domingo, 13 de enero de 2013

Capítulo 2- La verdad sobre Fin de Año

31 de Diciembre de 2012, 11:00 de la noche. Centro de Londres.

 El ambiente de la discoteca era agobiante. Lo primero que Zayn Malik vio al entrar por la hortera puerta del club fue cientos de cuerpos sudorosos, bailando al mismo ritmo, delante del DJ. La música era ensordecedora, las luces brillaban por su ausencia, pero, a pesar de todo eso, parecían divertirse. Él mismo aún recordaba los tiempos en los que era como ellos. Despreocupado. Se divertía con cualquier cosa. Ahora las cosas habían cambiado. ¿Para mejor?
 Ser cantante era su sueño desde que tenía memoria. Pero las cosas se habían torcido. La gente no los consideraba artistas de verdad, no los tomaban en serio; pensaban que ganaban dinero por su cara bonita, nada más. Y Zayn no estaba seguro de que no fuera eso lo que hacían.
 Por supuesto, ni a él ni a Niall se les ocurrió ni por un momento juntarse con la sudorosa multitud. No ahora que podrían reconocerlos.
 Un armario con cabeza los condujo hasta un reservado en la parte más alta del recinto, ocupado ya por algunas personas, supuestamente famosas. Se suponía que Zayn debía conocerlos, pero no se acordaba de ninguno. Si se asomaban a la barandilla tenían una mejor visión de todas las personas que se arremolinaban alrededor del DJ.
 -Hey, Zayn, ¿has visto la barra?- exclamó Niall, sin quitarle la vista al mueble, que estaba lleno de licores de todo tipo.
 Zayn miró a su acompañante con mirada acusadora.
 -Venga, porfa, es Fin de Año...- suplicó este, adivinando lo que pensaba.- Te prometo que no me pasaré. Por favooooooorrr...
 Zayn rió.
 -Cuidado con el vodka y el whisky. ¡Y ni se te ocurra mezclar alcoholes!
 -¿Cómo lo sabes? Tu no bebes...
 -Eso es lo que tú crees.
 Niall rió y se dirigió hacia la barra, saludando a una chica con un tremendo escote que dejaba poco a la imaginación.
 Zayn rió. Niall ni se había fijado en el escote. La había mirado a los ojos.
 Desde que lo conoció, le había catalogado como uno de esos pocos chicos que de verdad no se fijan en el físico del sexo opuesto. No es que intentara labrarse una fama de sensible; es que de verdad lo era.
 -Escuchando a Justin Bieber... Poco menos se puede esperar.- susurró Zayn para sí mismo.
 Se asomó de nuevo a la barandilla, sumido en sus pensamientos. Esta noche de Fin de Año no era la misma que la anterior; Louis estaba pasándola con sus padres en Doncaster, Liam y Danielle se había ido de viaje y      Harry había decidido, después de muchas miradas acusatorias por parte de los demás, presentarle a sus padres a Taylor.
 No era un secreto que entre Zayn, Niall, Liam y Taylor Swift la amabilidad no circulaba. Entre el rubito y la nueva conquista de Harry nunca hubo mucho amor, pero ahora más que nunca, las cosas estaban tensas. Sin embargo, las revistas habían ido un paso más allá, y se habían inventado que ellos estaban dejando de lado a Harry por su relación. Zayn rió. Ellos intentaban boicotear a la rubita estirada, no a su amigo.
 Él mismo había dejado a Perrie para pasar el Fin de Año con Niall. Su relación no estaba en su momento más fácil. Notaba que ya no era el mismo... Pero ella seguía igual que cuando se conocieron. Igual de adorable. Pero él ya no.
 Además, ya no la miraba igual desde lo que había pasado.
 De pronto, divisó una figura familiar en el reservado que estaba en frente de él. Se inclinó más a la barandilla y achinó los ojos. No estaba seguro...
 Piernas largas. Extremadamente delgada. Piel morena. Pelo rubio platino. Ojos negros.
 Samantha.
 Mierda.
 -Me ha visto... Joder.- exclamó Zayn, sin intentar disimular que estaba hablando solo. Se giró. Niall estaba rodeado de tres chicas, cada una de ellas más escotada que la anterior. Tenía la coctelera en la mano, y estaba haciendo malabares con trozos de lima. Se lo estaba pasando bien.
 Volvió la vista hacia el otro reservado; Samantha estaba apoyada en la barandilla, exactamente con la misma posición que él, y le observaba. El moño tirante que llevaba dejaba ver su ceja arqueada en un perfecto ángulo. Su sonrisa era maliciosa.
 Se apartó, y, sin dejar de mirarle, se dirigió a las escaleras.
  Él hizo lo mismo.
 -¿Qué haces aquí?-le preguntó a la chica al reunirse con ella. La cogió del brazo y la llevó a una esquina oscura, sin demasiada delicadeza. No le apetecía despertarse mañana ocupando todos los titulares de las revistas con otra chica que no fuese Perrie.
 -Vaya, vaya... ¿Y el chico amable y romántico con el que me acosté la semana pasada?- dijo ella, ignorando su pregunta.- Pareces un poco estresado...
 -¿Me estás siguiendo?- preguntó él. acercándose a ella.
 Samantha rió. Tenía la risa más cantarina que había oído nunca.
 -Como si no tuviese otra cosa que hacer, Zayn. No soy una fan loca que te tira el sujetador en los conciertos. Yo también salgo en Fin de Año.
 Zayn reprimió una mueca.
 -Aunque, siendo sincera... Esperaba encontrarme contigo.- susurró ella. Pasó sus manos por la cintura del chico, acercándolo más a ella.
 -Para, Sam.- dijo él, intentando apartarla.
 -La semana pasada no me pedías precisamente que parara...- contestó ella, volviendo a rodearlo con los brazos.
 -La semana pasada no es hoy. Para. No quiero volver a engañar a Perrie.
 Samantha se separó de él como un resorte. Le miró de arriba a abajo, con una mezcla de asco y decepción.
 -Tampoco es que valieras mucho.- dijo, girándose.- La tienes pequeña.
 Zayn volvió a su reservado con una mezcla de alivio y miedo. ¿Lo diría en serio?

 -Niall, estás realmente perjudicado.- dijo Zayn al acercarse a la barra. Niall y las tres chicas estaban sentados en un sillón con pinta de caro, todos con copas en la mano. El chico estaba con la camisa por fuera, el pelo revuelto y el aliento apestando a whisky.
 -Puede...- contestó él, arrastrando las palabras.- Pero eso no quita que esté compleeetamente lúcido. ¿Sabías que los rubios somos los chicos más atractivos por estadística?
 -Niall, eres teñido. Eso no cuenta.
 -¡Por que tú lo digas!
 -Anda, vamos a llevarte a casa...
 -¡Pero si la fiesta acaba de empezar!
 -Y tú ya estás borracho. Vamos...- Zayn se acercó al sillón y tiró de su amigo para que se levantara. Éste se tambaleó, y por poco pierde el equilibrio, pero consiguió mantenerse erguido.
 -¡Deja ahí el vaso, Niall!- Exclamó Zayn cuando vio que el chico tenía pensado llevarselo a casa.- Ya has bebido suficiente whisky.
 -Pareces mi madre... Incluso tienes su pelo. Si...
 -Niall, tu madre es rubia.
 -Esa es mi madre mortal. ¡HABLO DE MI MADRE DUENDE!
 Zayn arrastró al chico como pudo hasta el coche. Cuando consiguió meterlo en el asiento del copiloto y atarle el cinturón, divisó a un par de paparazzis detrás de un seto.
 Perrie no sabía que estaba allí.
 -Mierda, ¡MIERDA!
 No podía dejar que viesen a Niall borracho otra vez. Eso le hundiría.
  Se metió de un salto en el asiento del conductor y pisó el acelerador.

 La carretera estaba oscura y no se veía muy bien. Zayn conducía acelerando lo máximo. Los paparazzis hacía tiempo que habían quedado atrás, pero... No sabía por qué, no podía hacerlo más lento.
 Todo pasó muy rápido.
 Un ciervo. Un volantazo. Un árbol.
 Una vuelta de campana.
 Zayn siempre había sido de los que reaccionan quedándose de piedra. No gritaba al llevarse un susto. Esto no fue una excepción.
 Niall si que gritó. Gritó y gritó, y, de repente, se calló.

 Habían aterrizado de lado. El parabrisas había saltado, así que Zayn pudo arrastrarse fuera del coche. Miró hacia los lados. Todo estaba en silencio.
 Corrió hasta Niall. Estaba con la cabeza hacia delante, su pelo se había teñido de rojo.
 Zayn le buscó el pulso.
 Otra vez.
 Y otra.
 -¡NIALL!- gritó, sacudiéndole.- ¡NIALL!
 Se apartó del cadáver, con la mano en la boca.
 Hacía dos semanas que había perdido la licencia de conducir por ir demasiado rápido.
 Había tenido un accidente. Sin licencia.
 Había muerto una persona.
 Zayn se sentó en el suelo, se volvió a levantar, y comenzó a caminar hacia los lado.
 No sabía que hacer.
 Volvió a sentarse.
 ¿Y si...?
 Se levantó de nuevo.
 Él estaba muerto...
 Se acercó al cuerpo del chico, y, con lágrimas en los ojos, le desabrochó el cinturón. Cuidadosamente, cambió de lado al chico, colocándolo en el asiento del conductor.
 Se alejó del coche tambaleándose y se echó a llorar.
 ¿Qué clase de persona era?

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