martes, 30 de abril de 2013

Capítulo 42- El Viaje.

2 Semanas después de lo ocurrido aquí http://unfanficdiferente.blogspot.com.es/2013/04/capitulo-41-un-plan-un-cambio.html

 Liam miraba aburrido las innumerables piedrecitas que cubrían la tierra del camino que llevaba a Spring Hills, sentado en el capó de su coche. Diez minutos llevaba esperando, en los cuales se había sentido observado por infinidad de ojos adolescentes escondidos entre los arbustos; les había dicho hola con la mano, pero las fans no habían querido revelar su posición exacta.
 Su aspecto era pintoresco; unas gafas de sol reposaban en su cabeza, llevaba unas bermudas por la rodilla y una camiseta de tirantes, a pesar de que el cielo estaba nublado. Pero no había podido evitar la tentación de vestirse de playa, a pesar de que en menos de medio día estaría tumbado al sol.
 Por fin, Rachel salió del edificio, diciendo adiós a los arbustos, que le contestaron con un disimulado "que lo pases bien, Rachel"
 -¿He tardado mucho?- preguntó la chica, dejando sus maletas en el asiento y saludando al chico con un beso en la mejilla.
 -No demasiado.- Contestó él.- ¿Vamos?
 -Corre, por Dios. Llévame lejos.
 El chico sonrió y subió de un salto al asiento del coche. Dos minutos después, ya estaban de camino al aeropuerto.
 -No me puedo creer que de verdad este pasando. Un mesecito fuera, playa, por fin...
 -Merecido te lo tienes, estar ahí metida todo el año debe de ser muy deprimente.
 -No sabes hasta qué punto...- murmuró la chica.- Gracias al cielo que Meg ha sido buena persona y me ha dejado ir.
 -Como no te iba a dejar ir. Les caíste a todos fenomenal, ya verás como dentro de nada sois uña y carne. Pero al verte tan poco...
 La chica resopló, recostándose en el asiento del coche.
 -Es un asco no poder salir del internado excepto algunos fines de semana.
 Liam asintió.
 -Siento que tengas que estar pendiente de mi siempre...
 -Para eso estoy, ¿no?- dijo él.- No le des más vueltas y céntrate en el mes que nos queda. Me vas a tener hasta en pintura.
 -Eso me esperaba.


 -Bueno, aquí tienes.- dijo Meg, tendiéndole a Samantha un papelito.- Este es mi número, el de Zayn y el de la casa. Si necesitas algo, lo que sea, llámanos.
 -Claro.
 -No lo dudes, ¿eh?
 -Entendido.
 La chica sonrió, mientras Zayn terminaba de meter las maletas en el coche. Tenían que irse ya, y lo sabían, pero Meg no podía evitar mirar a la barriga de Sam y sentir remordimientos.
 -Tranquila.- dijo ella, siguiendo su mirada.- Estaremos bien. Autumn y yo seguiremos aquí cuando volváis.
 Meg sonrió nerviosa.
 -Lo siento, es que...
 -Lo sé. Hazme caso, vete y disfruta, ya te quedará tiempo de cambiar pañales. Pasároslo bien.
 -No lo dudes.- dijo Zayn, acercándose hasta ellas.- ¿Estarás bien?
 -Perfectamente.
 -Bueno, lo dicho. Si necesitas...
 -Lo sé, Meg. Iros.
 Ella asintió y se metió en el coche, mientras Zayn se despedía con la mano.
 -¡Que lo paséis bien!-exclamó la chica cuando los vio arrancar. Ellos dijeron adiós con una sonrisa.
 Le faltó tiempo para tirar el papelito al aire una vez se perdieron por la esquina, con una sonrisa sarcástica y medio malévola que llevaba tiempo intentando ocultar.


 -Llegamos tarde, Louis. Muévete.- apremió Harry, saliendo del taxi. Louis no había querido llevar el coche por una leyenda urbana que había oído sobre atracadores que rompían los cristales de los coches que se quedaban en el aparcamiento del aeropuerto. Daba igual lo que intentases explicarle, él estaba convencido de que era verdad.
 -Las prisas nunca fueron buenas. ¡NO, NI SE TE OCURRA EMPUJARME!
  -Lo siento. es que llegar tarde a los sitios me pone nervioso...
  - Relájate, alma mía, que nos vamos de vacaciones...- Contestó el chico, cogiendo sus maletas con toda la parsimonia posible.- No es bueno estresarse. Ya tendrás las turbulencias para eso.
 Harry se puso blanco, agarrando con una mano temblorosa la bolsa de viaje.
 -No me lo recuerdes. Me entra pánico.
 -Siempre te pasa lo mismo.- dijo Louis entre risas.- Tranquilízate, idiota, no nos va a pasar nada.
 -¿Y eso tú como lo sabes?
 -Intuición femenina.
 -¿Qué?
 Los dos chicos entraron al aeropuerto, prácticamente vacío; era muy temprano y la hora punta estaba por llegar. No había peligro de fans locas.
 -¿Donde nos esperaban?
 -Allí, ¿Es que no los ves?
 Harry señaló a un grupo de espaldas a ellos, a los que se acercaron corriendo.
 -¡¿Listos para la fiesta?!- exclamó Louis, con una sonrisa.
 - ¡Buenos días, Louis!- le saludó Zayn.- Te veo con energía.
 -Y tanto.- contestó este.- Tanto médico, tanta mierda... Necesito unos días de descanso.
 - Y quien no...- murmuró Rachel, cogiéndole la mano a Liam, que sonrió.
 -¿Preparados, entonces?- dijo Meg, agarrando sus maletas con una sonrisa.- Pues venga.
 Los chicos se pusieron en camino, en corro, hasta la caja de facturaciones.
 No tenían ni idea de lo diferentes que iban a ser al volver a pisar suelo londinense.

 FINAL DE LA PRIMERA PARTE

Sí, lo habéis entendido bien. Es el final de la primera parte.
 Oh, lo siento, se me ha olvidado presentarme. 
 Pero, alto. ¿No me recordáis?
 Soy yo. El narrador.
 Tranquilos, no os entretendré mucho más tiempo.
 Solo quiero deciros unas cuantas cosas.
 Lo primero, y esto va de parte de la autora; sí, es el final de la primera parte. Pero eso no significa que sea el final de la primera temporada.
 Significa que lo que está a punto de suceder cambiará tan drásticamente la situación de nuestros protagonistas que no se puede considerar de la misma parte que lo que acabas de leer.
 Espero haberme explicado.
 Lo segundo; ha habido un salto temporal algo grande, pero no ha pasado nada del otro mundo, nada interesante. Rachel y Liam, como las mentes más observadoras habrán podido captar, se pueden considerar "pareja".
 Por lo menos, de momento.
 Y tercero; tened en cuenta que no todos los personajes que llevan tiempo sin aparecer, no necesariamente no vuelvan a hacerlo nunca más.
 ¿Entendéis lo que quiero decir? Espero que sí, lo mío no es ser sutil.
 Algunas de las incógnitas irán desvelándose gracias a este viaje, pero os adelanto algo:
 Básicamente, lo que estas vacaciones causaran serán más preguntas y sin sentidos.
 Deberíais estar acostumbrados.
 Se acerca el final, y no es oro todo lo que reluce.
 Hasta pronto, espero.

domingo, 28 de abril de 2013

Capítulo 41- Un Plan, Un Cambio

-Oh, la virgen, que cojones he...- murmuraba Liam dando vueltas en la cocina, mientras se frotaba la cabeza e intentaba pensar con claridad.- ¿Qué me ha podido pasar?
 -Que estabas borracho.- escuchó una voz a su espalda. Rachel había entrado, vestida con un albornoz de colores demasiado grande. Se senntó en una butaca vacía al lado de la mesa y miró al chico con una radiante sonrisa, sin signos de preocupación.-Buenos días.
 -Buenos... Buenos días, Rachel.- saludó él, sentándose en frente de ella. Él si que estaba preocupado.
 -Se te ve estresado.- dijo ella, cogiendo el cartón de leche y agarrando una taza de la encimera.
 -Bueno, puede que influya el hecho de que no sé qué pasó ayer por la noche.
 -¿Quieres que te lo resuma yo?
 Liam miró a Rachel, que reía por lo bajo.
 -Me puedo hacer una idea, gracias.
 -Pero, ¿qué pasa?-preguntó la chica, recostándose en la silla mientras se cruzaba de brazos.- ¿Qué es lo que te molesta tanto?
 -Nada, no ocurre nada.
 -No, algo si pasa. Venga, suéltalo.
 -Bueno, Rachel, quitando que sólo te conozco de una visita fugaz hace una semana, eres menor de edad y esto podría causarme problemas, a parte de los remordimientos de que estás aquí porque te has escapado y no está bien hacer... esto, sin conocernos prácticamente. Yo no soy así. Lo siento, quizás haya sido demasiado borde, pero es lo que me pasa.
 Ella asintió, levantándose de la mesa con la taza llena de leche en la mano.
 -Dios, me voy.
 -Pero...
 -Me voy, porque si no voy a acabar matándote a besos.
 La chica desapareció por el corredor que llevaba a las habitaciones, mientras Liam miraba confuso el espacio vacío que había dejado.
 -¿Qué...?


 -Bueno, gente, ya es oficial. Dentro de dos semanas, estaremos en un avión de camino a Granada, la Costa del Sol, playita, calor,  yo roja como una gamba y Harry... ocupado. ¿Qué os parece?
 -Fieeeeeeeeshtaaaa
 -Pero mamá, es una fiessssshta...
 -Oye, que me ofrezco voluntario a echarte crema...
 -Soy una mujer independiente que sabe untarse de crema sola, Zayn. Pero gracias por el ofrecimiento.
 El revuelo que se montó al conocer la noticia fue tremendo. Los chicos se encontraban en el apartamento de Zayn y Meg, todos juntos celebrando sus ya próximas vacaciones. Merecido y esperado descanso, por fin.
 -He llamado a Charlotte, como me pedisteis; ha dicho que por ella bien, pero que en cuanto volvamos nos pongamos las pilas...- dijo Harry, tumbándose en el sillón y poniendo los pies encima de Louis.
 -Yo he hablado con la doctora, no hay ningún problema. Puedo estar fuera un mes.
 -Pero, ¿vamos a estar tanto?
 -A ver, os cuento.- dijo la chica, colocándose en el sofá.- Como os dije, compré la casa con dos amigas; nos conocimos en la universidad y estamos muy unidas. Una de ellas se llama Cristina, y es de allí, por eso nos animamos a comprarla; era de sus padres e iban a tener que venderla. Bueno, es una historia bastante más complicada... El caso es que ella vive en una de las tres partes de la casa, y me lleva presionando dos años para que vaya y pase un tiempo con ella. Así que nada, ella da su visto bueno, es más, está de los nervios porque es fan vuestra... Y eso. Habitaciones hay de sobra... Y el tiempo que queráis, por eso no es problema.
 -¿Y la otra amiga? Dijiste que erais tres.- preguntó Louis.
 -Eh... Nah, ella vive en Irlanda, no hay nada de lo que preocuparse.
 Los chicos asintieron.
 -Entonces, ¿es seguro?
 -Liam da su visto bueno.- murmuró Zayn ojeando su móvil.- Sí, querida, es fijo.
 -Genial.- exclamó ella, dejándose caer al lado del chico.- Hay que exprimir los últimos meses de solteros que nos quedan, ¿no crees?
 -¡Es cierto!- gritó Harry, tensándose de pronto.- ¡¿Es niño o niña?!
 -Yo creo que es hermafrodita.
 -Cállate, idiota.
 -Es niña.- Contestó Meg, sonriendo.
 -¡Una pequeña princesita! ¡Que ilusión!
 -Vamos a fingir que ese gritito ha sido muy heterosexual, Harry.
 -¿Y ya sabéis como la vais a llamar?
 -Bueno... dudo Meg.- Yo había pensado en Autumn. Pero a Zayn le gusta Hayley, y...
 -Ya te dije que si te gustaba Autumn, la llamábamos Autumn. A mi me da igual.
 -Jo, pero tampoco quiero imponerte mis ideas...
 -Que enternecedor.- susurró Louis a Harry.- Es como el típico "Cuelga tú. No, tú."
 -Vomito arcoiris.
 -Callaos, os estamos oyendo.
 Los dos chicos rieron, mientras el teléfono de Meg sonó.
 -Ahora vuelvo, chicos.
 Ninguno de los tres le prestó más atención a la situación, mientras la chica caminaba apurada por el corredor y cerraba la puerta de su habitación detrás suya.
 -¿Sí?- dijo al coger el teléfono.
 -¿Qué tal ha ido?-preguntó una voz.
 -Perfecto. En dos semanas estaremos allí.
 -¿Han sospechado algo?
 -Casi, pero he sabido manejarlo. No se huelen nada.
 -Muchas gracias, Meg.
 -No se merecen.- contestó ella, suspirando.- Escúchame, te ayudo porque eres tú, pero no sé si será justo por tu parte...
 -Tiene que escucharme. Sólo eso. Confía en mí.
 -De acuerdo. Nos vemos.
 -Gracias de nuevo, Meg.
 La chica cortó la comunicación, mirando el teléfono dudando.
 No estaba muy segura de que lo que estuviese haciendo fuera bueno.


 -¡Rachel! ¿Qué acaba de pasar?
 -Nada, Liam. Ya me voy, ya...
 -¡Espera! No quería molestarte...
 El chico interceptó a Rachel antes de que esta saliese, disparada como un cohete por la puerta, vestida con la ropa de la noche anterior.
 -No lo has hecho, nunca podrías molestarme.
 -Por favor, dime que decías con eso...
Ella miro hacia el suelo, claramente incómoda.
 -Pues... Bueno, sé que yo a ti no te gusto. Es normal, a ver, soy pequeña, menor de edad, y... Pero tú a mi sí. Muchísimo. No he podido dejar de... de pensar en ti desde la semana pasada, y... Me escapé para intentar olvidarte; bueno, también para ver si tenía la suerte de encontrarme contigo. Y sucedió, y yo no podía ser más feliz. Pero a quien quiero engañar, no puedo aspirar a nada más, así que me voy, y me contentaré con el mejor recuerdo de toda mi vida, el cual podré contar a mis nietas cuando sea muy mayor y arrugada...
 -Rachel, no te vayas.- soltó Liam de pronto. La chica interrumpió su discurso y le miró, interrogante.
 -¿Cómo?
 -Esto... Es domingo. Por un día más que te escapes no pasará nada, ¿no? Sólo si quieres.- murmuró el chico.- Estas equivocada en eso. Sólo quiero demostrártelo.
 -¿Y el hecho de que soy menor de edad?
 -Cuelas perfectamente por una chica de dieciocho.
 La chica sonrió de oreja a oreja, cerrando la puerta de un golpe de tobillo.
 -Gracias, Liam.
 -Gracias a ti.

miércoles, 24 de abril de 2013

Capítulo 40- Lluvia de Sentimientos

-Deberíamos llamarle.
 -Meg, no creo que este sea el momento más indicado para eso.
 La chica le miró sacándole la lengua, mientras daba golpecitos al suelo con el tacón de sus botas. Estaban sentados en la cafetería donde, días antes, Zayn había hablado con Samantha. Uno en frente del otro, los nervios podía palparse en el ambiente.
 -Pero, ¿y si le ha pasado algo?
 -Por décima vez, lo vi salir con una chica. Déjale que se divierta, le hacía falta... Estará bien.
 Zayn le sonrió, cogiéndole de la mano encima de la mesa.
 -Ahora deberíamos preocuparnos más por Sam y el bebé.- dijo, mientras ella negaba con la cabeza.
 -Lo siento, pero no puedo evitarlo, es sólo que me parece raro que no nos hubiera avisado de que se iba.
 -Relájate. Esta tarde, si quieres, nos pasamos por su casa y vemos que tal está, ¿De acuerdo?
 Los dos chicos se callaron al ver entrar a Sam en la cafetería. Sus caras no podían reflejar más sorpresa.
 No habían pensado sobre ello, pero la chica ya estaba de cuatro meses. Vestida con una camiseta que pretendía ser floja, y unos pantalones de talle bajo, la barriga se marcaba mucho más de lo que lo había hecho las anteriores veces que Zayn la había visto. Era impresionante.
 Ella les saludó brevemente antes de tomar asiento, justo en el medio de la pareja. La situación no podía ser más incómoda, y nadie sabía qué decir.
 -Esto... Sam, te presento a Meg.- soltó Zayn, intentando romper un poco el hielo.
 -Un placer.- saludó esta última.
 -Lo mismo digo.
 Silencio frío de nuevo.
 -Vaya... No nos habíamos dado cuenta de que ya estabas de cuatro meses... Increíble.- comentó Zayn, con una sonrisa forzada, mientras Meg revolvía su café.
 -Voy a pasar por alto el hecho de que me acabas de llamar gorda a la cara, voy a asentir y sonreír y portarme como una buena persona.- murmuró Sam, mirándole con una ceja arqueada.
 Mientras Zayn dudaba qué contestar, Meg estalló en carcajadas.
 -¡Dios mío, eso ha sido buenísimo!- soltó, entre risa y risa.- ¡Tiene razón!
 Sam sonrió, observando a la chica con curiosidad.
 -Mm, me cae bien.- dijo.- Es extraño si te paras a pensarlo, pero me cae bien.
 El chico soltó un suspiro, más aliviado. Por lo menos, las tensiones eran menos evidentes.
 -Bueno, qué, ¿estáis nerviosos?- preguntó Sam, acercándose a la mesa.- Esta es la ecografía en la que se sabe el sexo del bebé.
 -¿En serio?- murmuró Zayn, asustado. No estaba preparado para eso.
 -¡Es genial!- exclamó Meg, mirando a la chica ilusionada.- ¡Qué ganas! Yo quiero una niña, la verdad, pero si es niño será igual de fantástico...
 Sam asintió, sin quitarle el ojo de encima a Meg.
 -Ay madre, esto no me lo esperaba. Es muy pronto.- seguía susurrando Zayn para sí mismo.- Tengo miedo.  No me lo veía venir.
 -Vamos, no te preocupes. Es algo rutinario, aun os queda algo de tiempo de solteros...- dijo Sam, mirándole divertida.- Por cierto, deberíamos irnos ya si queremos llegar a tiempo.



 -Hola, Maggie.- saludó Louis, sentándose en la camilla del hospital, que estaba sorprendentemente vacío.
 -¡Buenos días, cielo! ¿Y Harry, no ha venido hoy?- Contestó ella, con una sonrisa.
 El chico negó con la cabeza.
 -No, le he dejado durmiendo. No quería despertarle.
 Maggie asintió, sentándose al lado del chico.
 -¿Alguna novedad digna de mención?- murmuró, colocando la jeringuilla.
 -Nah, todo como siempre.
 La chica subió la cabeza con una expresión extraña. Dejó las cosas a un lado y se giró, mirándole directamente a los ojos.
 -¿Estás bien, Louis?
 -Claro. Genial.- contestó él, mirando a la chica interrogante.
 -Vamos. A mí puedes decirme qué ocurre.
 -No pasa nada.
 La chica miró hacia la ventana, balanceando las piernas, que no le llegaban al suelo.
 -A veces las personas enfermas necesitan hablar. Y no siempre pueden con sus más allegados. Vamos, dime qué te preocupa.
 Louis suspiró, retorciéndose los dedos de la mano.
 -No es nada nuevo. Es sólo que me siento mal. Pero no por nada en especial, ni porque esté enfermo, ni por lo mala que es mi situación actualmente. Ni porque todos los demás estén empezando a ser felices. Cada uno está rehaciendo su vida de la forma que puede. Sonríen, porque tienen razones para hacerlo. Porque de verdad lo pasan bien, porque se divierten. No fingen risas, no actúan ante sus amigos. Es simplemente... Que siento que todo se me viene grande. Que es demasiado, que no lo voy a soportar mucho tiempo más. No solo, y eso que no estoy solo. Tengo gente genial, que se preocupa por mí, pero...
 Se calló de pronto, sin saber si debería continuar.
 -Sigue, no te cortes.
 -¿Nunca has echado de menos a una persona que te dejó claro que no te quería? ¿Y luego te has sentido mal porque sabes que no deberías, que tienes que olvidarla, pero simplemente no puedes evitarlo? ¿Y acabas enfadado contigo mismo, enfadado con el mundo, porque no puedes controlar a quien querer? Eso es lo que me está matando. Me está destruyendo, lo veo y no puedo pararlo. La quiero, pero ella a mí no. Ella se fue y yo no puedo evitar sentir que no soy nada, no, que soy menos que nada.
 Encogió las piernas, rodeándolas con los brazos, mientras intentaba no montar una escena.
 Maggie sonrió, pasándole un brazo por los hombros.
 -A todos nos pasa a veces. La vida está llena de altibajos, algunos momentos son simplemente perfectos, y otros tan horribles que piensas que no vas a poder soportarlo; y quien diga que eso a él no le pasa, miente. Pero lo soportas, siempre acabas saliendo adelante. Las personas que no te quieren abundan, pero a las que tú quieres y eso no es correspondido son como una espina clavada muy profundo dentro de nosotros. Y tienes que aprender a ser fuerte, aprender a cogerla y arrancarla, y tirarla lejos, muy, pero que muy lejos, aunque duela y no lo soportes. Tienes que pensar que, si no lo haces, esos momentos tan perfectos que no puedes evitar recordar con lágrimas en los ojos nunca volverán, se quedarán en eso; recuerdos. Y el ser capaz, el acabar dando el paso y alejándolas de nosotros, nos hace crecer y madurar. Es ley de vida; todos tenemos que pasarlo a veces.- Murmuró, acercando al chico a ella.- No te preocupes por eso. Las cosas pasan por alguna razón, y eres lo suficientemente fuerte. Yo confío en ti, Harry lo hace, todos lo hacemos. Sabemos que serás lo suficientemente capaz, no solo de olvidar a esa persona, sino de superar todo esto. Estoy segura de que no te tendré mucho más por aquí, Louis, lo digo en serio. Pero si tú no confías en ti mismo, no lo conseguirás.
 Se quedaron así por unos minutos, Louis apoyado en el hombro de Maggie, con los ojos cerrados y meditando sobre lo que acababa de oír.
 -Tienes razón.- murmuró, al final, sin moverse.
 -Pues claro.- dijo ella, saltando al suelo y poniéndose en frente de él.- Prométeme que cada vez que te encuentres mal, me lo dirás. O se lo dirás a alguien. Estas cosas no puedes guardártelas, corazón. Tienes que liberarte de vez en cuando.
 El chico asintió, inspirando fuertemente. Abrazó a Maggie, intentando aguantar las lágrimas.
 -Gracias. De verdad.
 -No se merecen, cielo.- dijo esta, sonriendo.- Es mi trabajo. Estoy aquí para ayudar, ¿no? Igual que tu trabajo es detonar ovarios adolescentes.
 -Y no tan adolescentes...- murmuró él, riendo.
 -Venga, quítate la camiseta, bombón. Espero que eso no haya sido una indirecta llamándome vieja, por cierto.


 -La virgen.- soltó Meg, mirando a la pantalla de la sala.
 En la televisión se podía distinguir una masa amorfa azul, que parecía dibujar el contorno de un bebé descompensado.
 -Que cosa más extraña.- murmuró Zayn, frunciendo el ceño.
 Sam, mientras tanto, reía por lo bajo, acostada en la camilla.
 -Deberíais veros las caras.
 La doctora, una mujer ya con canas y sonrisa cariñosa, asintió.
 -La reacción normal es de emoción, pero decididamente, me gusta más la vuestra.
 -¿Eso es la cabeza o el culo?- preguntó Meg, señalando a un punto del televisor.
 -Eso será una rodilla. A ver...- murmuró la doctora, fijando la mirada a la pantalla.- Bien,esto ya está. Puede ir a cambiarse.
 Sam asintió, mientras una enfermera le ayudaba a levantarse.
 -Entonces, ¿quieren saber el sexo del bebé?- preguntó la mujer, mientras Meg y Zayn se miraban, nerviosos.
 -Ya que estamos...
 -Sí, por Dios, sí.
 -Bueno, no puedo aseguraros cien por cien que sea acertado, pero en principio...
 -¡Por favoooor!
 -Es niña.





domingo, 21 de abril de 2013

Capítulo 39- Un Pequeño E Insignificante Contratiempo

Harry cerró de un portazo la entrada de casa, suspirando mientras se sacaba los zapatos a patadas, sin ni siquiera desatarlos.
 -Lou, creo que me voy a ir a la cama antes de lo previsto...
 El chico negó con la cabeza, mirándolo desde el sofá del salón.
 -No importa. Yo, mientras tanto, veré un poco la tele. Creo.
 -No te acuestes muy tarde, mañana tenemos que madrugar...- murmuró Harry, subiendo las escaleras cabizbajo.- Hasta mañana.
 -Que duermas bien.
 Louis escuchó como el chico caminaba hasta su habitación, bostezando ruidosamente.
 No tardó mucho en reaccionar. Cogió el mando de la tele y la encendió, subiendo el volumen unos cuantos tonos, aunque sabía que Harry en ese momento ya estaría dormido. Pero no quería arriesgarse.
 Se giró, observando como la figura pálida de Niall salía de la oscuridad del corredor.
 -Ha caído como una frágil palomita.
 -Tres somníferos en el batido. Hombre seguro vale por dos.- Louis sonrió a modo de saludo.
 -Eres un bestia.
 -No me cuestiones. Hace tres días que no te veo.
 -Lo siento. Tengo cosas que contarte.
 -Espero que sean importantes. Estaba preocupado.
 Niall asintió, sentándose en el sofá y haciéndole un gesto a Louis para que lo imitase.
 -Siento no haberte avisado de que me marchaba.- dijo el chico.
 -No importa.
 -Escúchame, Louis, hay algo...- Niall dudó; no sabía como empezar.- Hay algo que debería haberte dicho hace ya mucho tiempo. Desde que lo descubrí.
 Louis observó a su acompañante, preocupado. No se imaginaba qué era de lo que podía estar hablando, pero parecía importante.
 -Yo... No soy lo que crees que soy. Hubo un tiempo en el que pensé como tú... que era una alucinación de tu mente. Tenía sentido; sólo tú podías verme, y había aparecido por tu enfermedad. No sabía qué más creer, así que lo di por cierto. Pero no es verdad. 
 El chico abrió mucho los ojos.
 -¿Qué estás intentando decir?
 -No estoy en tu mente, Lou. Soy real. No del todo, pero... 
 -¿Eres un fantasma?
 Niall asintió, mientras Louis bajaba la cabeza, confundido.
 -No lo entiendo... Esto no puede ser cierto. No puede ser real. No puedes ser...
 -Piénsalo. Puedes tocarme, puedo agarrar cosas, y...
 -Pero sólo te veo yo.- interrumpió Louis. Vio como Niall bajaba la mirada, incómodo.- ¿No?
 -La verdad es que no, Louis. Lo descubrí hace algo de tiempo, pero tampoco sabía que decir, y...
 -¿Entonces, no sólo te veo yo?
 -Puedo controlar quién me ve, como y cuando. Al menos, hasta lo que yo sé. 
 Él ladeó la cabeza, confundido. No se esperaba eso.
 -He estado con Katherine todo este tiempo.- continuó Niall, sin apartar la mirada de Louis.
 -¿Ya se lo has contado?
 Niall asintió levemente.
 -¿Y qué vas a hacer? ¿Vas a irte?- preguntó Louis, levantándose del sillón,
 -No exactamente.- contestó Niall.- me dividiré. Una semana con uno, una semana con otro. 
 -No tienes por qué hacerlo. Es tu novia, deberías...
 -No. Ya está hecho. He hablado con ella y no le importa; hasta que te canses de mí, pienso estar a tu lado,¿me oyes? Y ni se te ocurra pensar que soy tan fácil de echar.
 Louis sonrió, abrazando al chico e intentando no emocionarse.
 -Gracias, Niall.
 -No se merecen. Y ahora me voy, le prometí a Kath que empezaría con ella. Por cierto, quiere venir a visitaros este sábado. No lo olvides.
 -De acuerdo.
 -Hasta pronto, Lou.
 Niall sacudió la mano, desapareciendo por la oscuridad del corredor, justo de donde había salido.
 Louis sonrió para si mismo, mientras subía las escaleras, camino a su habitación.


 -Son unos viejos aburridos, no sientas pena por ellos.- dijo Meg, caminando por las calles de Londres, ya oscuras.
 -Pero, no sé...
 -Tranquilo, Liam. Fueron ellos los que pasaron del plan. Y yo hace milenios que no salgo de noche.-le cortó Zayn, empujándolo suavemente para que no se quedara atrás.
 -Tenéis razón. Fueron ellos los que no quisieron venir. 
 -¡Ese es el espíritu, Liam! ¿Quién se va a emborrachar como nunca hoy?
 -¡Yo!- exclamó Liam, animado.
 -¿Y quien va a tener que dormir en nuestra casa porque no va a poder conducir?
 -¡Yo!
 -Ems, eso no estaba en mis planes...-murmuró Zayn.
 -¿Y quién va a invitarme a todas las copas porque es un caballero?
 -¡Tu novio!-gritó Liam, a  cincuenta metros de la entrada del club.
 Zayn miró al chico ofendido.
 -Pienso dejar que duermas en la calle.
 -¿No ibas a invitarme?- preguntó Meg, ofendida.
 -Tenía planeado dejar que lo hiciera él, o algún chaval con ganas de fiesta, pero si no es posible...
 -Eres idiota. Hoy duermes en el sofá.
 -Me parece que el sofá estará ocupado esta noche.- señaló Zayn, mientras Liam le hacía al gorila de la puerta un gesto.
 Entraron de primeros al bar, saltándose la larguísima cola de entrada. Ventajas de ser conocido.
 Dentro, el ambiente no podía estar más cargado. Noche de fin de semana, parecía que todo Londres se había puesto de acuerdo para salir el mismo día, a la misma hora. El DJ hacía lo que podía para contentar a la multitud, que parecía entretenerse con cualquier cosa.
 -Mmm, fiesta.- murmuró Liam, dándole su chaqueta al recepcionista. Meg miró a Zayn divertida.
 -Acabamos de llegar y ya parece borracho.- le susurró.
 -Pues espera a que llegue a la barra. Descubrirás a un Liam Payne totalmente desconocido.
  Los tres chicos intentaron hacerse un hueco entre la multitud, que se apelotonaba delante de la cabina del DJ, gritándole a pleno pulmón sus peticiones.
 -Por fin.- suspiró Zayn, al apoyar todo su peso encima de la barra.
 -Había una chica que olía a muerto.- dijo Meg, tirando de Liam para que se acercase.
 -¿Tú también te diste cuenta? Pensé que habían sido imaginaciones mías.- murmuró este, sentándose al lado de la chica.
 -Un Beefeater con Fanta, un ron con Coca-Cola y un vodka solo, por favor.-le murmuró Zayn al camarero, extendiendo un billete de 20.
 -¿Vodka solo?- preguntó Liam, mirando a la pareja interrogante.
 -Es con lo que se emborrachan las señoritas.- contestó Meg, sonriéndole.
 -Entiendo.


 -Esto es de locos, Zayn.- dijo Meg, mirándole preocupada.
 -Tranquila. Mañana no recordará nada.- le contestó él, negando con la cabeza.
 Liam había terminado su tercer vaso de gin-tonic, y había anunciado que pensaba acercarse hasta la cabina del DJ para pedirle que pinchase Moments.
 -¿Y si no la tienen?- le preguntó Meg, mirándole sorprendida.
 -Pues Little Things. Esa seguro que la tiene.-contestó él, alejándose hacia la multitud.
 -Oh, Dios. ¿Y si se hace daño?
 -Ni que nunca te hubieses emborrachado, mujer de poca fe. No se hará nada, relájate.- susurró él, pasándole un brazo por los hombros.
 -Te repetiré eso de camino a urgencias.
 Mientras tanto, Liam intentaba abrirse paso entre la marabunta de gente, sin mucho éxito. Estaba a punto de dar la vuelta e irse.
 -¿Liam?-escuchó una voz a sus espaldas, y se giró. 
 -Hola, Rachel.- contestó, intentando sonar alegre pero sobrio.
 -¿Estás borracho?- preguntó ella, mirándole divertida. 
 -No, qué va. ¿Qué haces aquí?
 -Bueno, es fin de semana. No notarán mi ausencia.- murmuró ella, acercándose a él.
 -¿Te has escapado? No deberías escaparte del internado.
 -Lo sé.-dijo ella, asintiendo. Le cogió de la mano, arrastrándole hasta un lado de la pista.- ¿Vas a llevarme de vuelta?
 Liam miró a la chica, intentando pensar con claridad.
 Ella le sonrió.
 -No.- contestó, encogiéndose de hombros.- Qué va.
 -¡Genial! Entonces ven.
 El chico le siguió, la cabeza le daba vueltas. 
 Rachel estaba demasiado guapa como para poder pararse a pensar las cosas.


 La luz de la mañana despertó a Liam, que se frotó los ojos. La cabeza amenazaba con explotarle, y la sensación empeoró cuando, de uno en uno, los recuerdos de la noche anterior fueron volviendo hasta su mente.
 Se incorporó de un salto, ignorando el dolor. 
 ¿Qué había hecho?
 Se encontraba en la habitación de su piso. Si, era su apartamento. De eso estaba seguro.
 Giró la cabeza lentamente. Allí estaba.
 Rachel dormía, dándole la espalda.
 La espalda desnuda.
 Desnuda.
 -Oh dios mío.- soltó Liam.

jueves, 18 de abril de 2013

Capítulo 38- Un Rayito de Sol

-¡Looooooooouiiiiiiiiis!-chilló Harry desde el sofá del salón.- ¡Veeeeeeeeeen!
 Sabía que habría sido más caballeroso por su parte acudir a su encuentro en el piso de arriba, pero levantarse del sofá no estaba entre sus planes. Esperaba que no le importase.
 El chico escuchó, después de unos minutos, como pesados pasos recorrían el pasillo y bajaban lentamente las escaleras del piso, arrastrando los pies, y vislumbró a un cansado Louis desperezándose y dejándose caer a su lado.
  -Qué quieres. Me has despertado.- susurró.
 -¿Qué tal te encuentras?
 El chico encogió los hombros, bostezando.
 -He estado mejor.
 -Venga, arriba esos ánimos, ¡hoy hace sol!- exclamó Harry, señalándole la ventana, donde se podía ver un cielo completamente azul.- ¡Ni una nube! ¡Ni una!
 Louis sonrió, frotándose los ojos.
 -Muy observador por tu parte.
 -¡Ni una sola nube!
 El chico enarcó una ceja, cogiendo un cojín y tirándolo a la cara de su amigo.
 -Presupongo por tus palabras que querrás ir a dar un paseo.
 Él le miró, poniendo cara de perrito degollado, aunque sabia que iban a ir de todas formas.
 -Porfi...
 -Está bien, avisaré a Liam y a Zayn.
 -¡Fiesssssssta!
 Harry saltó del sillón, moviendo los brazos por encima de la cabeza.
 -No te arregles mucho, no vamos a un pase de modelos.
 -Me has pillado, pensaba ponerme guapo para ti.
 El chico le miró seductoramente, mientras se dirigía a las escaleras dando saltos.
 Louis soltó una carcajada, levantándose a por el teléfono con movimientos pesados.
 Un pensamiento fugaz le recorrió la mente de camino hacia la cocina.
 ¿Y Niall?
 Hacía tres días que no le veía. Él no le había dicho nada, no le había avisado. Frunció el ceño mientras cogía el teléfono, lanzándolo al aire y agarrándolo, pensativo.
 No podía haberse ido sin decirle nada, ¿no?


 -Entonces, ¿qué hacemos? ¿Se lo decimos?-preguntó Zayn, mirando a Meg preocupado mientras caminaban de la mano hasta la plaza donde habían quedado con los demás, aunque llegaban media hora antes. Las calles, típicamente londinenses, brillaban debido al inusual sol que les daba de lleno; todas las cafeterías que habían visto ya tenían colocadas las terrazas, esperando que el calor no fuese solamente un espejismo. Por su parte, Zayn seguía con su teoría de que, últimamente, el tiempo se había puesto de acuerdo para coincidir con su estado de ánimo.
 Ella le miró, sonriendo. Llevaba el pelo recogido en un moño, y la camiseta de tirantes que lucía le dejaba el cuello al aire, de donde colgaba un collar con la letra M.
 -Tranquilo, querido, no te preocupes. Como tu prefieras; si quieres se lo decimos, si quieres no. Pero alguna vez se tendrán que dar cuenta...
 Él asintió, doblando la esquina. No sabía como, pero se lo dirían hoy.
 -¿Cómo crees que reaccionarán?
 Meg negó con la cabeza.
 -No lo sé, pero depende. ¿Ellos sabían lo de Samantha?
 -Sí.
 -Pues yo si fuera ellos me reiría en tu cara.
 Zayn la miró con una mueca.
 -Que amable.
 -Es que desde fuera es gracioso.
 Se sentaron en un banco vacío de la plaza. No había mucha gente, pues era una calle poco transitada; justo por eso la habían escogido. Seguían siendo famosos, a pesar de todo.
 -Tendrás que hablar de nuevo con ella, ¿no?-peguntó Meg, cruzando las piernas.
 -Sí, para ir a las ecografías y esas cosas...
 -¿Que prefieres, niño o niña?
 Él miró a la chica, que sonreía de nuevo. Si se paraba a pensarlo, prácticamente llevaba sonriendo todo el día.
 -Pues... me da igual, la verdad. ¿Y tú?
 -Yo una niña. Siempre quise tener una hermana pequeña, pero en casa eramos todo chicos y yo...
 -Que ambiente. Así saliste, de poco femenina...
 Meg le sacó la lengua, girándose y dándole la espalda.
 -Me has ofendido.
 -Lo siento, no era mi intención.
 -Arrodíllate.
 El chico miró a la espalda de la chica, desencajado.
 -¿Qué?
 -Que te arrodilles.-repitió ella, volviendo a su posición original.- No pienso perdonarte hasta que te arrodilles ante mí y te disculpes.
 Zayn soltó una carcajada.
 -¿Va en serio?
 -Completamente.
 Él resopló, pero se levantó y, lentamente, colocó una rodilla en el suelo, mirando a la chica desde abajo.
 -Lo siento mucho, oh Meg, perdóneme.
 -Eso está mejor. Puedes levantarte.
 Meg intentaba parecer seria, aunque al final se le escapó una risita.
 A lo lejos, los dos chicos vieron aparecer a Louis y Harry, dando saltos desde la calle contraria a la que ellos habían tomado para llegar.
 -¡Meg! ¡Zayn! Tan esplendorosos como siempre.- exclamó Harry, corriendo hasta ellos.- ¿Qué tal? ¿No os encanta este día?
 -El sol le afecta, perdonadle. No sabe lo que hace.- murmuró Louis, saludándoles con un movimiento de mano.- ¿Qué tal, chicos?
 -Muy bien.- contestó Meg, apretando la mano de Zayn.- ¿Y Liam?
 -Estará al llegar, me imagino.- contestó Harry, sentándose en el banco que segundos antes habían ocupado ellos.- Hacía bastante que no nos reuníamos así, ahora que lo pienso, ¡deberíamos hacerlo más a menudo!
 -Bueno, precisamente de eso quería hablaros. Espero que a Liam no le importe, en todo caso se lo repetiremos luego, pero a ver que os parece...- dijo Meg, sentándose al lado del chico. Zayn la miró interrogante; no tenía ni idea de qué estaba diciendo.- El caso es que, hace algo de tiempo ya, compré con unas amigas una casita de veraneo en la costa Mediterránea, por el sur de España. Hace bastante que no voy, pero ellas sí, y está en perfectas condiciones... Y me preguntaba si os apetecería veniros, aunque sea una semana, el tiempo que veáis. El clima allí es perfecto, la gente es muy maja, y, no sé, me parecía una buena idea...
 -¿Y te lo has tenido callado todo este tiempo? Eres una mala persona.- exclamó Zayn, mirándola con rencor a través de las gafas de sol.
 -Bueno, eso ya deberías saberlo, cielo.- contestó ella, sonriendo de forma malévola.
 -Secretitos de pareja a parte, yo me apunto.- dijo Louis, asintiendo fuertemente con la cabeza.- Una de esas razones por las que te amo, Meg. Eres una caja de sorpresas.
 -Oh, por favor, me sacáis los colores...
 -Tu cuidadito, ¿eh? Que estás muy cariñoso.- bromeó Zayn, mirando hacia el chico.
 -Mi cabeza ya no está aquí, sino entre mojitos, chicas en bikini y sol abrasante.- murmuró Harry. Lo que pretendía ser un comentario por lo bajo, para que nadie más lo oyera, acabo dicho en el medio de uno de esos silencios no intencionados, tan típicos en las reuniones de amigos. La primera en soltar la carcajada fue Meg, mientras Louis le miraba escandalizado. Zayn escondió la cara entre las manos; Harry bajó la cabeza, observando el suelo, avergonzado.
 -Se suponía que eso no debíais oírlo...- dijo el chico, rascándose la cabeza.
 -Eres tonto.- contestó Louis, ahogando un bufido.- Tonto.
 -¡Hola!- saludó Liam, mientras se acercaba al grupo.- ¡Cuánto tiempo, Meg!
 -Dios mío, Liam, me has dado un susto de muerte.- dijo ella.- No te había oído llegar.
 -¡Por fin!-exclamó Louis.- ¿Preparados para irnos?


 -Bueno.- murmuró Zayn, mirando hacia su granizado de café mientras Meg se acomodaba al lado suya, en el sofá de la cafetería más vacía que habían podido encontrar.- Creo que tenemos que poneros al día.
 -¡Os vais a casar!- dijo Louis, levantando la cabeza de su frappe de oreos. Miró hacia Harry y extendió la mano.- Me debes diez euros.
 -¿Cómo?- soltó Meg, interrogando a los dos chicos con la mirada.
 -Louis ha apostado a que ibais a casaros en menos de seis meses.- contestó Harry, poniéndole una mueca al chico.- Cállate, listo, no han dicho nada todavía.
 -No vamos a casarnos.
 -¡Joder, Zayn, las novias viejas siempre quedan fatal en los álbumes de boda! ¡Decídete ya!
 -Cállate, lelo, yo no soy vieja.
 -Pero lo serás.
 -¡Nunca!
 -No tenemos pensado casarnos por ahora, pero... sí vamos a aumentar la familia.- soltó Zayn de un tirón. Los tres chicos se quedaron boquiabiertos, mientras Meg reía por lo bajo.
 -¿Estás embarazada?- exclamó Harry, mirando a la chica con los ojos muy abiertos.
 -No vuelvas a hacer eso, por favor. Pareces un niño pequeño pervertido.- dijo Liam, que estaba sentado al lado de él. Este le dedicó un gesto obsceno con el dedo.
 -No, yo no estoy embarazada.- contestó ella.
 -¿Eing?
 -¿Qué carajo?
 -Oh, ya lo entiendo...-murmuró Louis, asintiendo.- Meg no quiere descuidar su figura para la próxima boda que no quiere confirmarnos, así que ha alquilado un vientre de alquiler... Técnicamente, Harry, me sigues debiendo los diez euros.
 -¡Que os calléis!- espetó Zayn, pero ninguno le hizo caso.
 -No hay ningún vientre de alquiler, memo.- le dijo Meg a Louis, riéndose.- Pero la amiguita de Zayn trae sorpresa.
 El primero en reaccionar, irónicamente, fue Liam.
 -JAJAJAJAJAJAAJAJAJAJAJAAJAJAJAJA...
 -Liam, gilipollas, no te rías.- murmuró Zayn.
 -...JAJAJJAJAJAAJAJAJAJA
 -¡Eres un pringao!- soltó Harry.- ¡La has dejado preñada! ¡Pringao!
 Louis miraba confundido a su frappe.
 -¿Hablas de Samantha, Meg?
 La chica asintió.
 -Y...¿no estás enfadada con él?
 Ella se encogió de hombros.
 -Bueno, digamos que yo sé que ya no es el mismo chico que conocí. Si lo fuese, ahora mismo no estaría con él, porque el Zayn de hace seis meses habría sido capaz de hacérmelo. Pero el Zayn del que me enamoré no. Es diferente.
 Louis asintió.
 -Eres idiota.- decía Zayn, mientras tanto, mirando al chico con rencor.
 -Es que hay que ser pringado.
 Liam, mientras tanto, se secaba las lágrimas con una servilleta de papel.
 -Estoy de acuerdo con él. Eres un pringado.- murmuró, conteniendo la risa.
 -Os odio.- espetó el chico, recostándose en el sofá. Meg le miró, pasándole un brazo por los hombros.
 -Que te dicen, a ver, que te dicen...
 -Se están metiendo conmigo, Meg. Haz algo.
 -Son unas malas personas, no les hagas caso...
 Los tres chicos rieron, mientras Zayn sonreía.
 -Bromas a parte.- dijo Louis.- ¿Samantha no lo reclamará como hijo suyo?
 -No quiere saber nada del bebé.
 -Ella se lo pierde.- contestó la chica.- pienso mimarlo mogollón, y ponerlo super repollo, con millones de lazos y encajes y...
 -Pobre niño.- murmuró Harry.- No hagas como mi madre, ni se te ocurra vestirle de rosa. O por lo menos, no hagas fotos.
 -¡Quiero ver esas fotos!- soltó Louis, mirando al chico con ojos super abiertos.- ¡Pienso sobornar a tu madre para que me las enseñe!
 -Nunca.
 Los demás chicos rieron, ajenos a que fuera, en la otra acera, una figura de rizos y piel pálida les observaba.
 El que sí se había dado cuenta era el chico rubio de ojos azules que esperaba impaciente a que el grupo decidiese salir. Pero poco importaba.

domingo, 14 de abril de 2013

Capítulo 37- Negociaciones, "Hola, Autumn"

 -Sigues aquí.
 Esa fue la frase que arrancó a Niall de su sueño, recién llegadas las diez de la mañana. En otras condiciones le hubiese molestado, pero siendo quien era, no pudo evitar sonreír.
 -Claro.
 -No sabía que los fantasmas podían dormir.
  El chico rió, desperezándose.
 -Bueno, era a lo que me dedicaba mientras Louis no estaba en casa. Comer si que no puedo, así que...
 Katherine sonrió, cogiéndole de la mano y arrastrándolo fuera de la cama. La luz de la mañana se colaba por las rendijas de la persiana, iluminando de forma parcial la habitación.
 -Sigo sin asimilar del todo que estés aquí.- murmuró ella, mirándole con adoración. El chico sacudió la cabeza, sacándole la lengua. Tampoco sabía que contestar.
 -Vas a tener que acostumbrarte.
 -Esperaba tener que hacerlo, no es ninguna mala noticia.
 Bajaron de la mano por las escaleras de caracol, hasta llegar a la cocina.
 Katherine se acercó a la encimera y sacó una taza del armario, mientras Niall se sentaba en la mesa, observándola desde su posición privilegiada.
 -¿Vives sola aquí? ¿Y tu familia?- preguntó el chico. Cuando él estaba allí, ella vivía en la ciudad la mayor parte del año, justo en el edificio de al lado de sus padres.
 Katherine asintió, cogiendo de la nevera un cartón de leche. No se le veía muy cómoda hablando de ese tema.
 -Cuando te fuiste, volví aquí. Les dije a mis padres que necesitaba tiempo, no me preguntaron mucho más. Llevo desde entonces sin saber de ellos.- se encogió de hombros, dándole la espalda al chico.- Supongo que sería un alivio. La hija loca, la mancha familiar, relegada de forma voluntaria al campo. Perfecto, ¿no crees?
 -No hagas como si a ti esto no te gustase. Nunca os llevasteis bien.
 -En eso tienes razón.
 La chica sonrió, llevando su taza de café hasta la mesa y sentándose en frente de Niall.
 -Pero, como se suele decir, la familia no se elige, ¿no es cierto?
 -Cuentas con la ventaja del dinero.
 Ella asintió, llevándose la taza a los labios.
 -Kath, debo irme.- soltó él de pronto. La sonrisa relajada de la chica se convirtió en una mueca de tensión. Agarro el asa de su taza con fuerza y bajó lentamente la mano hasta llegar a la mesa.
 -¿Por qué?
 -Tranquila, volveré en un día como mucho.- siguió explicando el chico, sujetándole la mano y dejándola lejos de la taza.- Pero tengo que hablar con Louis. Tengo que contarle la verdad, lo que soy, tiene que entenderlo. Y tiene que darse cuenta de que tendré que dividirme entre vosotros dos de ahora en adelante.
 Ella asintió, mirando hacia sus manos entrelazadas.
 -Una semana con cada uno es lo suficientemente justo, ¿no crees?- dijo él, intentando sacarle una sonrisa.- Me iré esta noche, casi no notarás mi ausencia. Lo prometo.
 Tal como intentaba conseguir, Katherine sonrió de oreja a oreja.
 -Me parece un buen trato. Yo también tengo que ir a verlos dentro de poco; se lo prometí.
 Niall asintió, pellizcándole en la mano.
 -Me parece perfecto.
 No podía creer como la suerte podía sonreirle sólo después de muerto.



 -Eres un hijo de perra.
 Zayn asintió, sin bajar la mirada.
 -Lo sé.
 -Pero de los grandes, eh. Eres un gran hijo de perra. De lo peorcito.
 -Bueno, tampoco te cebes.
 -No me digas que no es verdad. Engañaste a tu novia y ni siquiera tuviste la valentía de decírselo, que se tuvo que enterar por un chaval. ¡Un chaval! ¡En medio de la calle! Que horrible.
 Un silencio incómodo se apoderó de la sala.
 Zayn no sabía hacia donde mirar. Todo lo que Meg estaba diciendo era cierto, lo había pensado millones de veces; pero oírlo con su voz, saliendo de su boca, le hacía sentir el doble de culpable.
 Tampoco sabía cómo interpretar su tono. Ni sus gestos. No tenía ni idea de si estaba enfadada, dolida, sorprendida o simplemente indiferente.
 -La verdad, no me esperaba esto de ti. Posiblemente, si me lo hubiese dicho otro le hubiese llamado mentiroso. No tenía esa imagen de ti.
 -Antes era así. No ahora.
 -Me parece realmente bien que hayas cambiado, pero avisado quedas; si me haces una cosa de ese estilo, ya puedes correr. No soy de las que llevan bien las infidelidades, yo te hubiese partido la cara.- contestó ella, mirándole seria.- Ahora vamos a dejar este tema e ir con el importante. ¿Por qué te has sincerado conmigo después de este tiempo?
 Él tragó saliva, intentando no parecer nervioso.
 -A ver, la chica con la que me acosté habló conmigo el otro día y... Está embarazada.
 Bombazo.
 La cara de Meg era un poema. Se le desencajó la mandíbula, los ojos se le desorbitaron y un ruido entre el desconcierto y las ganas de matar se coló entre sus labios.
 -¿Embaraqué?
 -Embarazada.
 -Creo que voy a matarte.
 La chica enterró la cara entre las manos.
 -La virgen... Hijo mío, se utiliza condón en estos casos. Siempre. Es la regla de oro. Pensé que era de sentido común. Es que pareces tonto...
-Meg, no te estoy pidiendo que te hagas cargo del niño. Para nada. Pero es mi hijo. Ella no quiere tener nada que ver con él, y yo... No puedo dejar que se lo quede. No puedo. Es mi niño.
 Ella le miro con una expresión extraña entre las rendijas de sus dedos.
 -Eso que has dicho ha sido muy bonito.
 Zayn sonrió.
 -Sin embargo, eso no quita que te hayas metido en el lío de tu vida. ¿No quiere saber nada? ¿En serio?
 Él negó.
 -No me dio otra opción a quedármelo. Y es un bebé, no una caja de caramelos. No sabes como es; es una desalmada. Y lo suficientemente capaz de hacerle la vida imposible al niño.
 Ella asintió, mirando hacia el suelo.
 -No voy a cargarte con nada. Si me dices que no quieres saber nada del niño, no me voy a molestar, no es tu problema. Sólo dímelo y ya está.
 Meg negó con la cabeza, todavía con esa expresión extraña en la cara.
 ¿Incredulidad, tal vez?
 -Eso es lo más estúpido que he oído en toda mi vida.- sentenció, cambiando el sofá por las rodillas de Zayn.- Ese niño no es tuyo. Es nuestro. Va a ser el bebé más malcriado de todo el universo. Y tienes que dejar de fumar, porque no quiero que mi pequeño huela a tabaco. Y vamos a tener que vaciar la biblioteca y ponerle una habitación. ¡Una cuna con dosel! Esas son preciosas. Y además, hay que conseguir esas cosas para proteger las esquinas, porque como se caiga cuando empiece a andar se abre la cabeza...
 El chico la miraba asombrado.
 -¿En serio no te importa que no sea tu hijo?
 Meg le devolvió la mirada, sonriendo ampliamente.
 -Si es tu hijo, es mi hijo. Me da igual que tipo de sangre lleve o que genes comparta.
 Él la abrazó, sintiendo como el peso de la preocupación desaparecía con cada respiración que daba.
 -Gracias, Meg. No sé lo que haría sin ti.
 -Yo tampoco, si te sirve de consuelo.
 Se quedaron unos minutos así, sin necesidad de decir nada.
 -Zayn.
 -Dime, corazón.
 -No me gusta Hayley si es niña.
 Él la miró, expectante.
 -¿Propones alguna otra idea, ya que esta no es de tu agrado?
 -Autumn.
 -Autumn será, entonces.

sábado, 13 de abril de 2013

Capítulo 36- "Si eres famoso, querer no es poder"

Por las cosas que no puedes hacer, aunque quieras.
 Esas cosas de las que no puedes hablar.
 Que no puedes pensar.
 Por todas esas cosas que ni puedes imaginar.
 ¿Por qué?
 Porque no debes.
 Porque si vives tu sueño gracias a tu imagen pública, la vida es una completa mierda.



Liam se frotó los ojos, intentando ocultar el cansancio. Por fin, después de hora y media, todas las chicas de Spring Hills tenían un autógrafo personalizado, con una perfecta caligrafía.
 Bueno. Todas menos una.
 El chico miró de reojo hacia el lado derecho de la habitación, donde Charlotte, que había aparecido justo cuando él volvía del ala de las chicas, conversaba desanimadamente con uno de los coordinadores del internado. La sala, ya vacía, estaba muy silenciosa.
 Cogió su chaqueta y se dirigió al pasillo. Estaba cansado, lo único que quería hacer era echarse en su cama y dormitar con alguna película alemana de fondo.
 Caminó a desgana hasta el marco de la puerta y se apoyó ahí, mirando el enorme jardín del edificio. Al anochecer, se habían encendido unas luces a los lados del camino, que le habían pasado desapercibidas a su llegada, y la fuente tenía pequeñas lamparitas en el fondo. No iluminaban demasiado, pero el efecto que causaban era bonito. Precioso, más bien.
 -¡Hola!- le saludó una voz a sus espaldas. Liam se giró, descubriendo a Rachel justo detrás suya.- ¿Con ganas de marcharte?
 El chico esbozó una media sonrisa.
 -Pensé que deberías estar en la cama.
 -Así es. ¿Un paseíllo por el jardín, tal vez?
 Él la miró con incredulidad, mientras veía a la chica salir hasta las escaleras. Cuando esta vio que él no le seguía, se paró y le miró, confundida.
 -No puedes salir, deberías estar acostada.
 -Venga... Solo dos minutos. Nada más.
 Liam la miró; sonreía, suplicante por un paseo.
 Hacía mucho que no hacía algo medianamente interesante.
 ¿Por qué no...?
 -No. Venga, te acompañaré hasta tu habitación.
 Ella le miró con rencor, pero le siguió pasillo adelante.
 Un silencio incómodo reinó entre ellos los siguientes minutos. Liam no sabía que decir, o que hacer, para que Rachel hablase. No parecía muy contenta.
 -¿Por qué no quieres dar un paseo conmigo?- preguntó ella, caminando junto a él por los pasillos.
 -Técnicamente, ya lo estoy haciendo.
 -Sabes a que me refiero.
 Liam se encogió de hombros.
 -¿No quieres que te vean conmigo? ¿Es eso?
 Él le dirigió una mirada furtiva por el rabillo del ojo, mientras ella metía las manos en los bolsillos de su chaqueta.
 -¿Cuántas dijiste que te habían quedado?
 -Ser lista no es lo mismo que ser inteligente. Y no intentes cambiar de tema. Es eso, ¿no? no soy lo suficientemente buena para ti.
 Liam negó con la cabeza, chasqueando la lengua.
 -Los periodistas me relacionan con cualquier chica con la que hablo, y eres menor de edad...
 -¿Y...?
 -Pues no está bien.
 -Ya.- susurró ella, parándose en el medio del pasillo.- Esta es mi habitación. Un placer, Liam.
 -Un placer, Rachel.- contestó él, acercándose para darle dos besos.
 La chica le sujetó el pecho mientras arqueaba una ceja, manteniéndolo a distancia. Le cogió la mano derecha y se la estrechó.
 -Ya nos veremos.- se despidió, entrando en la oscura habitación.
 El chico se miró la mano con gesto confundido, giró bruscamente y emprendió el camino de vuelta al hall de entrada.
 No sabía exactamente lo que sentía, pero sí sabía que estaba mal.


 Zayn entró en casa, pendiente de si oía algún ruido que le indicase si estaba acompañado. Le había mandado un mensaje a Meg, diciéndole que tenían que hablar, pero no le había contestado.
 Pensaba decírselo nada más llegara. Los secretos no eran buenos aliados, eso ya se lo había aprendido. Y con Meg prefería no jugar con fuego.
 Dejó el abrigo en el colgador y caminó hasta el salón, donde tenía el portátil. Desde que había salido de la cafetería, dejando a Samantha allí, se sentía extraño.
 No se creía que fuese a tener un hijo.
 Antes de que se diese cuenta, ya tenia el twit puesto.
 "Voy a salir corriendo a la primera librería que encuentre, a comprarme todas las "Guías para Padres Principiantes" que tengan. Qué he hecho."
 Lo borró negando con la cabeza y se recostó en el sofá. Quería con todas sus fuerzas desahogarse con alguien, pero sabía que no podía hacerlo. Ya hacía bastante tiempo que había dejado de poder twittear lo que quisiese.
 Menudo asco de libertad la suya, ¿no?
 Se recostó en el sillón y cerró los ojos, recapacitando sobre la situación. No tenía tiempo de ponerse filosófico, estando como estaba.
  En el caso remoto de que Meg no se enfadase. ¿Cómo iba a explicar de donde había salido ese bebé?
 Tendría que hacer público, no sólo ante ella, si no ante todo el mundo, que en realidad era un cabrón que engañaba a su novia.
 Zayn se frotó la cara con el dorso de las manos. Aunque le hubiese gustado decir que sí, no era la vergüenza pública lo que más le preocupaba. Si la gente se daba cuenta de que era lo suficientemente mala persona para engañar a su novia...
 Se creerían que era lo suficientemente malo como para cambiar a su amigo de asiento.
 El chico se estremeció. Vale, era una tontería. Nadie iba a sospechar eso.
 Se levantó del sofá y se asomó a la ventana, pensativo.
 Un hijo...
 Ahora que se le pasaba el shock, estaba bastante sorprendido por que la idea no le sonase tan absolutamente mala.
 Un hijo. Una parte de sí mismo, alguien a quien poder cuidar y educar para que no cometiese los mismos errores que él.
 Resopló, ahogando una sonrisa sarcástica. Iba a ser un padre de mierda.
 -Zayn, querido mío, ¿qué te ocurre?- exclamó Meg entrando por la puerta de casa.- No te he contestado porque estaba en el dentista, pero que sepas que eres un pesado. Echo de menos mi vida de soltera despreocupada.
 El chico caminó hasta ella con una sonrisa nerviosa. Intentaba que no se notase, pero las manos le temblaban.
 -Meg.- murmuró.- ¿Que te parece Hayley?
 La chica se le quedó mirando, mientras dejaba las llaves en la mesa del recibidor.
 -¿Quién es Hayley? ¿Debería conocerla?
 -Hablo del nombre. ¿Te gusta?
 -¿Me vas a comprar un perro? Porque si es así, mejor que sea pequeño.
 -Ven, Meg.- contestó Zayn, cogiéndola de la mano. Ella le miró, preocupada.- Tengo algo que contarte.
 Estaba claro que él iba a ser un padre asqueroso. Pero...
 ¿Y Meg?


 Louis se sentó en la camilla, desabrochándose los botones de la chaqueta mientras Harry saludaba a las enfermeras que ya conocía, que no eran pocas. En ese momento apareció Maggie, tan sonriente como de costumbre, con un bote de un líquido transparente en la mano.
 -¡Hola, queridos!- exclamó al verles, con una sonrisa.- ¿Qué tal la semana?
 -Bien, Maggie. ¿Y tú, qué tal?- preguntó Harry, sonriéndole.
 -Pues nada, encerradilla en casa, estudiando para los exámenes... A ver si puedo terminar el periodo de prácticas, no me gusta. La gente se piensa que soy su esclava, y no.- contestó ella, mirando a Louis con una sonrisa de oreja a oreja.- ¿Y tú, corazón? ¿Que tal te encuentras?
 -Algo cansado, la verdad, pero lo voy llevando.
 -Bueno, eso es normal. Por ahora, estoy bastante sorprendida, eres un campeón.- contestó ella, apretándole el brazo de forma cariñosa.- No te preocupes. Una buena siesta y tan resplandeciente como siempre. ¡Alegrad esas caras, almas del señor!
 Harry soltó una carcajada, sentándose en el sofá de la esquina con la chaqueta de Louis en la mano.
 -Tienes que comprenderlo, Maggie, es muy pronto por la mañana...
 -Como se nota que sois adinerados adolescentes. La clase obrera, los horarios y los estudios os quedan muy lejos, al parecer...
 Louis se pasó la mano por el pelo; intentaba prestar atención a la conversación, pero no podía. Desde hacía varios días notaba algo extraño, no sabía decir el qué.
 Como ya le había pasado más veces, minutos después deseó no haber indagado en el asunto.
 -Maggie...- murmuró, mirándose la mano con gesto horrorizado. No pudo evitar que la voz le temblase.- No me digas que esto es lo que creo que es.
 En su mano descansaba una cantidad indecente de pelo, retándole de forma silenciosa a comenzar a gritar.
 La chica le miró con gesto interrogante, pero su expresión mudó al dirigir su mirada a la palma del chico.
 Un silencio llenó la sala Ninguno sabía que decir a continuación. Harry asomaba la cabeza, intentando ver de que hablaban; un "oh" se coló de entre sus labios al descubrir de qué se trataba.
 Louis observó el mechón, con sus pensamientos nublando su vista.
 Que asco, ¿no?
 No poder reaccionar como de verdad quisiese, tener que medir cada simple palabra por el hecho de no ser alguien anónimo.
 No poder echar a correr ahora mismo y gritarle al mundo que necesitaba ayuda, que estaba enfermo y que la vida era un asco, porque ya no podía ser él.
 -Louis...- murmuró Harry, sacudiendo la mano del chico, que seguía abierta de par en par. Los pelos flotaron un momento en el aire, para luego dispersarse suelo adelante.- No pienses en eso. No pienses.
 Él suspiró.
 Puede que los mechones debiesen preocuparle, pero ahora lo que echaba en falta era su independencia.



sábado, 6 de abril de 2013

Capítulo 35- Spring Hills

Liam miró con una mezcla de miedo y escepticismo la enorme verja que servía como puerta del opulento instituto. Vamos, que estaba flipado por lo que veían sus ojos.
 Lo que Charlotte se había olvidado de comentar el día anterior, era que Spring Hills no era un internado cualquiera. Era el centro de educación de las futuras riquezas mundiales, con chavales adolescentes de todo el mundo que presumían de sus Rolex y sus ropas caras mientras hacían los deberes de álgebra.
 Y todo eso lo había adivinado sólo con ver la puerta.
 Soltó un suspiro, mirando hacia la punta de sus zapatos. No le gustaba ese sitio.
 Un hombre salió de la parte derecha del muro, sonriéndole, aunque solo con la boca. Hasta el conserje era un estirado.
Genial.
 -Buenos días, señor...
 -Tú debes de ser Liam, el chico de la gala de hoy.- murmuró el hombre, dándole un apretón de manos.- Bien. Sígame, es por aquí.
 Sacó una enorme llave del bolsillo de su delantal, que tenía pinta de ser bastante antigua,  y abrió las descomunales puertas que daban al interior.
 Spring Hills había sido construido en la década de los años 60, por un grupo de empresarios hechos a sí mismos que buscaban la mejor de las educaciones para sus hijos, los futuros herederos de sus negocios y empresas. Contaba con un impresionante jardín, que recibía a los visitantes, donde uno casi no podía ver hasta donde llegaba. El césped era de un perfecto verde, y flores de todos los colores cubrían los bordes de los caminos. A lo lejos, tras pasar la plaza y la fuente, se vislumbraba la entrada al edificio, hecho en teja roja, con puertas y ventanas revestidas en madera.
 -El edificio tiene tres partes; el ala central, donde se encuentran las aulas, los salones de actos y demás recintos comunes; el ala este, donde viven los niños; y el ala oeste, recientemente añadida, donde duermen las niñas.- Murmuró el conserje.- Cada ala tiene su propia piscina y sala común. Hoy visitarás el Salón Principal, nada más.
 Liam asintió. Esperaba que el ambiente de seriedad no estuviese rondándolo durante todo el día, aunque se imaginaba lo peor. Esos sitios donde la gente fingía tanto, donde todos presumían y miraban a los demás por encima del hombro, le deprimían.
 Caminó tras el conserje los diez minutos que les llevó atravesar el jardín entero, subió las escaleras del recibidor y entró en el edificio.
 Estaba decorado en tonos granates y marrones, la luz era escasa y tenue y los cuadros altivos y formales daban al lugar un aspecto elegante.
 Ese aspecto se hubiese mantenido, de no ser por las fans.
 Siempre ellas.
 En cuanto entró, Liam percibió ruidos de miles de pasos encima de su cabeza. Echó una mirada al conserje, que se frotaba los ojos con cansancio. Subió la cabeza, preocupado.
 Los gritos llegaron en cuanto la primera chica asomó la cabeza por el hueco de las escaleras y lo vio.
 Al principio sólo vio a las más pequeñas. Eran niñas de ocho, nueve, diez años, que parecían muy emocionadas de verle allí. Vestidas con americanas azul marino y faldas granates, daban un aspecto muy pintoresco, pues la carrera para llegar hasta él les había revuelto el pelo y descolocado el uniforme. Liam sonrió.
 La sonrisa se le congeló en  la cara cuando vio aparecer la masa de las adolescentes.
 Cientos y cientos de chicas, de los catorce hasta los dieciocho, se abalanzaban como locas escaleras abajo, sin dejar de gritar en un solo momento. Agarraban rotuladores y bolis como si fuesen cuchillos y armas de guerra, y las pancartas parecían estandartes.
 Liam dudó un momento antes de girar bruscamente y salir corriendo.
 Nunca había visto a las fans de esa manera. Y estaba solo.
 Caminó hasta la puerta siguiente y la abrió, mirando hacia atrás con gesto asustado.


 Diez minutos después, Liam encontró el sitio perfecto para refugiarse y aclarar ideas; el armario de la limpieza.
 "Solo unos minutos" pensó para sí mismo. "Necesito pensar"
 Asintió con la cabeza, tratando de convencerse, y se metió sin pensarlo más.
 Dentro estaba algo oscuro, aunque la ventana que había al fondo iluminaba relativamente la estancia. El chico apoyó la cabeza en la pared y contó hasta diez. Estaba bastante nervioso, aunque no sabía decir por qué.
 -Hey.- escuchó, desde la esquina contraria.- Está ocupado.
 Él dio un respingo y abrió los ojos bruscamente. Tardó unos segundos en encontrar a su acompañante.
 En la pared de en frente, entre las fegonas y escobas, estaba sentada una chica, en la parte más alta de la estantería. Sus piernas se balanceaban mientras ella le miraba con malicia.
 -Te han asustado, ¿eh?- volvió a hablar la chica, mientras Liam se recuperaba del susto.- Llevan un día entero preparando las malditas pancartas de las narices. Espero que no reveles mi escondite, o te perseguiré hasta matarte.
 -Tranquila.- murmuró él.- No pensaba hacerlo.
 Observó a la chica más detenidamente. Era bastante alta, por lo que podía adivinar, pues estaba sentada. Su larga cabellera en tonos tierra estaba enredada y despeinada, vestía con el uniforme del colegio, aunque la americana reposaba en la estantería del final, al lado de la ventana. Sus ojos avellana le pillaron en plena inspección.
 -Pervertido.
 -Oye.- dijo él, ofendido.- No te estaba mirando de esa forma. Y no te saco tanto.
 -Cierto.- asintió ella, rebuscando en el bolsillo de su camisa.- Pero da igual. Pervertido.
 Sacó un paquete de tabaco y encendió un cigarrillo.
 .-¿Quieres?- preguntó ella, sonriendo.
 Él negó.
 -No fumo. Y tú tampoco deberías.
 -Cierto. Pero qué se le va a hacer.- contestó ella, encogiéndose de hombros.- ¿Y qué haces aquí? Pensé que te gustaba eso de las fans.
 -Bueno, tus compañeras parecían asesinas más que fans. Y vengo solo, y... No sé.
 -Te has asustado.- susurró ella, ahogando una risita.- Entiendo. Pobrecito.
 -No te rías de mí.
 -Créeme, intento no hacerlo.
 Él soltó una carcajada, mientras ella le observaba.
 -Te preguntarás que es lo que hago aquí en vez de con las otras, acosándote.- dijo, después de unos minutos.- Si sé quien eres.
 Liam no dijo nada.
 -Es que me parece una tontería eso de matarse por un autógrafo, o por un abrazo, no sé... Y las multitudes me agobian.
 -Entonces, ¿eres fan nuestra?
 Ella ladeó la cabeza, desconcertada.
 -Podría decirse. Fan rebelde, pero fan.
 -¿Rebelde?- preguntó él.- ¿Por qué?
 -Es lo que dicen todos mis profesores. Es lo que dicen mis padres. No sé, algo de razón me supongo que tendrán.
 El chico observó como ella se miraba las puntas de los zapatos, justo lo que había estado haciendo él minutos atrás.
 -¿Y te gusta ser así?- volvió a preguntar.
 -Pues... No lo sé. Yo sólo quiero ser yo. Me da igual si con eso soy rebelde, mala persona...
 -Bueno, eso ha sonado muy maduro.- contestó él, sonriendo a la chica.
 Ella le devolvió la sonrisa, mirándole con agradecimiento.
 -Me siento en desventaja.- soltó él, cambiando de tema.- Tú sabes mi nombre, pero yo el tuyo no.
 Ella sonrió de forma irónica.
 -Rachel. Rachel Adams.
 -Un placer, Rachel.
 -Lo mismo digo.
 Ninguno de los dos supo que decir, así que se limitaron a quedarse en silencio, mirándose entre sí.
 Rachel se levantó y apagó el cigarrillo en la ventana.
 -¿Por qué te escondes aquí, tan lejos?- preguntó Liam, sin saber qué decir.
 -Tan lejos... Estamos al lado de mi habitación. Te has colado en el ala de las chicas.-rió ella.
 Liam asintió, sorprendido.
 -¿Qué se siente?.- preguntó ella. Él la miró sin comprender.- ¿Qué se siente al haber cumplido todos tus sueños?
-Bueno, he cumplido la mayor parte, pero uno nunca acaba de cumplir todos sus sueños. Siempre surgen más. Pero, no sé, cuando me di cuenta de que por fin era todo lo que había querido ser de pequeño, fue como... No sabría explicarlo.
 Ella asintió.
 -¿Cuales son tus sueños, Rachel? ¿Qué es lo que te gustaría cumplir a ti?
 Ella suspiró.
 -Escapar. No conoces a mi familia, tienen todo mi futuro completamente planeado. Yo no quiero ser lo que ellos quieren que sea. No quiero heredar el negocio familiar y convertirme en una ricachona estirada. Quiero viajar, quiero saber lo que se siente estando en otros sitios, lo que se siente al no ser nadie, a que la gente no te quiera sólo por tu dinero... Todo eso.
 Él asintió.
 -Pero qué mas da, eso no va a ocurrir nunca.
 Liam arqueó una ceja.
 -Ahí discrepo, querida.

miércoles, 3 de abril de 2013

Capítulo 34- Algunas explicaciones

Zayn miró el reloj, soltando un suspiro y apoyando la cabeza contra el cristal de la ventana. No quería pasar mucho tiempo en ese sitio; sentía remordimientos por haberle mentido a Meg sobre sus intenciones, pero ella no podía saber nada de lo que estaba sucediendo. Había sido error suyo, y él mismo tenía que arreglarlo.
 Esperaba de verdad que aquello sólo fuese una de las escenitas de Sam.
 Saludó con un movimiento de cabeza a la chica cuando esta se sentó delante de él, dejando las cosas encima de la mesa y mirándole con una sonrisa de satisfacción.
 -Has venido.- dijo ella.
 -No he venido por ti.- le contestó él, mirándole con desprecio.- He venido para que me expliques de qué hablabas ayer.
 -Mmm... Refréscame la memoria.
 -Sabes perfectamente de a qué me estoy refiriendo.
 La chica negó con la cabeza, sonriendo por lo bajo.
 -Antes me voy a tomar un café.
 Le hizo una seña a la camarera, que se acercó con paso lento a tomarles el pedido. Samantha la recibió con una sonrisa, como hacía con todo el mundo.
 El chico ahogó una mueca. Siempre lo hacía; dar al mundo una imagen de angelito, para luego siempre salirse con la suya. Lo malo era que funcionaba.
 Incluso con él.
 A veces.
 -Vamos, Zayn, te veo muy estresado.
 -Por favor, Samantha, no juegues más con esto. ¿Estás embarazada?
 La chica le miró, la sonrisa ya desaparecida de sus angelicales facciones.
 -Eres muy directo.
 -¿Lo estás?
 Hubo un silencio, donde ninguno de los dos cortó el contacto visual en ningún momento.
 -Sí.
 Zayn se echó hacia atrás en la silla, tapándose la cara con las manos. Se lo había estado temiendo todo ese tiempo.
 -No puede ser, esto es una pesadilla...
 -¿Estás diciendo que tu hijo es una pesadilla? No creo que vayas a ser un buen padre.
 -¡Estoy diciendo que es una pesadilla tener un hijo contigo! ¡Eres insoportable, Sam, insoportable!
 Ella le miró con cara divertida.
 -Si estás intentando hacerme daño, no funciona, corazón.- murmuró, dándole vueltas a su café.- Vamos, podemos hacer esto por las buenas o por las malas. Tú decides, Zayn. Tengo veintidós años y ningunas ganas de convertirme en madre; podemos llegar a un trato...
 Él suspiró, dando golpecitos al suelo con el pie.
 -¿Qué tipo de trato?
 -Mi silencio por el bebé.
 Zayn le miró sin comprender.
 -No sé a qué te refieres.
 -Yo no revelo a nadie cómo... pasó, y tú te quedas con nuestro pequeño retoño.
 Por poco escupe el café. No se imaginaba una situación como esa.
 -¿Me estás diciendo... que no quieres saber nada de él? ¿Que te desentiendes?
 -Así es. No quiero un bebé, nunca lo quise.
 -¿Y por qué no abortas?
 La chica se cruzó de brazos.
 -Solo concibo el aborto si no tuviésemos nada que darle a este niño, Zayn, y a ti el dinero te sobra. Me da igual qué clase de padre seas, pero lo serás. O entonces hablaré.
 Él negó con la cabeza.
 -Aunque no pusieses condiciones. No tienes intención de interesarte por él, no pienso dejar que te lo quedes.
 Samantha sonrió.
 -Entonces nos vamos entendiendo.
 Zayn bajó la cabeza, sin poder ocultar una sonrisa irónica.
 -Me había imaginado toda clase de cosas sobre ti, pero pensé que solo eras así de desalmada conmigo.
 Ella se encogió de hombros.
 -Pues te equivocaste. No te trato con favoritismos.


 El día anterior. Mullingar.

 -Dios mío. Dios mío. Me estoy volviendo loca... Mucho más loca de lo que ya estaba. Dios mio.
 -No te estás volviendo loca, Kath. Escúchame, por favor, sólo escúchame.
 -Ya has dicho eso, ¡ya lo has dicho!
 La chica se sentó encima del borde de la bañera, todavía mirando al espejo, mientras se agarraba la cabeza con las dos manos y dirigía su desorbitada mirada al suelo.
 -Dime que tienes una buena explicación.
 -A ver. Como... empezar.- Niall caminó en círculos, intentando llegar hasta el principio de la historia.
 -Sólo suéltalo. Necesito saberlo.
 Él asintió.
 - Yo estoy muerto, Kath. Lo sabes. Pero volví; no me preguntes ni como, ni por qué. Pero llevo acompañando a Louis todo este tiempo, desde la mañana de Año Nuevo, que me desperté en el sofá de su casa sin saber qué había pasado. Simplemente pasó. Y...-soltó un suspiro.-Ninguno de los demás chicos lo sabe, sólo Louis. Y él piensa que soy una alucinación de su mente, no cree que sea real. No vine antes aquí porque tenía miedo. Al principio no sabía que podía separarme de Louis por tanto tiempo, pensé que estaba ligado a él, como en las películas. Imagínate, cuando me enteré de lo que había pasado estaba convencido de que yo mismo era una alucinación de Louis, estaba muy confundido; pero no podía ser, él no te conocía y yo sí...
 No vine antes porque no sabía como te lo ibas a tomar. Si ibas a aceptar que estoy aquí, que he vuelto, o si ibas a pensar que sólo era un reflejo de tu mente. Sigo sin saber qué es lo que crees. Kath... Por favor, responde. Di algo.
 El chico le miró suplicante a través del espejo, aunque la mirada de la chica estaba perdida.
 -Te creo, Niall. Siempre es mejor que creer que estoy loca.- contestó ella, sonriendo tímidamente.- ¿Sólo te puedo ver así?.. ¿Mediante espejos?
 -No, puedo hacerme ver, y notar. Pero no quería que te diese un infarto.
 -Por favor, haz que pueda verte.
 -Gírate.
 La chica obedeció, mirando hacia la bañera con los ojos cerrados, por si no era suficiente.
 No se lo podía creer.
 Había vuelto.
 "A quien quieres engañar, Kath" pensó "Estas loca. No es real".
 Daba igual. No le importaba estar loca, si con eso conseguía que él se quedase con ella.
 Además; ¿quién era el que decía que Niall no era real?
 Ella no podía saberlo.
 -Ya está.
 Katherine se giró, descubriendo al chico justo en frente suya.
 -No puede ser cierto...
 Se acercó, y, dudando de si debería o no, pasó su dedo por su pecho. Él no dijo nada.
 En contra de lo que ella pensaba, el dedo no se hundió.
 -Llevo tanto tiempo rezando para que esto pasase...
 No aguantó más y se lanzó encima de Niall, estrujándole, mientras las lágrimas mojaban la camiseta de este.
 -¡Promete que no te irás nunca más! ¡Prométemelo!- exclamó la chica, minutos después.
 Él ahogó una mueca, aunque Katherine no pudo verlo.
 -No puedo prometerte eso, cariño. Vivo con Louis, y... No sé cuanto durará esta situación.
 Katherine asintió, su cabeza encima del hombro del chico.
 -Prométeme al menos que te quedarás conmigo esta noche.
 Niall sonrió.
 -¿Acaso lo dudabas?

lunes, 1 de abril de 2013

Capítulo 33- La Cena/Samantha

Esto de las anotaciones pre-capítulo no acaba de convencerme.
 Espero que recordéis a Samantha. Si no, http://unfanficdiferente.blogspot.com.es/2013/01/capitulo-2-la-verdad-sobre-fin-de-ano.html capítulo 2, ya hace muuuucho mucho tiempo. Aunque es difícil olvidarla, creo.
                                                                                                      Daphne

Zayn miró con asco a la chica desde las escaleras del teatro, mientras esta se acercaba. Llevaba un largo vestido de gasa, que volaba a causa del viento. La larga mata de pelo rubio le cubría los desnudos hombros. Sonreía; pero no era una sonrisa dulce, era más bien malvada, como la de alguien que sabe que lo que está a punto de decir lo cambiará todo.
 -Samantha, ¿qué haces aquí?-dijo él, con el ceño fruncido, sin abandonar esa mirada de asco.
 -¿Por qué me miras así? Eres un desagradecido.- dijo la chica, acercándose a él.- No desvelé nuestro pequeño secreto, no se lo conté a ni una sola revista, y créeme, ganas no me faltaban...
 -No me hiciste ningún favor. Perrie se enteró igual.
 -Y te dejó. Pero, por lo que veo, no tardaste en encontrar a otra zorrita con la que pasar el rato...
 El chico se tensó. Agarró a Samantha por el brazo y la miró desafiante.
 -No vuelvas a llamarla así. Ella no es como tú.
 -Oh, ¿esta es importante? Vaya, si hasta la llevas al teatro... Qué romántico.
 -Cállate. 
 -¿Por qué? ¿He dicho algo que te molestase? ¿Algo que no fuese cierto, tal vez?-la chica le miró divertida, mientras se deshacía de su mano.
 -Sólo dime que quieres, Samantha.
 -¿Lo que quiero?- ella rió.
 Zayn no lo soportó más, y subió el resto de las escaleras, hasta llegar a la puerta del teatro.
 -No será la última vez que recibas noticias... nuestras.- dijo Samantha, tocándose la barriga, esta vez seria.
 Zayn la miró confundido, sacudió la cabeza y entró en el teatro.
 Samantha se alejó, con las manos todavía en la barriga.


 Esa noche

Harry colocó los platos por tercera vez, intentando que todos quedasen a la misma distancia unos de otros, pero era imposible. La mesa estaba hecha para que entrasen tres personas como máximo, y al ser el doble, no sabía como ponerlos para que nadie tuviese que comer en el suelo.
 -¡Louis!-exclamó, pero el chico no dio señales de vida. Harry soltó un suspiro y subió las escaleras, hasta la habitación del chico. La puerta estaba cerrada, así que se pegó a ella y llamó.-¿Louis? ¿Estás visible?
 -Pasa.
 Harry abrió la puerta, preocupado. Dentro, Louis estaba sentado en la cama, de espaldas a él. La camisa blanca que le había pedido prestada a Harry media hora antes reposaba a su lado.
 -¿Qué pasa?
 -No soy capaz de colocar esto...
 Harry rodeó la cama, y ahogó una mueca al descubrir a qué se refería.
 En el pecho del chico, al lado derecho, se encontraba una especie de parche blanco de donde salía un tubo fino que llegaba hasta la cintura.
 *Flashback*
 -Hola, Louis.- dijo la doctora, saludándole con una sonrisa.
 Louis se sentó al lado de Harry, que saludó a la mujer con dos besos.
 -Un placer.
 -Bien, después de valorar tu caso con los especialistas.- comenzó la médico ordenando los papeles.- Hemos decidido que antes de pasar a operar, vamos a probar con la quimioterapia. ¿Estás de acuerdo?
 Louis asintió. Se lo veía venir.
 Niall soltó un suspiro a sus espaldas. Él también se lo esperaba.
 -Maggie, por favor.- llamó la doctora, y una chica que hasta ese momento había pasado desapercibida en la esquina de la sala, se adelantó, con las manos temblándole y mirando hacia el suelo.
 -Maggie será la encargada de administrarte la dosis cada quince días.- continuó la doctora.- Disculpadla, pero es fan vuestra, está un poco nerviosa...
 -Tranquilos.-dijo ella tartamudeando.- No pienso decir nada...
 Louis asintió, mientras Harry saludaba a la chica con una sonrisa.
 -Si me acompañan...- murmuró Maggie, y los dos se levantaron y la siguieron.

 -A ver.- susurró Harry, agachándose en frente de Louis.- No pasa nada, pero vamos a pegar esto aquí para que no se te note con la camisa...
 -Lo siento, es que siempre me hago un lío con el tubo...
 -No te preocupes. Si tiro, avisa.
 El chico asintió, miestras Harry colocaba la camisa de forma que el parche pasase desapercibido.
 -Listo.
 Louis observaba el suelo.
 -No tienes por qué ayudarme con estas cosas si no quieres. Sólo tienes que decírmelo.
 Harry le miró con el ceño fruncido.
 -¿Eres idiota? Vamos, no seas tonto. Ya está, levanta.- dijo, cogiéndole del brazo y tirando hacia arriba para que se irguiese.- Tienes que ayudarme con la mesa, es enana y no cabemos...
 -¿Has probado a abrirla por los lados?
 El chico le miró, sin entenderle.
 -¿Abrirla?
 -Claro. Los dos lados se estiran, idiota.- contestó Louis, llegando hasta el salón y señalando un lado de la mesa.- ¿No ves? Coges por aquí, y... 
 De debajo de la mesa salió una extensión del lado. Harry le imitó, y del lado contrario salió otra.
 -Vaya...
 -Magia negra, ¿no?- murmuró Louis, mirándole divertido.-¿Qué has hecho para cenar? Dime que algo comestible.
 -Pollo con verduras.- contestó Harry, encogiéndose de hombros.- No se me ocurrió otra cosa.
 -Reza por que a nuestra nueva mánager le gusten las verduras.
 -Malo será...
 En ese momento, escucharon el timbre de la puerta.
 Harry corrió a abrirla. Fuera se encontraron a un sonriente Liam, con una bandeja recubierta de plástico en la mano.
 -¡Liam! Ya hacía tiempo que no te veíamos.- dijo Harry, cogiendo la bandeja.- ¿Qué es esto?
 -Tarta de queso. Supuse que a nadie se le ocurriría pensar en el postre.- dijo él, abrazándole.- ¿Y Louis?
 -Aquí mismo.- contestó él desde el salón.- Un placer verte de nuevo, Leyuum.
 El chico sonrió.
 -¿Soy el primero? ¿Quién más viene?
 -Por ahora sí; faltan Zayn, Meg y Charlotte, nuestra nueva mánager.- conestó Harry, sentándose al lado de Liam en el sillón.- Es muy maja, quería conocerte. Hablamos con ella ayer.
 -Sí, es muy maja, ¿verdad, Harry?- dijo Louis, riendo de forma malvada.
 -Cállate.
 -¿Y has tenido noticias de Sophia?- preguntó Liam, mirándole inocentemente.
 Harry se calló de pronto, su sonrisa desapareció y su cuerpo se tensó.
 -No. Tampoco entiendo por qué debería tenerlas.
 Louis bajó la cabeza, dejando en la mesa los cubiertos. Liam carraspeó.
 -Bueno...
 La puerta volvió a sonar.
 Louis encontró a Charlotte en el vestíbulo, todo pura sonrisa, con una botella de vino en la mano.
 -Hola, Charlotte.
 -¡Hola! No llego tarde, ¿verdad?- preguntó la chica, pasando.- He traído esto, pero luego he pensado... Todos tenéis edad para beber, ¿no?
 -Aquí sí. En Estados Unidos... 
 -Uf, menos mal. ¡Liam! ¡Un placer conocerte!-exclamó ella, acercándose hasta el sillón.- Me imagino que ya te habrán hablado de mí.
 -Algo me han comentado.- murmuró el chico, presentándose con dos besos.
 -Bueno, algo es algo... Tenía cosas que discutir contigo, son urgentes... Antes de que se me olvide, si tienes un minuto; esta mañana me han llamado de un internado de las afueras, Spring Hills. Sí, un nombre un tanto hortera, lo sé. El caso es que, por alguna extraña votación que no logré comprender del todo, porque la mujer con la que hablé tenía un acento rarísimo, has salido elegido como persona más... ¿sana? del Reino Unido, en una campaña de vida sana o una cosa así. Quieren tenerte con ellos pasado mañana en Nosequé gala. ¿Te importaría...?
 Liam la miró confundido.
 -¿A mi solo?
 -Al parecer. Si dices que sí, llamaré de nuevo y concretaré los detalles y demás cosas, no te preocupes.
 -Pues... ¿por qué no?- contestó el chico, encogiéndose de hombros.- Así saldré un poco de casa.
 -¡Fantástico!-exclamó ella, sonriendo.- Bueno, pues ya paro de hablar de trabajo. La verdad es que tenía muchas ganas de conocerte; como ya les dije a los demás, estuve investigando el fandom, y te describen todo ternura...
 -Y aburrimiento. Dicen que soy aburrido...- murmuró él, con expresión de tristeza fingida.- No sé de donde sacan eso, soy el rey de las fiestas.
 -Bueno, es que es el más normal.
 -Yo también opino eso.- dijo Charlotte, asintiendo.- He visto cada cosa... Definitivamente, eres el normal. Y voy a dejar esto en la cocina, aquí sentada con el vino en la mano... Da la impresión de que soy alcohólica.
 Se levantó y caminó hasta la cocina, donde estaba Harry, que la recibió con una sonrisa.
 La chica dejó la botella, notando como los ojos de él la recorrían de arriba a abajo.
 -Esto... Creo haber dicho que soy bastante directa, ¿no es así?
 -Ahá.
 -Bien. Puede que ahora parezca muy maja, divertida y relajada, pero tengo mi trabajo como extrema prioridad y me lo tomo muy, muy en serio. Y ni se me pasaría por la cabeza tener ninguna clase de relación con un cliente que pase de la amistad, ¿entiendes? Espero que no te lo tomes como algo personal.- dijo ella, mirándole seria.
 Él asintió, con los ojos puestos en la encimera.
 -¿Quién ha hablado de una relación?
 -Era por si acaso.- contestó ella, sonriendo de nuevo.- Me alegra que estemos de acuerdo.
 Se giró y abandonó la sala.
 -No he dicho que estuviese de acuerdo.- murmuró el chico para sí mismo.


 -¡Zayn y Meg! ¡Llegáis tarde!- exclamó Louis al abrirles la puerta.- A saber lo que estabais haciendo...
 Meg rió, arrastrando a Zayn detrás suya hacia dentro del piso.
 -Vamos, Louis, traemos gominolas...
 -¿En serio?-preguntó el chico, mirando hacia la cesta que Meg le señaló.- Meg, te quiero, pero no puedo decírtelo porque Zayn me rajaría la garganta.
 -Exacto.- contestó Zayn, mirándole con una ceja arqueada.
 -Chicos, chicos, calmad vuestros ovarios; hay suficiente Meg para todos...
 -¡Hola!- Saludó Liam desde el sillón, donde charlaba con Charlotte.
 -¡Liam!- gritó Zayn, soltándose de Meg y corriendo hasta tirarse encima suya.- ¡Liam! ¡Liam!
 -¡Zayn, me vas a gastar el nombre! ¡Y sal, le estas dando una mala impresión a nuestra mánager!
 -Que va... Cosas peores he visto.
 -Louis, me siento olvidada...-murmuró Meg mirándole con incredulidad.
 -Tranquila, preciosa, siempre estará Tío Lui para darte amor.
 -¿Y Harry?-preguntó Zayn riendo, después de que Liam se lo quitase de encima.
 -Aquí.- dijo este, saliendo de la cocina con el gorro de chef y los guantes puestos.- Pero no muy visible, como puedes observar.
 -Tú estás visible de todas las maneras posibles, corazón.- murmuró Louis pasándole un brazo por el hombro, de la misma manera que se lo había pasado a Meg.
 -Tienes pensamientos extraños con Harry. No intentes ocultarlo.- dijo Zayn, negando con la cabeza.
 -Que puedo decir... Los rizos encienden una parte de mí jamás explorada.
 -Vale, ahora ya puedo decir que oficialmente estoy empezando a asustarme.- dijo Charlotte.
 Louis y Harry soltaron una carcajada. No era la primera vez.