domingo, 24 de febrero de 2013

Capítulo 20- Confusiónes

 Comienzos del alba. Una chica de cabellos oscuros y ojos grises está sentada en el sofá de su salón, con las piernas encogidas y la mirada triste.
 Sentía muchas cosas, pero la más fuerte de todas era ahogo.
 Notaba como los pulmones se le contraían, algo le oprimía el estómago y no la dejaba pensar.
 Se ahogaba, lo notaba.
 Se apoyó en las rodillas, llorando.
 Se ahoga.
 -No puedo con esto, no puedo...
 El chico duerme, no oye nada.


 Zayn despertó entre las arrugadas sábanas de la cama de Meg. Sonriendo, miró hacia un lado, donde estaba el reloj de la mesilla; las diez de la mañana. No se había despertado él sólo, nunca lo hacía antes de las doce; escuchó ruidos fuera de la habitación, los que le habían arrancado de su sueño. Eso que oía... ¿era una aspiradora?
 El chico se levantó, mirando hacia su alrededor. La ropa, que la noche anterior estaba esparcida por toda la  estancia, ahora estaba perfectamente doblada, sin nada fuera de su lugar. La suya estaba planchada y colgada encima del escritorio, preparada para que se vistiese.
 Salió al pasillo unos minutos después, metiéndose la camisa por dentro de los pantalones, mientras observaba a su alrededor. Los suelos estaban relucientes, la casa impecable. Irreconocible.
 Se encontró a Meg inclinada, frotando la encimera de la cocina. Sonrió, pero cuando ella se giró, descubrió que algo no iba bien.
 Los ojos de la chica estaban rojos, a pesar de que ella intentaba disimularlo. Al contrario que Zayn, parecía triste.
 -¿Qué pasa, princesa?- preguntó él, acercándose hasta la chica. Ella ahogó una mueca y se apartó sutilmente de él, dejándole con los brazos vacíos y a cara desencajada.
 -Esto, Zayn... Espero que no te importe, pero necesito que te marches ahora mismo.- dijo ella, sin apartar la mirada del brillante suelo.
 La expresión del chico era un poema.
 -¿Cómo?
 -Es que, verás, tengo muchas cosas que hacer, por la mañana voy a estar totalmente liada, quiero limpiar a fondo el piso...
 -Pero eso puedes hacerlo cualquier otro día. ¡O te puedo ayudar!
 La chica le miró con reproche, mientras se quitaba los guantes.
 -Por favor, Zayn. No me hagas decirte lo que de verdad pienso.
 -¿De qué hablas? ¿Qué ha pasado?- Zayn no entendía nada. ¿Qué mosquito le había picado esa noche?
  Ella no contestó. Se giró de nuevo y continuó frotando la encimera, esta vez con furia.
 -¡Meg! ¿Qué ocurre?
 -¡Zayn, te he dicho que te vayas! ¡No sé qué es lo que quieres!- exclamó ella, sin dejar de fregar.
 -¡Pues una explicación estaría bien! ¿¡Qué he hecho!? ¡Ayer no estabas así!
 Meg le miró con las cejas arqueadas, de brazos cruzados.
 -Ayer, por si no te diste cuenta, estaba borracha.
 Zayn abrió los ojos desmesuradamente.
 -¡Eso no es cierto!
 -¿¡Cómo que no!? ¡Estaba borracha, Zayn!
 -No bebiste tanto.
  -No me conoces lo suficiente como para saber cómo me afecta el alcohol. Escucha; ayer estaba borracha. Fue un error. No debería haberme acostado contigo. ¡No sabía que era eso lo que buscabas cuando me pediste una cita!
  Zayn metió las manos en los bolsillos, mirándose la punta de los zapatos.
 -¿Y qué era lo que buscaba, según tú?
 -Sexo.
 El chico giró la cabeza, como si le hubiesen dado un bofetón.
 -Ya. Sexo. Si eso fue todo lo que significó para ti, entonces lo mejor sera que te haga caso y me vaya.-Dijo él, girándose y caminando hacia la puerta. Volvió a mirar hacia la chica justo antes de salir, pero ella estaba fregando de nuevo.
 Zayn salió de la casa dando un portazo.
 Decididamente, prefería el bofetón.


 Meg observó desde la ventana como el chico se alejaba, caminando, y se perdía por las calles de Notting Hill.
 -¡MIERDA, MIERDA, MIERDA!-gritó, tirando los guantes al suelo y corriendo hacia el baño.- ¡SOY ESTÚPIDA!
 Se miró al espejo, intentando calmarse y respirar hondo. Tenía las mejillas coloradas, y las lágrimas resbalaban por sus mejillas dejando un rastro húmedo.
 -Cálmate.- dijo, después de unos minutos.- Era lo mejor que podías hacer.
 Deshizo sus pasos hasta el salón y recogió los guantes, secándose la cara con la manga del jersey.

 Por suerte, el mensaje de Louis pilló a Zayn justo a la mitad del recorrido, así que no tardó mucho en acercarse hasta allí. No estaba seguro de lo que podría necesitar su amigo, pero esperaba que hubiese llamado a Harry. Sentía que el rencor del chico estaba empezando a desaparecer.
 Intentó secarse las mejillas lo mejor que pudo antes de girar la esquina hasta el portal de Louis. Respiró hondo tres veces; le iba a doler, pero tenía que saber fingir. Y empezar a recuperarse de nuevo.
 Sabía que lo de Meg era una pura justicia divina, pero eso no quitaba que dejase de desgarrarle por dentro cada vez que recordaba las palabras de la chica.
 Sonrió cuando, al girar la esquina, descubrió a Harry en frente del portal, observando los botones del timbre con gesto pensativo.
 -Buenos días.- le saludó.
 -Gracias a Dios, Zayn. Nunca me acuerdo de cual es su piso, y ya sabes como se enfada cada vez que se lo pregunto. "No piensas en mí lo suficiente, yo me sé tu dirección, blah blah blah..."- dijo el chico, sonriéndole al recién llegado.
 -Bueno, quizás tenga parte de razón.
 -¡Pero yo soy malísimo recordando números!
 -No le quieres lo suficiente...
 Los dos entraron juntos en el ascensor del vestíbulo, riendo.
 -Y, bueno, ¿qué tal lo llevas?- le preguntó Zayn.
 -¿El qué?
 -Lo de Taylor. Debes de estar pasándolo fatal...
 -Bueno, peor ella que yo, me supongo.- dijo Harry, mirando incómodo hacia la pared de espejo del ascensor
 -Hombre, lo dudo, fuiste tú el engañado...- dijo Zayn, encogiéndose de hombros.
 Harry se giró de golpe, mirándole con el ceño fruncido.
 -¿Qué dices, Zayn?
 -¿Cómo que qué digo? ¿No viste el CD?
 -¡Pues claro que lo vi!
 -Entonces pudiste observar con atención como Taylor se lo pasaba en grande en Fin de Año...- continuó Zayn.
 Harry miró hacia el suelo, rascándose la cabeza.
 -Pues no. Espera. El CD que me diste, ¿no era un archivo de audio?
 -No.- negó Zayn.- Era un vídeo. Bastante mala calidad, pero un vídeo.
 -Ya.- dijo el chico.- ¿Te importaría mandármelo de nuevo esta tarde a mi correo? Quiero comprobar una cosa.
 -Sólo si me explicas de qué se trata.
 -Lo haré en cuanto me lo mandes.
 -Trato hecho.
 Los dos chicos se sonrieron, mientras las puertas del ascensor se abrían.
 Llamaron a la puerta.
 Diez minutos después, los dos desearían no haberlo hecho.

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