sábado, 19 de enero de 2013

Capítulo 6-Roces de convivencia

-Hey, despierta, Bella Durmiente.- fue lo primero que escuchó Harry al despertarse. Lentamente, abrió los ojos; una chica con un extravagante gorro de mono le saludaba, sonriente. Tardó un poco en recordar todo lo que había pasado.
 -Mmmm... ¿Ya hemos llegado?- preguntó él, desperezándose.
 -Llevamos tres horas en el tren; por lo menos yo las llevo, tú más. Fui al baño un segundo, y cuando volví, estabas dormido. Intenté despertarte, pero no hubo manera, te revolviste un poco, nada más.
 Harry la miró, confundido.
 -¿Cómo que me revolví? ¿Qué me hiciste?
 Sophia sonrió maliciosamente.
 -Cosquillas. Las axilas y la barriga es donde más tienes.
 El chico no pudo evitar ponerse rojo.
 Los dos salieron del tren, que ya estaba prácticamente vacío. Se acercaron hasta el puesto de recogida de maletas. Sólo quedaban cuatro.
 Harry agarró con una sola mano su bolsa de viaje. No pesaba mucho, la había hecho deprisa y corriendo; se había dejado el cepillo de dientes en casa. Recordó con una sonrisa como Louis se ofreció a prestarle el suyo cuando se lo dijo, y la cara de asco que Liam había puesto al oír la conversación.
 Para sorpresa del chico, Sophia agarró como pudo las asas de las tres maletas restantes, intentando que no se volcase ninguna.
 -¿Todas esas maletas son tuyas?- preguntó Harry mientras caminaban hacia la salida.
 -Claro. No podía volver a la universidad, tenía que llevarme todas mis cosas.- dijo ella sin mirarle.- Y son varias.
 Harry decidió no añadir nada más. Una vez fuera, se dispuso a coger un taxi, pero un chillido de mujer le hizo pararse en seco.
 -¡HARRY!- Él se giró al momento. Una chica rubia, alta, de ojos azules, corría tropezando hacia él. Los tacones de infarto no ayudaban mucho en esa situación.
 Mierda. Se había olvidado de Taylor.
 Harry miró hacia Sophia, que a su vez, observaba a Taylor correr como si un loco recién salido del psiquiátrico viniese hacia ella blandiendo un cuchillo.
 -¡TE HE ECHADO MUCHÍSIMO DE MENOS, HARRY!- le chilló en su oreja una vez terminó la carrerita. Le rodeó con los brazos y se colgó de su cuello. Harry la rodeo por la cintura. Él también la había echado de menos.
 -De verdad, siento mucho todo por lo que estás pasando, debe de ser horrible para ti, era un buen amigo tuyo, siento no haber estado allí, pero me enteré tarde...
 -Tranquilízate, Taylor. Respira hondo.- Harry la cogió por los hombros y practicó con ella la respiración profunda. A veces le daban esos ataques de histeria, no era la primera vez.- Ya estoy aquí, ¿vale? Podrías haberte matado con esos tacones...
 -Para nada, tengo mucha práctica.- dijo ella, pasando su brazo por los hombros del chico y girándose a la izquierda. Tenía intención de irse.
 -Espera, espera.- le cortó Harry, frenándola. Le hizo una seña a Sophia para que esta se acercara.- Te presento a Sophia; se quedará con nosotros en casa un tiempo. Sophia, esta es Taylor.
 -Como para no saber quién es; un placer, Taylor. Me encanta tu música.- dijo Sophia, acercándose para darle la mano. Tayor se apartó en el último momento.
 Asco no es la palabra exacta para describir la cara de la chica en ese momento. Miró a Sophia de arriba a abajo, analizando su vestimenta; después le dedicó una sonrisa que podría haber congelado a un esquimal.
 Harry estaba sorprendido, y miro a Taylor con cara de recriminación; pero ella no le devolvió la mirada.
 - Vaya, ¿por qué no me la has presentado hasta ahora, Harry?- preguntó, sin dejar de mirar a Sophia, que en ese momento tenía el ceño fruncido y parecía a punto de estallar.
 -Nos acabamos de conocer ahora mismo, en el tren.
 -Vaya... Que casualidad. Bueno, se está haciendo tarde. Desgraciadamente, sólo he traído un coche de dos plazas, Sophia tendrá que ir en taxi hasta casa...
 Harry miró a la chica con cara de culpabilidad.
 -¿Te importaría ir en taxi? Lo siento mucho, pero...
 Ella dibujó una sonrisa.
 -Para nada.
 -Genial. Espera, voy a apuntarte la dirección.- Harry sacó un trozo de papel del bolsillo. Como leyendo sus pensamientos, Sophia le tendió un bolígrafo.- Toma. Si llegas antes que nosotros, llama y pregunta por Cassandra. Es el ama de llaves, te dejará entrar.- Harry sonrió y volvió junto a Taylor.
 Ella lo miró con cara de indignación.
 -¿Por qué se queda con nosotros? ¡La acabas de conocer!
 -La han echado de la universidad, no tenía a donde ir. Es una chica muy maja, ya verás; sólo tienes que conocerla un poco. Y no seas tan mala, ha intentado saludarte y te has apartado.- Harry miró a Taylor con una ceja arqueada.- venga, sólo serán unos días.
 No estaba muy seguro de que eso que había dicho fuese del todo cierto.

 No tardaron mucho en llegar a la casa de Harry. Se encontraba en un barrio apartado, en una urbanización con portero para que las fans locas no se pudiesen pasear a sus anchas. A Harry eso último tampoco le molestaba, pero su mánager había sido muy claro; cuidado con las fans.
 Era una casa bastante grande, con un jardín lleno de flores y un columpio que Louis y Niall se habían encargado de poner. Por dentro, la casa constaba de cinco habitaciones y tres baños. Había sido reformada hacía poco, y el chico no se había tenido que preocupar por la decoración del hogar, que, francamente, siempre había detestado. Unos cuantos muebles de Ikea y listo.
 Taylor se había mudado unas pocas semanas antes de lo ocurrido. Le encantaba la casa, el lugar y el jardín; era una amante de los espacios abiertos y le gustaba practicar con la guitarra en el antes mencionado columpio. Harry la observaba desde la ventana; parecía otra cuando lo hacía.
 Cuando llegaron hasta la puerta, se encontraron a Sophia sentada en el escalón de la entrada, esperándoles con una sonrisa.
 -He llamado, pero no había nadie.
 -Les di instrucciones de que no contestasen a ninguna llamada hasta que volviésemos. Lo siento mucho.- dijo Taylor, sonriéndole. Estaba haciendo un esfuerzo tremendo para ser amable, y Harry lo notaba. Y Sophia también.
 -Creo que hemos empezado con mal pie.- continuó Taylor.- no he sido de lo más amable antes, pero no me gustan las visitas inesperadas. Me encantaría que me perdonases.
 -Ehh... Claro. Olvidado.- contestó Sophia, levantándose del escalón.- No importa, yo también reacciono mal con extraños.
 -Bueno, ¿por qué no entramos?- dijo Harry, sacando la llave y abriendo la puerta.
 Los tres chicos pasaron hasta el jardín. Harry se sentía contento; por lo menos no habría tensión en el ambiente los siguientes días.

 ¿O sí la habría?

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