Sophia giró la cabeza para asegurarse de que Harry seguía dormido. El chico había pasado una noche horrible; se había despertado gritando tres veces, y estaba inconsolable. Además, no había parado de dar vueltas en toda la noche, y tuvo que salir a la terraza a las tres de la mañana para respirar aire fresco.
Al ver como respiraba profundamente, Sophia suspiró. No se merecía lo que le estaba pasando, probablemente ninguno de ellos se lo merecía.
Miró hacia el escritorio donde estaba sentada con culpabilidad. No se lo merecían.
Sacudió la cabeza y se levantó, sigilosamente, intentando no pensar en nada. Se acercó hasta la esquina de la habitación y, con mucho cuidado de no hacer ruido, sacó las pilas de ropa y abrió lentamente un viejo baúl marrón oscuro. Revolvió un poco en su interior y cogió un pequeño portátil gris, ligero como una pluma. Dejó las cosas como estaban y se dirigió a la salida.
Se giró una última vez y observo al chico que le había dado todo sin dudar nunca en ella.
Ahogó un quejido y salió de la habitación.
Zayn abrió las cortinas del salón y observó la calle. Al fin se había hecho de día; los primeros peatones salían de los portales, y el tráfico ya empezaba a fluir.
No había dormido nada esa noche. Tampoco lo había intentado. Simplemente se sentó en el sofá del salón de su casa en cuanto llegó e intentó distraerse.
Observó la sala. Latas de cerveza, bolsas vacías de patatas fritas, envoltorios de caramelos, cajas de películas a las que no había prestado atención...
Su noche de insomnio no había dado el resultado esperado. Los problemas a los que se enfrentaba seguían dándole vueltas, lo habían estado haciendo toda la noche.
-Tendrás que ir acostumbrándote a vivir así.- murmuró para sí mismo.- Y a hablar solo también.
Caminó hasta la cocina con todos los papeles en las manos, y los tiró a la basura. Al darse la vuelta, no pudo evitar ver un trozo de papel pegado en la nevera, desde hacía ya bastante tiempo, y que le devolvió recuerdos más que vividos, y por lo tanto, más que dolorosos.
-A quien quieres engañar.- dijo, cogiendo el papel.- Vas a acabar solo. Al fin y al cabo, es lo que te mereces.
Se dirigió a la papelera, pero se vio incapaz de tirar el papel. Puso los ojos en blanco y lo guardó en un cajón.
Volvió hasta el salón y abrió las puertas de la terraza de par en par; necesitaba que circulase el aire. Se sentó de un salto en el sofá y alcanzó su móvil.
Lo observó y sonrió.
Vídeo enviado.
Louis recorrió el pasillo completamente a oscuras, dando pasos pequeños por si Eleanor seguía dormida. No la había encontrado con él cuando se despertó, pero podía haberse dormido en el sofá esa noche. No sería la primera vez.
Abrió la puerta con cuidado y observó la sala. La chica estaba encogida en el sofá, con una mana por encima y el ordenador en sus rodillas.
-Buenos días.- saludó el chico, entrando con una sonrisa.
Ella le miró.
No era una mirada normal.
No como las de antes.
-Buenos días, cielo. ¿Has dormido bien?
Louis asintió, sentándose junto a ella.
Sabía que esa clase de cosas podrían pasar, es más, se as esperaba. Pero no tan pronto.
Le había mirado como si estuviese agonizando.
Mirándolo desde un punto de vista objetivo, quizás tuviese razón.
-¿Has desayunado?
-No, pero Josh me ha mandado un mensaje, tengo que estar a las diez en Harrods para presentar una línea de ropa nueva... Así que voy a tener que pasar toda la mañana allí.
-No hay problema.
-Pero no te preocupes.- continuó la chica sin escucharle.- Le estoy mandando un correo para cancelarlo.
-¿Por qué?
-No quiero dejarte solo.
-No te preocupes, Eleanor, estoy bien. No te necesito ahora mismo; vete, de verdad. Me sentaré aquí, quizás salga a dar un paseo...
-Me siento culpable.
-¡No! Vete, de verdad. Me sentiré mejor si vas.
La chica le miró con cara de circunstancia.
-De acuerdo. Pero no vas a poder mantenerme alejada siempre.- Se levantó y caminó hasta el pasillo.- Ah, por cierto, ¿cuándo tienes la cita para el médico?
-Mañana a las nueve y media.
-Pues a esa sí que voy a ir yo. Me da igual lo que digas.
El chico sonrió.
-De acuerdo.
Ella desapareció por la oscuridad del pasillo, mientras él observaba al vacío, pensativo.
Estaba rara. Muy rara.
Sólo el tiempo diría el por qué.
Harry entró en la cocina con los ojos achinados por la claridad. Sophia estaba sentada en la mesa, ojeando una revista; le sonrió cuando le vio aparecer.
-¡Buenos días, Bella Durmiente!- exclamó.- No te voy a preguntar qué tal has dormido.
-Siento mucho que hayas tenido que aguantarlo...
-Nah, no pasa nada. No he sufrido tanto.
El chico se sentó al lado de ella, cogiendo la cafetera.
-Me siento como si me hubiese atropellado un camión.
-Te ves igual de mal.
Le lanzó una mirada fulminante a la chica, que se rió.
-Oye.- dijo Sophia, mirando a su taza de café.- Quizás no sea el mejor momento, y quizás pienses que soy idiota, pero me encantaría conocer al resto. Y más ahora... No sé, es que son una parte tan importante de tu vida, me siento un poco excluída...
-Con una condición.- dijo él serio.
-Lo que quieras.
-Que me presentes a tus padres.
La chica no pudo evitar soltar una carcajada.
-No sé qué tiene de gracioso.
-¡Mis padres son griegos, Harry!
El chico abrió mucho los ojos.
-Mierda. Se me había olvidado.
-A mis padres es más difícil, pero puedo presentarte a mi hermano.- dijo ella, todavía riéndose.- Vive en Nottingham, podemos ir un fin de semana.
Harry asintió.
-¿Es mayor o menor que tú?
-Somos mellizos, pero él es el maduro. Está casado.
-Vaya.
-Eso fue lo que dije yo. La chica es un amor, pero son muy jóvenes.
-Pues decidido.- El chico alargó la mano hasta coger el móvil. Ahogó una mueca.- Un momento, Sophia, ahora vuelvo.
Subió las escaleras de dos en dos y cerró la puerta del baño.
El vídeo era de una calidad penosa, pero podía adivinarse que estaban en una discoteca. Por la decoración, era la noche de Fin de Año.
-¡Ey, mira!- dijo el chico que sujetaba la cámara.- ¿Esa no es Taylor Swift?
Señaló hasta un punto, en lo que parecía un palco. Sí, no había duda; la única luz que había en todo el recinto iluminaba la cara de la chica.
En ese momento, otro chico se acercó a Taylor. Vestía traje, era bastante alto y llevaba el pelo engominado hacia atrás.
-¿Y ese?
-¿Es Harry Styles?
-¡Que dices, tío! ¿Le has visto el pelo?
Harry rió. La lógica de los dos chicos que grababan era aplastante.
Sin embargo, la risa se le cortó a la mitad.
El chico agarró a Taylor por detrás, girándola. El resto vino solo.
-¡Pues si no es Harry Styles...!
-¡Que bien se lo pasa!
Harry lanzó el móvil hacia una esquina de la cama. Cerró los puños y contó hasta diez.
-Hija de puta.
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