Louis se metió las manos en los bolsillos, balanceándose hacia delante y hacia atrás mientras esperaba a Liam en el portal de casa. El gorro gris que llevaba le protegía del frío de Londres, pero confiaba en que su amigo no tardase mucho más. Bajó la vista, mirándose las puntas de las gastadas Vans blancas; llegarían tarde.
En ese momento, Liam dobló la esquina de la calle, y le hizo señas a Louis para que le acercase. Este obedeció.
-¡Lo siento, pero no encontraba sitio para aparcar!-dijo el chico, guiándole hasta el coche, colocado en doble fila.
-Admítelo, saliste tarde de casa.
Liam bajó la cabeza, reprimiendo una sonrisa.
-Lo sabía. ¿Qué tal Danielle?
-Bien.
-Siento haberos arruinado la tarde. Deberías haberte quedado con ella, podía ir solo.
-¿Estas loco?- dijo Liam, metiendo primera.- No hay necesidad de que vayas solo al médico. Además, es una revisión rutinaria, serán diez minutos dentro... Danielle estaba dormida. No me necesitaba.
-Dormida, ¿eh? No me creo nada.
Liam rió, acelerando para adelantar al coche de delante.
-Ya estamos.- dijo después de unos minutos, aparcando delante del gran edificio pintado de blanco y azul. Louis sintió un escalofrío que le recorrió toda la espalda.
-No me gustan los hospitales. Nada.
-Pero, ¿por qué? Yo me pasé aquí bastante tiempo cuando era pequeño, no es tan malo.
Él se encogió de hombros.
-No sé. ¿Por qué le tienes miedo a las cucharas? CALLA.- exclamó cuando vio que Liam iba a contestar.- No lo se. No me gustan los hospitales.
Los dos chicos entraron en el recibidor del edificio, donde había un mostrador enorme con varias enfermeras. Liam se acercó hasta una de ellas, con su sonrisa más amable.
-Buenas tardes, ¡feliz San Valentín!- dijo. La mujer, bastante joven, se le quedó mirando con cara sorprendida durante unos minutos, antes de saber qué responder.
-Feliz San Valentín a usted también, supongo.
-Gracias. Estábamos buscando a la doctora Murray, tenemos cita con ella a las cuatro y media.
-La encontraran en la sexta planta, giren a la derecha, su consulta está allí.- les indicó la mujer, sonriendo. Le debía de haber caído bien el chico, lo cual era un alivio.
El comportamiento de Liam era bastante peculiar, y las reacciones de la gente solían variar dependiendo de la personalidad y el estado de ánimo de cada uno. Sin embargo, había dos contestaciones que se repetían frecuentemente; la de las personas a las que les gustaba su manera de ser, y las que pensaban que les estaba tomando el pelo y empezaban a gritarle.
-Muchísimas gracias. ¡Que pase un buen día!- dijo Liam, reuniéndose con Louis.
-A veces me das vergüenza ajena.- dijo él, dirigiéndose al ascensor.
-¿Por qué?
-Eres demasiado educado. ¿Se puede saber por qué le has deseado a esa chica un feliz San Valentin?
-¡Por que espero que lo tenga!
-¡Pero si no la conoces!-dijo el chico, entrando en el ascensor negando con la cabeza.
-¿Crees que tardarán mucho más?- preguntó Louis, dando golpecitos al suelo con la pierna.
-Ya deben de estar a punto de avisarnos. ¿Estás nervioso?
-Es que no sé por qué nos han llamado. La doctora no mencionó nada de ninguna revisión el día que vinimos...
-Bueno, seguramente se le olvidaría, no te preocupes.
-Pero sólo fue un ataque de pánico. ¡Nada más! No era tan grave.
Liam se encogió de hombros.
-Eso pienso yo, pero prefiero creer que sólo es una revisión, la verdad.
Louis suspiró, ocultándose la cabeza entre las manos.
-No me gustan los médicos...
-Tranquilízate, no solucionas nada poniéndote cardíaco, y como sigas así, puede darte otro ataque como la última vez.
-Lo sé, pero...
-A ver, respira profundamente...
-Tomilson, Louis.
-Es Tomlinson, señora.- dijo él, levantándose de un salto y acercándose hasta la sala. Liam lo siguió, dirigiéndole a la ofendida mujer una sonrisa de disculpa.
Dentro les esperaba la doctora Murray, que miró a Louis con expresión seria.
-Buenos días, chicos.
-Hola.- saludó Louis, hundiéndose en la silla de la consulta.
-Buenas tardes, doctora.- contestó Liam.- ¿qué ocurre? ¿es una revisión?
-Me temo que no.- dijo ella, cogiendo unos papeles.- Me gustará preguntarte algo, Louis, y espero que tu acompañante no se sienta ofendido. ¿Como se llama, por cierto?- dijo, dirigiéndose a Liam.
-Liam, Liam Payne.
-De acuerdo. Louis, ¿consideras a Liam de absoluta confianza?
Louis miró a la mujer, desconcertado. No sabía a qué venía esa pregunta justo en ese momento, y no sabía qué contestar.
-Lo digo porque eres famoso, y lo que voy a decir aquí no es muy probable que quieras que sea de dominio público.
-Sí, sí.- contestó él.- Es de absoluta confianza.
Por el rabillo del ojo observó como Liam se recostaba en la silla, más tranquilo.
-Bien. Bueno, te hemos llamado porque, como recordarás, a raíz del ataque de la pasada semana decidimos hacerte una radiografía para ver que todo estaba en orden.
-Si, me acuerdo.
-Pues, bien, hemos descubierto un bulto extraño en tu pulmón derecho.
El silencio se apoderó de toda la sala. La mujer dirigía su mirada a los dos chicos sentados en frente suya; el de la derecha, que se había puesto pálido y se agarraba fuertemente a la silla, y el de la izquierda, el afectado, que tenía la mirada perdida.
-¿Qué quiere decir "un bulto extraño"?- preguntó este último, sin dirigir la vista a nada en concreto.
-Bueno, por ahora, sin más pruebas, no podemos determinar lo que es; por eso te he llamado tan rápido. Vas a tener que quedarte ingresado para que te podamos hacer todas las pruebas pertinentes, y...
-Oh, vamos, usted sabe lo que es.- la interrumpió Louis.- sí, puede que en un caso entre un millón sea algo diferente, pero, ¿qué es lo que tengo que esperar que haya en mi pulmón, doctora Murray?
La mujer miró hacia los lados, encogiéndose de hombros.
-No es seguro, pero lo más probable es que sea un tumor.
Liam dio un respingo y se puso tenso en la silla.
Otra vez el maldito silencio.
-Bueno, si no os importa, necesito que me dé el aire.- dijo Louis, levantándose de la silla de un salto.- Tranquila, doctora Murray, volveré en un minuto para que me podáis hacer todas las pruebas pertinentes, pero tendrá que disculparme. Llorar en público me molesta especialmente.
Salió de la sala tranquilo, y llamó al ascensor. Entró y se miró al espejo.
-Bueno, Niall.- saludó al chico rubio que se había colocado al lado suya.- No hace falta que te aparezcas más, dentro de nada ya estaremos juntos.
El chico sonrió y desapareció.
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