domingo, 27 de enero de 2013

Capítulo 12- Situación insostenible

-Yesterday you ask me something I thought you knew, so I told you with a smile, it's all abou you...
 Harry abrió un ojo sin despegar la cara de la almohada. Miró el despertador que tenía en su mesilla; eran las once de la mañana, y unos gorgoritos de mujer le habían arrancado de su sueño.
 Sonrió. Seguramente Sophia lo habría hecho a propósito.
 Lentamente, se irguió en la cama y se desperezó, estirando los brazos. Miró a su derecha; como suponía, la cama estaba vacía. Ese día Taylor tenía cosas que hacer, y volvería muy tarde.
 Sin mucha prisa, bajó de la cama y salió de la habitación. La voz venía, como era de esperar, de la habitación de Sophia. Harry dudó un momento delante de la puerta; ¿Debería llamar, o...?
 Bah, qué mas daba.
 Abrió la puerta de la habitación con una sonrisa. Se encontró a Sophia sentada en la cama, escribiendo en una libretita. No levantó la cabeza, pero la inclinó a modo de saludo.
 -Pensé que te habías ido con Taylor; ¿te he despertado?
 -La verdad es que sí.
 Sophia levantó la cabeza; la sonrisa maliciosa que mostraba cambió repentinamente a una expresión de horror.
 -Harry, ¡estás desnudo!
 El chico bajó la cabeza, sorprendido.
 -¡Pero si llevo calzoncillos!
 -¡Cúbrete! ¡Ay!- Sophia enterró la cabeza en la almohada, sin dejar de gritar.- ¡Eres un pervertido!
 -¡Ni que tuviese algo extraño!
 -Mmm... ¿Como cuatro pezones, por ejemplo?- La chica seguía con la cabeza en la almohada, pero Harry adivinó que estaba sonriendo.- Largo. Cuando estés vestido hablamos.
 Harry salió de la habitación negando con la cabeza.

 -¡SOPHIIIIAAAAAA!- chilló él. Ya duchado y vestido, bajó hasta el salón; había quedado con Louis de jugar la revancha al Black Ops en modo online. Había estado muy igualado hasta que Liam decidió unirse; les metió la paliza de su vida, cosa extraña. Cuando se quiso dar cuenta, ya casi era la hora de comer.
 -¿Qué pasa ahora?- contestó ella, apareciendo por las escaleras.
 -¿Qué quieres comer?
 -Los restos de la pizza podrían valer.
 Harry miró hacia la encimera. Tres tristes porciones era lo que había sobrevivido a la pizza del día anterior. Y no tenían muy buena pinta.
 -Antes prefiero ayunar.
 -¿Y SI LLAMAMOS AL JAPONÉS?- chillo ella, dando saltitos.- Por favor...
 -¿Al japones?
 -¿Nunca has probado el sushi?
 Él negó con la cabeza. Sophia inspiró fuerte, abriendo mucho los ojos.
 -¿¡Pero como puede ser eso posible, alma cándida?! Ya llamo yo al japonés.- dijo, desapareciendo por la puerta del salón, en busca del teléfono.

 -Pero, ¿y esto como se come?- exclamó Harry, desesperado. Tenia cuatro trozos de sushi en el plato, a los que miraba con desconfianza. Miró a Sophia; ella los cogía con la mano, como si fuesen trozos de pizza.- ¿Seguro que es con la mano?
 Ella se encogió de hombros.
 -La verdad, no tengo ni idea. Probablemente esto en Japón sea una falta de respeto, pero...- Sophia miró el plato del chico.- ¿Todavía no los has probado?
 Él sacudió la cabeza. Ella suspiró.
 -A ver... Mira.- dijo, inclinándose hacia él.- coge este. Es de salmón. Ahora mójalo en esta salsa. ¡No, en la verde no! Esa pica demasiado. En esta, la más líquida. Si no, el arroz no te va a saber a nada. Ahora pruebalo.
 Harry comió con recelo un trozo.
 -Mmmm... Si que está bueno, sí.
 -¡Te lo dije! Pues ese es el de salmón... ¡Si pruebas estos!
  Harry rió. A Sophia se le había caído un chorretón de salsa en la camiseta.
 Ella miró hacia abajo, horrorizada.
 -¡Mierda! ¡Esta salsa es prácticamente imposible de limpiar!
 El chico se levantó a coger un trapo.
-Espera, límpiate un poco, y mañana cuando venga Cassandra le preguntamos qué es lo que puede hacer. Es toda una experta.
 Se acercó hasta la chica, trapo en mano. Se agachó para que su cara quedase a la altura de la mancha, en la barriga, y comenzó a frotar, con suavidad.
 No recapacitó sobre la situación hasta que escuchó a Sophia carraspear incómoda.
 Levantó la vista y la vio, roja como un tomate, intentando apartar la vista del chico. Él se irguió rápidamente, también sonrojado.
 -Esto... Yo... Lo siento, no...
 -No importa.- susurró ella.
 No sabían por qué, e incluso después, cuando ambos revivieron el momento en la oscuridad de la noche, no consiguieron entender por qué ninguno de los dos se apartó del otro en ese momento. Simplemente se quedaron así; Sophia mirando al suelo, Harry mirándola a ella. Un minuto. Dos. Habían perdido la noción del tiempo.
 Las manos de Harry se movieron solas, sin una orden explícita de su cerebro, colocándose en la espalda de la chica, atrayéndola hacia él. Y ella no opuso resistencia.
 Él se inclinó hacia ella, poniendo su cabeza en el hueco de su clavícula y aspirando su aroma.
 Y, en ese momento, sonó el timbre de la puerta.
 Harry se separó de Sophia, con los ojos como platos. Ella ahogó una mueca mirando hacia el suelo, se giró hacia la mesa y comenzó a recoger los platos.
 Se dirigió hacia la entrada, sin poder evitar que las manos le temblasen. Abrió la puerta, y lo que vio hizo que lo ocurrido hacía menos de dos minutos se diluyese en su mente hasta desaparecer.
 En la puerta de entrada se encontraba un chico moreno, de ojos marrones, alto y de pelo negro. Tenía la cebeza gacha, y no se atrevía a mirar a Harry.
 Este hizo amago de cerrar la puerta de un golpe, pero el recién llegado interpuso el pie.
 -Espera, Harry...
 -Lárgate, Zayn. No se te ha perdido nada por aquí.
 Empujó la puerta, pero Zayn no se apartó, y él seguía siendo más fuerte. Harry, impotente, abrió la puerta de nuevo y miró al chico con furia.
 -No sé qué es lo que quieres, pero no me interesa.
 -Vamos, Harry, por favor...
 -¿Por favor qué?
 -¡Lo siento muchísimo, Harry! ¿¡Qué quieres que haga para que me creas? ¡Me doy asco a mi mismo, necesito que me perdones!
 -¡Y YO NECESITO A NIALL AQUÍ!- gritó Harry, por encima de la voz de Zayn.- ¡LO NECESITO AQUÍ, COMO ESTABA ANTES! ¡Y YA NO VOLVERÁ MÁS! ¡Y ES CULPA TUYA!
 Zayn bajó la cabeza. Esa última frase la había dolido más que todas las anteriores juntas.
  Harry no se apartó, ni se fue, ni cerró la puerta. Se quedó allí, resoplando, y mirando a Zayn.
 -Escúchame...-dijo este después de unos minutos.- Llevo una semana encerrado en casa, completamente a oscuras. Perrie descubrió lo de Samantha. Lo descubrió y se fue. Por favor; necesito que me perdones. Necesito que me digas que intentarás hacerlo, al menos. Te necesito a mi lado, más que nunca. Sé que no estoy en condiciones de pedirte esto, pero... De verdad, necesito que me digas que todo está bien.
 -No puedo.- contestó Harry, negando con la cabeza.- Lo siento, pero no puedo decírtelo. Y no sé si podré algún día.
 Zayn asintió.
 -Ya.
 Harry se giró para irse, pero Zayn le agarró de un brazo.
 -Antes de que me vaya... Toma. Puede que te interese escuchar esto.- Le dijo, tendiéndole algo. Harry le miró salir de casa y marcharse. Bajó la vista y encontró una caja de CD.
 No sabía lo que intentaba hacer, pero no iba a caer en su trampa.
 Dejó la caja en la mesa del vestíbulo y se dirigió a las escaleras. De camino se encontró con Sophia, que le miraba preocupada.
 -¿Ha pasado algo?
 -No, no ha pasado nada.
 -¿Quién era? ¿Estás...?
 -Sophia.- le interrumpió él, girándose para mirarla a los ojos.- sinceramente, este no es el mejor momento.
 Subió las escaleras de dos en dos, mientras la chica se quedaba allí, dolida.

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