Louis cogió el abrigo, mirando a Niall con una ceja arqueada.
-¿No deberías ponerte una cazadora? Fuera hace frío.
El chico se miró los brazos desnudos, encogiéndose de hombros.
-Estoy muerto; el frío es una de esas cosas que no echas de menos en el Más Allá.
-Ni siquiera has estado en el Más Allá, eres una alucinación. Anda, ponte algo, aunque sea para que no me entre frío cada vez que te miro.
Niall suspiró y se perdió por el corredor, de donde salió Eleanor, con gesto hastiado.
-¿A dónde se supone que vas?
Louis la miró sin entender.
-Pues a la calle.
-¿Y no se te ocurrió avisarme? ¿Qué vas a hacer?
Él se encogió de hombros.
-Caminar. Y no sabía que tenía que avisarte de cada paso que daba.
Eleanor resopló, poniendo los brazos en jarras.
-Increíble. Me quedo en casa para estar contigo y tú te vas.
-En ningún momento te pedí que te quedases conmigo, Eleanor. No necesito una niñera que me cuide las veinticuatro horas del día.
-¡Eres un desagradecido!
-¿Por qué debería darte las gracias? ¡No entiendo por qué tienes ganas de discutir!
Niall apareció con un jersey de pico puesto, y cara de circunstancia.
-Venga, Louis, no creo que esto sea...
-¿Que tengo ganas de discutir? ¡No sé de que hablas!
-¡Pues de que has sido tú la que ha venido aquí a hablarme de malas maneras!
-¡Es que me parece increíble que ni siquiera me avises de que te vas a ir!
-¡No me has dado tiempo! ¡De verdad, no sé qué te pasa, pero estos últimos días están siendo un infierno!- exclamó el chico, poniéndose el abrigo y abriendo la puerta. Niall salió del piso cabizbajo.- Mira, de verdad, no me gusta nada discutir, y menos contigo. Pero si sigues así, pensando que te debo la vida por quedarte una tarde conmigo, no pienso dar mi brazo a torcer.
El chico cerró la puerta y se unió al rubio, que esperaba por el ascensor.
-Deberías volver y disculparte.- dijo Niall.
-¿Disculparme? ¿Yo? ¡Ha sido ella la que ha empezado!
-¿Y qué?- contestó su amigo, entrando en el ascensor.- ¿De verdad quieres discutir con ella?
-Ya no es la primera bronca. Quizás me disculparía si solo hubiese sido esta vez, pero... Se acabó. No pienso seguir oyendo sus quejas.
-Lo dices porque estás enfadado.
-No, lo digo porque esta situación se está volviendo insoportable.
Niall ladeó la cabeza y salió del ascensor, seguido por Louis.
Zayn miró a Meg detenidamente mientras ella se sentaba en el sofá, apartando las latas que se habían vuelto a acumular.
-Esto... Espero que te guste la pizza hawaiana.- dijo él, intentando sacar un tema de conversación.
-No mucho, la verdad.
-¿En serio?
-Pareces sorprendido.
-No conocía a alguien a quien no le gustase la pizza hawaiana.
La chica rió, y Zayn notó como se relajaba en su asiento. Estaba nerviosa. Incluso puede que tensa.
-¿Qué pasó el otro día, Meg?- le preguntó, sin dejar de mirarla.
La chica suspiró.
-Pues...
-Empecemos por una pregunta más sencilla.- la interrumpió el chico.- ¿Por qué me mentiste?
Meg le miró con el ceño fruncido.
-¿Mentirte? No.
-Me dijiste que estabas borracha.
-Oh.
-Y no lo estabas. Créeme, he estado viviendo dos años con cuatro chicos con la edad para tomar alcohol recién cumplida. Sé lo que es estar borracho y lo que no. Y tú no lo estabas.
Ella miró al suelo, retorciéndose las manos.
-Bueno, puede que exagerase...
-No entiendo por qué.
-A ver, déjame explicarme. Por favor.- la chica se revolvió en su asiento.- No te pido que entiendas mis razones, sólo que las escuches. Yo... Me puse nerviosa. Nerviosísima. La última vez que tuve novio... Pues la cosa no salió muy bien. Acabó muy mal. Fatal. Y... No he vuelto a estar con un chico desde entonces, y cuando desperté esa mañana y te vi .. Se me vino todo encima. Por eso te mentí. Y te eché. Pero... No era eso lo que quería. Te echo de menos. No te pido que me perdones, ni que quieras... Quedar conmigo otra vez, pero sólo quería explicarme. Y si decides echarme ahora mismo, lo entenderé.
Zayn ahogó una risita.
-¿Has terminado?
-Sí.
-Pues espero que te gusten las pizzas de jamón y queso, porque son las que venden en la tienda de abajo.- dijo el chico, levantándose con una sonrisa.- Ven aquí.
Meg se levantó también y se abrazó al chico.
-Podrías habérmelo explicado.
-Estaba muy nerviosa. En ese momento te odiaba.
-Bueno, por lo menos ahora ya no lo haces.- dijo él, arrastrándola.- Vamos.
Los dos chicos caminaron hasta el ascensor.
-Admito que si me hubieses hecho lo que te hice yo, no te hubiese perdonado tan rápido.- dijo ella, con una sonrisa.
-Perdonar se me da bien. Ser perdonado... Es otra cosa.
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