parte más alta del recinto, ocupado ya por algunas personas, supuestamente famosas. Se suponía que Zayn debía conocerlos, pero no se acordaba de ninguno. Si se asomaban a la barandilla tenían una mejor visión de todas las personas que se arremolinaban alrededor del DJ.
 -Hey, Zayn, ¿has visto la barra?- exclamó Niall, sin quitarle la vista al mueble, que estaba lleno de licores de todo tipo.
 Zayn miró a su acompañante con mirada acusadora.
 -Venga, porfa, es Fin de Año...- suplicó este, adivinando lo que pensaba.- Te prometo que no me pasaré. Por favooooooorrr...
 Zayn rió.
 -Cuidado con el vodka y el whisky. ¡Y ni se te ocurra mezclar alcoholes!
 -¿Cómo lo sabes? Tu no bebes...
 -Eso es lo que tú crees.
 Niall rió y se dirigió hacia la barra, saludando a una chica con un tremendo escote que dejaba poco a la imaginación.
 Zayn rió. Niall ni se había fijado en el escote. La había mirado a los ojos.
 Desde que lo conoció, le había catalogado como uno de esos pocos chicos que de verdad no se fijan en el físico del sexo opuesto. No es que intentara labrarse una fama de sensible; es que de verdad lo era.
 -Escuchando a Justin Bieber... Poco menos se puede esperar.- susurró Zayn para sí mismo.
 Se asomó de nuevo a la barandilla, sumido en sus pensamientos. Esta noche de Fin de Año no era la misma que la anterior; Louis estaba pasándola con sus padres en Doncaster, Liam y Danielle se había ido de viaje y      Harry había decidido, después de muchas miradas acusatorias por parte de los demás, presentarle a sus padres a Taylor.
 No era un secreto que entre Zayn, Niall, Liam y Taylor Swift la amabilidad no circulaba. Entre el rubito y la nueva conquista de Harry nunca hubo mucho amor, pero ahora más que nunca, las cosas estaban tensas. Sin embargo, las revistas habían ido un paso más allá, y se habían inventado que ellos estaban dejando de lado a Harry por su relación. Zayn rió. Ellos intentaban boicotear a la rubita estirada, no a su amigo.
 Él mismo había dejado a Perrie para pasar el Fin de Año con Niall. Su relación no estaba en su momento más fácil. Notaba que ya no era el mismo... Pero ella seguía igual que cuando se conocieron. Igual de adorable. Pero él ya no.
 Además, ya no la miraba igual desde lo que había pasado.
 De pronto, divisó una figura familiar en el reservado que estaba en frente de él. Se inclinó más a la barandilla y achinó los ojos. No estaba seguro...
 Piernas largas. Extremadamente delgada. Piel morena. Pelo rubio platino. Ojos negros.
 Samantha.
 Mierda.
 -Me ha visto... Joder.- exclamó Zayn, sin intentar disimular que estaba hablando solo. Se giró. Niall estaba rodeado de tres chicas, cada una de ellas más escotada que la anterior. Tenía la coctelera en la mano, y estaba haciendo malabares con trozos de lima. Se lo estaba pasando bien.
 Volvió la vista hacia el otro reservado; Samantha estaba apoyada en la barandilla, exactamente con la misma posición que él, y le observaba. El moño tirante que llevaba dejaba ver su ceja arqueada en un perfecto ángulo. Su sonrisa era maliciosa.
 Se apartó, y, sin dejar de mirarle, se dirigió a las escaleras.
  Él hizo lo mismo.
 -¿Qué haces aquí?-le preguntó a la chica al reunirse con ella. La cogió del brazo y la llevó a una esquina oscura, sin demasiada delicadeza. No le apetecía despertarse mañana ocupando todos los titulares de las revistas con otra chica que no fuese Perrie.
 -Vaya, vaya... ¿Y el chico amable y romántico con el que me acosté la semana pasada?- dijo ella, ignorando su pregunta.- Pareces un poco estresado...
 -¿Me estás siguiendo?- preguntó él. acercándose a ella.
 Samantha rió. Tenía la risa más cantarina que había oído nunca.
 -Como si no tuviese otra cosa que hacer, Zayn. No soy una fan loca que te tira el sujetador en los conciertos. Yo también salgo en Fin de Año.
 Zayn reprimió una mueca.
 -Aunque, siendo sincera... Esperaba encontrarme contigo.- susurró ella. Pasó sus manos por la cintura del chico, acercándolo más a ella.
 -Para, Sam.- dijo él, intentando apartarla.
 -La semana pasada no me pedías precisamente que parara...- contestó ella, volviendo a rodearlo con los brazos.
 -La semana pasada no es hoy. Para. No quiero volver a engañar a Perrie.
 Samantha se separó de él como un resorte. Le miró de arriba a abajo, con una mezcla de asco y decepción.
 -Tampoco es que valieras mucho.- dijo, girándose.- La tienes pequeña.
 Zayn volvió a su reservado con una mezcla de alivio y miedo. ¿Lo diría en serio?

 -Niall, estás realmente perjudicado.- dijo Zayn al acercarse a la barra. Niall y las tres chicas estaban sentados en un sillón con pinta de caro, todos con copas en la mano. El chico estaba con la camisa por fuera, el pelo revuelto y el aliento apestando a whisky.
 -Puede...- contestó él, arrastrando las palabras.- Pero eso no quita que esté compleeetamente lúcido. ¿Sabías que los rubios somos los chicos más atractivos por estadística?
 -Niall, eres teñido. Eso no cuenta.
 -¡Por que tú lo digas!
 -Anda, vamos a llevarte a casa...
 -¡Pero si la fiesta acaba de empezar!
 -Y tú ya estás borracho. Vamos...- Zayn se acercó al sillón y tiró de su amigo para que se levantara. Éste se tambaleó, y por poco pierde el equilibrio, pero consiguió mantenerse erguido.
 -¡Deja ahí el vaso, Niall!- Exclamó Zayn cuando vio que el chico tenía pensado llevarselo a casa.- Ya has bebido suficiente whisky.
 -Pareces mi madre... Incluso tienes su pelo. Si...
 -Niall, tu madre es rubia.
 -Esa es mi madre mortal. ¡HABLO DE MI MADRE DUENDE!
 Zayn arrastró al chico como pudo hasta el coche. Cuando consiguió meterlo en el asiento del copiloto y atarle el cinturón, divisó a un par de paparazzis detrás de un seto.
 Perrie no sabía que estaba allí.
 -Mierda, ¡MIERDA!
 No podía dejar que viesen a Niall borracho otra vez. Eso le hundiría.
  Se metió de un salto en el asiento del conductor y pisó el acelerador.

 La carretera estaba oscura y no se veía muy bien. Zayn conducía acelerando lo máximo. Los paparazzis hacía tiempo que habían quedado atrás, pero... No sabía por qué, no podía hacerlo más lento.
 Todo pasó muy rápido.
 Un ciervo. Un volantazo. Un árbol.
 Una vuelta de campana.
 Zayn siempre había sido de los que reaccionan quedándose de piedra. No gritaba al llevarse un susto. Esto no fue una excepción.
 Niall si que gritó. Gritó y gritó, y, de repente, se calló.

 Habían aterrizado de lado. El parabrisas había saltado, así que Zayn pudo arrastrarse fuera del coche. Miró hacia los lados. Todo estaba en silencio.
 Corrió hasta Niall. Estaba con la cabeza hacia delante, su pelo se había teñido de rojo.
 Zayn le buscó el pulso.
 Otra vez.
 Y otra.
 -¡NIALL!- gritó, sacudiéndole.- ¡NIALL!
 Se apartó del cadáver, con la mano en la boca.
 Hacía dos semanas que había perdido la licencia de conducir por ir demasiado rápido.
 Había tenido un accidente. Sin licencia.
 Había muerto una persona.
 Zayn se sentó en el suelo, se volvió a levantar, y comenzó a caminar hacia los lado.
 No sabía que hacer.
 Volvió a sentarse.
 ¿Y si...?
 Se levantó de nuevo.
 Él estaba muerto...
 Se acercó al cuerpo del chico, y, con lágrimas en los ojos, le desabrochó el cinturón. Cuidadosamente, cambió de lado al chico, colocándolo en el asiento del conductor.
 Se alejó del coche tambaleándose y se echó a llorar.
 ¿Qué clase de persona era?

sábado, 12 de enero de 2013

Capítulo 1- Cambios

El día del entierro de Niall, las nubes cubrían el siempre perfecto cielo del que Mullingar presumía en todas sus postales. Comenzó a llover sobre las tres de la tarde, una hora antes de que diera comienzo la ceremonia. Los cuatro chicos estaban reunidos en la mesa del comedor de la casa que Niall tenía en su pueblo natal. Sus caras reflejaban la desolación que sólo se ve pocas veces en la vida, la incertidumbre por lo que podría pasar más adelante y la tristeza de haber perdido a, no sólo un amigo, sino a un hermano.
 -Creo que deberíamos hablar de lo que pasó, Zayn...- comenzó Liam, dejando la taza de café que tenía entre las manos. No era que el café le entusiasmara, y menos el solo, pero en tres días no había dormido más de dos horas.
 -Pues yo creo que ya hemos hablado de eso suficiente.- Cortó Zayn, dejando el periódico del día. La portada la ocupaba una foto del Mercedes Clase A que llevaban esa noche. El coche estaba completamente destrozado, inservible; sólo pudieron salvar algunas piezas.
 La noticia había sido titular en la mayoría de los periódicos a escala mundial. Que, la noche del 31 de Diciembre, Niall Horan y Zayn Malik tuvieron un accidente de camino a casa. Que Niall, el conductor, había muerto en el acto. Y también, que éste triplicaba la tasa de alcohol en vena permitida. Todo había sido filtrado a la prensa.
 -No me jodas, Zayn.- dijo Harry, frotándose los ojos. Unas enormes ojeras se le habían formado, debido a la falta de sueño y a todas las veces que había llorado, a veces a escondidas, a veces no.- Deja de mentir, coño. Sabes que a la prensa puedes colárselo, pero a nosotros no.
 Zayn bajó la mirada hacia el periódico de nuevo, sin decir nada.
 Harry suspiró.
 -Así es como se supone que arreglas las cosas, ¿no?- siguió Harry, apartándo la silla de la mesa de un empujón y levantándose.- Mintiendo y ocultando. ¿Es eso, no? ¿Y te funciona? ¿Duermes por las noches?
 -Harry, ya, para...- susurró Louis, en voz baja. Los días sin dormir le habían dejado afónico, y casi no tenía voz.
 -¿Por qué, Louis? ¿Por qué tengo que parar? ¡Nos está ocultando algo, lo sabes tan bien como yo! ¿Por qué sólo yo tengo los cojones de decirselo a la cara?- Se acercó hasta Zayn y puso su cara a pocos centímetros de la suya.- Dinos lo que pasó realmente, o te juro que lo averiguaré yo.
 -¿Y qué me vas a hacer? ¿Torturarme?- contestó Zayn, levantando la cabeza. Sus pupilas estaban dilatadas, y parecía peligroso.- No tienes ni idea de lo que pasó, Harry, ni idea. Tampoco es algo que me guste recordar.
 -Déjate de gilipolleces.- le interrumpió Harry de nuevo.- Todos sabemos que Niall no había probado el alcohol desde que su padre le dio el ultimátum aquella vez.
 -En eso te equivocas.- contestó Zayn, sentándose sin quitarle la mirada de encima.- ¿De verdad queréis saberlo?
 -Creo que eso es evidente.- dijo Liam, recostándose en la silla de madera.
 -Muy bien.- contestó Zayn.- Pues os lo contaré.