sábado, 6 de abril de 2013

Capítulo 35- Spring Hills

Liam miró con una mezcla de miedo y escepticismo la enorme verja que servía como puerta del opulento instituto. Vamos, que estaba flipado por lo que veían sus ojos.
 Lo que Charlotte se había olvidado de comentar el día anterior, era que Spring Hills no era un internado cualquiera. Era el centro de educación de las futuras riquezas mundiales, con chavales adolescentes de todo el mundo que presumían de sus Rolex y sus ropas caras mientras hacían los deberes de álgebra.
 Y todo eso lo había adivinado sólo con ver la puerta.
 Soltó un suspiro, mirando hacia la punta de sus zapatos. No le gustaba ese sitio.
 Un hombre salió de la parte derecha del muro, sonriéndole, aunque solo con la boca. Hasta el conserje era un estirado.
Genial.
 -Buenos días, señor...
 -Tú debes de ser Liam, el chico de la gala de hoy.- murmuró el hombre, dándole un apretón de manos.- Bien. Sígame, es por aquí.
 Sacó una enorme llave del bolsillo de su delantal, que tenía pinta de ser bastante antigua,  y abrió las descomunales puertas que daban al interior.
 Spring Hills había sido construido en la década de los años 60, por un grupo de empresarios hechos a sí mismos que buscaban la mejor de las educaciones para sus hijos, los futuros herederos de sus negocios y empresas. Contaba con un impresionante jardín, que recibía a los visitantes, donde uno casi no podía ver hasta donde llegaba. El césped era de un perfecto verde, y flores de todos los colores cubrían los bordes de los caminos. A lo lejos, tras pasar la plaza y la fuente, se vislumbraba la entrada al edificio, hecho en teja roja, con puertas y ventanas revestidas en madera.
 -El edificio tiene tres partes; el ala central, donde se encuentran las aulas, los salones de actos y demás recintos comunes; el ala este, donde viven los niños; y el ala oeste, recientemente añadida, donde duermen las niñas.- Murmuró el conserje.- Cada ala tiene su propia piscina y sala común. Hoy visitarás el Salón Principal, nada más.
 Liam asintió. Esperaba que el ambiente de seriedad no estuviese rondándolo durante todo el día, aunque se imaginaba lo peor. Esos sitios donde la gente fingía tanto, donde todos presumían y miraban a los demás por encima del hombro, le deprimían.
 Caminó tras el conserje los diez minutos que les llevó atravesar el jardín entero, subió las escaleras del recibidor y entró en el edificio.
 Estaba decorado en tonos granates y marrones, la luz era escasa y tenue y los cuadros altivos y formales daban al lugar un aspecto elegante.
 Ese aspecto se hubiese mantenido, de no ser por las fans.
 Siempre ellas.
 En cuanto entró, Liam percibió ruidos de miles de pasos encima de su cabeza. Echó una mirada al conserje, que se frotaba los ojos con cansancio. Subió la cabeza, preocupado.
 Los gritos llegaron en cuanto la primera chica asomó la cabeza por el hueco de las escaleras y lo vio.
 Al principio sólo vio a las más pequeñas. Eran niñas de ocho, nueve, diez años, que parecían muy emocionadas de verle allí. Vestidas con americanas azul marino y faldas granates, daban un aspecto muy pintoresco, pues la carrera para llegar hasta él les había revuelto el pelo y descolocado el uniforme. Liam sonrió.
 La sonrisa se le congeló en  la cara cuando vio aparecer la masa de las adolescentes.
 Cientos y cientos de chicas, de los catorce hasta los dieciocho, se abalanzaban como locas escaleras abajo, sin dejar de gritar en un solo momento. Agarraban rotuladores y bolis como si fuesen cuchillos y armas de guerra, y las pancartas parecían estandartes.
 Liam dudó un momento antes de girar bruscamente y salir corriendo.
 Nunca había visto a las fans de esa manera. Y estaba solo.
 Caminó hasta la puerta siguiente y la abrió, mirando hacia atrás con gesto asustado.


 Diez minutos después, Liam encontró el sitio perfecto para refugiarse y aclarar ideas; el armario de la limpieza.
 "Solo unos minutos" pensó para sí mismo. "Necesito pensar"
 Asintió con la cabeza, tratando de convencerse, y se metió sin pensarlo más.
 Dentro estaba algo oscuro, aunque la ventana que había al fondo iluminaba relativamente la estancia. El chico apoyó la cabeza en la pared y contó hasta diez. Estaba bastante nervioso, aunque no sabía decir por qué.
 -Hey.- escuchó, desde la esquina contraria.- Está ocupado.
 Él dio un respingo y abrió los ojos bruscamente. Tardó unos segundos en encontrar a su acompañante.
 En la pared de en frente, entre las fegonas y escobas, estaba sentada una chica, en la parte más alta de la estantería. Sus piernas se balanceaban mientras ella le miraba con malicia.
 -Te han asustado, ¿eh?- volvió a hablar la chica, mientras Liam se recuperaba del susto.- Llevan un día entero preparando las malditas pancartas de las narices. Espero que no reveles mi escondite, o te perseguiré hasta matarte.
 -Tranquila.- murmuró él.- No pensaba hacerlo.
 Observó a la chica más detenidamente. Era bastante alta, por lo que podía adivinar, pues estaba sentada. Su larga cabellera en tonos tierra estaba enredada y despeinada, vestía con el uniforme del colegio, aunque la americana reposaba en la estantería del final, al lado de la ventana. Sus ojos avellana le pillaron en plena inspección.
 -Pervertido.
 -Oye.- dijo él, ofendido.- No te estaba mirando de esa forma. Y no te saco tanto.
 -Cierto.- asintió ella, rebuscando en el bolsillo de su camisa.- Pero da igual. Pervertido.
 Sacó un paquete de tabaco y encendió un cigarrillo.
 .-¿Quieres?- preguntó ella, sonriendo.
 Él negó.
 -No fumo. Y tú tampoco deberías.
 -Cierto. Pero qué se le va a hacer.- contestó ella, encogiéndose de hombros.- ¿Y qué haces aquí? Pensé que te gustaba eso de las fans.
 -Bueno, tus compañeras parecían asesinas más que fans. Y vengo solo, y... No sé.
 -Te has asustado.- susurró ella, ahogando una risita.- Entiendo. Pobrecito.
 -No te rías de mí.
 -Créeme, intento no hacerlo.
 Él soltó una carcajada, mientras ella le observaba.
 -Te preguntarás que es lo que hago aquí en vez de con las otras, acosándote.- dijo, después de unos minutos.- Si sé quien eres.
 Liam no dijo nada.
 -Es que me parece una tontería eso de matarse por un autógrafo, o por un abrazo, no sé... Y las multitudes me agobian.
 -Entonces, ¿eres fan nuestra?
 Ella ladeó la cabeza, desconcertada.
 -Podría decirse. Fan rebelde, pero fan.
 -¿Rebelde?- preguntó él.- ¿Por qué?
 -Es lo que dicen todos mis profesores. Es lo que dicen mis padres. No sé, algo de razón me supongo que tendrán.
 El chico observó como ella se miraba las puntas de los zapatos, justo lo que había estado haciendo él minutos atrás.
 -¿Y te gusta ser así?- volvió a preguntar.
 -Pues... No lo sé. Yo sólo quiero ser yo. Me da igual si con eso soy rebelde, mala persona...
 -Bueno, eso ha sonado muy maduro.- contestó él, sonriendo a la chica.
 Ella le devolvió la sonrisa, mirándole con agradecimiento.
 -Me siento en desventaja.- soltó él, cambiando de tema.- Tú sabes mi nombre, pero yo el tuyo no.
 Ella sonrió de forma irónica.
 -Rachel. Rachel Adams.
 -Un placer, Rachel.
 -Lo mismo digo.
 Ninguno de los dos supo que decir, así que se limitaron a quedarse en silencio, mirándose entre sí.
 Rachel se levantó y apagó el cigarrillo en la ventana.
 -¿Por qué te escondes aquí, tan lejos?- preguntó Liam, sin saber qué decir.
 -Tan lejos... Estamos al lado de mi habitación. Te has colado en el ala de las chicas.-rió ella.
 Liam asintió, sorprendido.
 -¿Qué se siente?.- preguntó ella. Él la miró sin comprender.- ¿Qué se siente al haber cumplido todos tus sueños?
-Bueno, he cumplido la mayor parte, pero uno nunca acaba de cumplir todos sus sueños. Siempre surgen más. Pero, no sé, cuando me di cuenta de que por fin era todo lo que había querido ser de pequeño, fue como... No sabría explicarlo.
 Ella asintió.
 -¿Cuales son tus sueños, Rachel? ¿Qué es lo que te gustaría cumplir a ti?
 Ella suspiró.
 -Escapar. No conoces a mi familia, tienen todo mi futuro completamente planeado. Yo no quiero ser lo que ellos quieren que sea. No quiero heredar el negocio familiar y convertirme en una ricachona estirada. Quiero viajar, quiero saber lo que se siente estando en otros sitios, lo que se siente al no ser nadie, a que la gente no te quiera sólo por tu dinero... Todo eso.
 Él asintió.
 -Pero qué mas da, eso no va a ocurrir nunca.
 Liam arqueó una ceja.
 -Ahí discrepo, querida.

1 comentario :

  1. Asdfgh, ¡UN PERFECTO CAPÍTULO EN MI CUMPLEAÑOS, OH DIOS! Lo amé, lo amé, fue perfecto y Mmm, Rachel y Leeyum, aquí hay algo... xD. Te quiero, besos :*. Gracias por todo.

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