sábado, 13 de abril de 2013

Capítulo 36- "Si eres famoso, querer no es poder"

Por las cosas que no puedes hacer, aunque quieras.
 Esas cosas de las que no puedes hablar.
 Que no puedes pensar.
 Por todas esas cosas que ni puedes imaginar.
 ¿Por qué?
 Porque no debes.
 Porque si vives tu sueño gracias a tu imagen pública, la vida es una completa mierda.



Liam se frotó los ojos, intentando ocultar el cansancio. Por fin, después de hora y media, todas las chicas de Spring Hills tenían un autógrafo personalizado, con una perfecta caligrafía.
 Bueno. Todas menos una.
 El chico miró de reojo hacia el lado derecho de la habitación, donde Charlotte, que había aparecido justo cuando él volvía del ala de las chicas, conversaba desanimadamente con uno de los coordinadores del internado. La sala, ya vacía, estaba muy silenciosa.
 Cogió su chaqueta y se dirigió al pasillo. Estaba cansado, lo único que quería hacer era echarse en su cama y dormitar con alguna película alemana de fondo.
 Caminó a desgana hasta el marco de la puerta y se apoyó ahí, mirando el enorme jardín del edificio. Al anochecer, se habían encendido unas luces a los lados del camino, que le habían pasado desapercibidas a su llegada, y la fuente tenía pequeñas lamparitas en el fondo. No iluminaban demasiado, pero el efecto que causaban era bonito. Precioso, más bien.
 -¡Hola!- le saludó una voz a sus espaldas. Liam se giró, descubriendo a Rachel justo detrás suya.- ¿Con ganas de marcharte?
 El chico esbozó una media sonrisa.
 -Pensé que deberías estar en la cama.
 -Así es. ¿Un paseíllo por el jardín, tal vez?
 Él la miró con incredulidad, mientras veía a la chica salir hasta las escaleras. Cuando esta vio que él no le seguía, se paró y le miró, confundida.
 -No puedes salir, deberías estar acostada.
 -Venga... Solo dos minutos. Nada más.
 Liam la miró; sonreía, suplicante por un paseo.
 Hacía mucho que no hacía algo medianamente interesante.
 ¿Por qué no...?
 -No. Venga, te acompañaré hasta tu habitación.
 Ella le miró con rencor, pero le siguió pasillo adelante.
 Un silencio incómodo reinó entre ellos los siguientes minutos. Liam no sabía que decir, o que hacer, para que Rachel hablase. No parecía muy contenta.
 -¿Por qué no quieres dar un paseo conmigo?- preguntó ella, caminando junto a él por los pasillos.
 -Técnicamente, ya lo estoy haciendo.
 -Sabes a que me refiero.
 Liam se encogió de hombros.
 -¿No quieres que te vean conmigo? ¿Es eso?
 Él le dirigió una mirada furtiva por el rabillo del ojo, mientras ella metía las manos en los bolsillos de su chaqueta.
 -¿Cuántas dijiste que te habían quedado?
 -Ser lista no es lo mismo que ser inteligente. Y no intentes cambiar de tema. Es eso, ¿no? no soy lo suficientemente buena para ti.
 Liam negó con la cabeza, chasqueando la lengua.
 -Los periodistas me relacionan con cualquier chica con la que hablo, y eres menor de edad...
 -¿Y...?
 -Pues no está bien.
 -Ya.- susurró ella, parándose en el medio del pasillo.- Esta es mi habitación. Un placer, Liam.
 -Un placer, Rachel.- contestó él, acercándose para darle dos besos.
 La chica le sujetó el pecho mientras arqueaba una ceja, manteniéndolo a distancia. Le cogió la mano derecha y se la estrechó.
 -Ya nos veremos.- se despidió, entrando en la oscura habitación.
 El chico se miró la mano con gesto confundido, giró bruscamente y emprendió el camino de vuelta al hall de entrada.
 No sabía exactamente lo que sentía, pero sí sabía que estaba mal.


 Zayn entró en casa, pendiente de si oía algún ruido que le indicase si estaba acompañado. Le había mandado un mensaje a Meg, diciéndole que tenían que hablar, pero no le había contestado.
 Pensaba decírselo nada más llegara. Los secretos no eran buenos aliados, eso ya se lo había aprendido. Y con Meg prefería no jugar con fuego.
 Dejó el abrigo en el colgador y caminó hasta el salón, donde tenía el portátil. Desde que había salido de la cafetería, dejando a Samantha allí, se sentía extraño.
 No se creía que fuese a tener un hijo.
 Antes de que se diese cuenta, ya tenia el twit puesto.
 "Voy a salir corriendo a la primera librería que encuentre, a comprarme todas las "Guías para Padres Principiantes" que tengan. Qué he hecho."
 Lo borró negando con la cabeza y se recostó en el sofá. Quería con todas sus fuerzas desahogarse con alguien, pero sabía que no podía hacerlo. Ya hacía bastante tiempo que había dejado de poder twittear lo que quisiese.
 Menudo asco de libertad la suya, ¿no?
 Se recostó en el sillón y cerró los ojos, recapacitando sobre la situación. No tenía tiempo de ponerse filosófico, estando como estaba.
  En el caso remoto de que Meg no se enfadase. ¿Cómo iba a explicar de donde había salido ese bebé?
 Tendría que hacer público, no sólo ante ella, si no ante todo el mundo, que en realidad era un cabrón que engañaba a su novia.
 Zayn se frotó la cara con el dorso de las manos. Aunque le hubiese gustado decir que sí, no era la vergüenza pública lo que más le preocupaba. Si la gente se daba cuenta de que era lo suficientemente mala persona para engañar a su novia...
 Se creerían que era lo suficientemente malo como para cambiar a su amigo de asiento.
 El chico se estremeció. Vale, era una tontería. Nadie iba a sospechar eso.
 Se levantó del sofá y se asomó a la ventana, pensativo.
 Un hijo...
 Ahora que se le pasaba el shock, estaba bastante sorprendido por que la idea no le sonase tan absolutamente mala.
 Un hijo. Una parte de sí mismo, alguien a quien poder cuidar y educar para que no cometiese los mismos errores que él.
 Resopló, ahogando una sonrisa sarcástica. Iba a ser un padre de mierda.
 -Zayn, querido mío, ¿qué te ocurre?- exclamó Meg entrando por la puerta de casa.- No te he contestado porque estaba en el dentista, pero que sepas que eres un pesado. Echo de menos mi vida de soltera despreocupada.
 El chico caminó hasta ella con una sonrisa nerviosa. Intentaba que no se notase, pero las manos le temblaban.
 -Meg.- murmuró.- ¿Que te parece Hayley?
 La chica se le quedó mirando, mientras dejaba las llaves en la mesa del recibidor.
 -¿Quién es Hayley? ¿Debería conocerla?
 -Hablo del nombre. ¿Te gusta?
 -¿Me vas a comprar un perro? Porque si es así, mejor que sea pequeño.
 -Ven, Meg.- contestó Zayn, cogiéndola de la mano. Ella le miró, preocupada.- Tengo algo que contarte.
 Estaba claro que él iba a ser un padre asqueroso. Pero...
 ¿Y Meg?


 Louis se sentó en la camilla, desabrochándose los botones de la chaqueta mientras Harry saludaba a las enfermeras que ya conocía, que no eran pocas. En ese momento apareció Maggie, tan sonriente como de costumbre, con un bote de un líquido transparente en la mano.
 -¡Hola, queridos!- exclamó al verles, con una sonrisa.- ¿Qué tal la semana?
 -Bien, Maggie. ¿Y tú, qué tal?- preguntó Harry, sonriéndole.
 -Pues nada, encerradilla en casa, estudiando para los exámenes... A ver si puedo terminar el periodo de prácticas, no me gusta. La gente se piensa que soy su esclava, y no.- contestó ella, mirando a Louis con una sonrisa de oreja a oreja.- ¿Y tú, corazón? ¿Que tal te encuentras?
 -Algo cansado, la verdad, pero lo voy llevando.
 -Bueno, eso es normal. Por ahora, estoy bastante sorprendida, eres un campeón.- contestó ella, apretándole el brazo de forma cariñosa.- No te preocupes. Una buena siesta y tan resplandeciente como siempre. ¡Alegrad esas caras, almas del señor!
 Harry soltó una carcajada, sentándose en el sofá de la esquina con la chaqueta de Louis en la mano.
 -Tienes que comprenderlo, Maggie, es muy pronto por la mañana...
 -Como se nota que sois adinerados adolescentes. La clase obrera, los horarios y los estudios os quedan muy lejos, al parecer...
 Louis se pasó la mano por el pelo; intentaba prestar atención a la conversación, pero no podía. Desde hacía varios días notaba algo extraño, no sabía decir el qué.
 Como ya le había pasado más veces, minutos después deseó no haber indagado en el asunto.
 -Maggie...- murmuró, mirándose la mano con gesto horrorizado. No pudo evitar que la voz le temblase.- No me digas que esto es lo que creo que es.
 En su mano descansaba una cantidad indecente de pelo, retándole de forma silenciosa a comenzar a gritar.
 La chica le miró con gesto interrogante, pero su expresión mudó al dirigir su mirada a la palma del chico.
 Un silencio llenó la sala Ninguno sabía que decir a continuación. Harry asomaba la cabeza, intentando ver de que hablaban; un "oh" se coló de entre sus labios al descubrir de qué se trataba.
 Louis observó el mechón, con sus pensamientos nublando su vista.
 Que asco, ¿no?
 No poder reaccionar como de verdad quisiese, tener que medir cada simple palabra por el hecho de no ser alguien anónimo.
 No poder echar a correr ahora mismo y gritarle al mundo que necesitaba ayuda, que estaba enfermo y que la vida era un asco, porque ya no podía ser él.
 -Louis...- murmuró Harry, sacudiendo la mano del chico, que seguía abierta de par en par. Los pelos flotaron un momento en el aire, para luego dispersarse suelo adelante.- No pienses en eso. No pienses.
 Él suspiró.
 Puede que los mechones debiesen preocuparle, pero ahora lo que echaba en falta era su independencia.



1 comentario :

  1. Asdfghj, ¡pobre de mis chicos! Pobrecillos en serio, no poder expresarse libremente... ¡Que horror! Me deprime pensar que ellos en serio pasan por esto... En fin, perfecto capítulo, lo amé.

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