domingo, 10 de febrero de 2013

Capítulo 16- Final de los Días Oscuros

 Zayn se desperezó, todavía con los ojos cerrados y sin salir de debajo de las sábanas. Esa vez no había bajado las persianas de su habitación; había superado aquella etapa recientemente y no quería tentarse.
 Los últimos días había intentado mantenerse ocupado. Había empaquetado todas las cosas de Perrie y las había bajado al trastero; no le gustaba nada encontrarse con pertenencias de su ex novia mientras andaba por casa.
 También había salido. Había quedado con Louis después de lo de la casa de Manchester; Liam le había chivado por Skype su incidente del otro día, y estaba preocupado. Puede que sólo hubiese sido un ataque  de pánico, pero también podía ser algo más.
 En cuanto a Harry, no había hablado con él desde la última vez que le había visto, pero como el resto de los londinenses, se había enterado, por medio de la prensa, de que él y Taylor habían roto definitivamente. Debía de haber escuchado el CD.
 ¿Cómo podría seguir con ella si había escuchado el CD?
 Al fin, Zayn decidió levantarse y darse una ducha, dejando atrás malos pensamientos.

 Media hora después, ya duchado, vestido y desayunando, Zayn se dio cuenta de que no tenía nada con lo que ocupar su día. Ya había visitado a su familia, había quedado con todo conocido cuyo número guardaba en su agenda, y Louis y Liam hoy iban al médico... ¿Qué se supone que iba a hacer?
 Zayn le echó un vistazo a la nevera, donde, colgado de un imán, estaba apuntado el número de Meg.
 El chico arqueó una ceja. ¿Por qué no intentarlo, al menos?
 Sin dejar la taza de café en la mesa, se acercó hasta la encimera de la cocina y cogió su móvil.


 Meg estaba sentada en el soportal de su casa, justo en la misma posición en la que había conocido a Zayn, días atrás. Había recibido su mensaje dos horas antes, mientras le daba de comer a su pez Florentine, y casi había visto su móvil en la pecera intentando contestarle.
 No podía ocultar que estaba un poco nerviosa. No había encontrado nada apropiado que ponerse, así que había ido hasta casa de su vecina Stacy, que era modelo, para que le prestase algo. Lo que no había contado era con la talla; ahora iba embutida en unos pantalones de cuero que, aunque preciosos, prácticamente no le dejaban respirar.
 Recordó con una sonrisa la reacción de su vecina al saber que pensaba ir a la cita con botas. ¡ESTAS LOCA, NO PUEDES MANCILLAR ESTOS PANTALONES DE HUGO BOSS CON UNAS BOTAS DE FIELTRO! había gritado. A Meg le dio un poco de miedo, pues su cara angelical y bella se había convertido en la encarnación de Satanás rubio, así que accedió a ponerse unos botines de tacón negros, con la condición de que no fuesen demasiado altos.
 Lo que Stacy no había podido cambiar, a pesar de sus amenazas, era su jersey blanco, de lana gorda. Era suave y calentito, y con el frío que hacía, Meg no tenía ninguna intención de quitárselo, a pesar de que no combinase.
 Pero en ese momento, sentada en el escalón y taconeando con el pie derecho, no estaba segura de que hubiese sido una buena idea. Al fin y al cabo, él estaba acostumbrado a salir con modelos perfectas que lo combinaban todo a la perfección... Bueno, ahora lo único que podía hacer era rezar a los astros para que no le gustase mucho pasear, pues esos zapatos no estaban hechos para largas caminatas.
 El gorro de lana beige que llevaba le era un poco grande, y se le caía en la frente tapándole los ojos. Meg miró el reloj; sólo llevaba sentada diez minutos, pero le habían parecido horas.
 -Buenas tardes.- escuchó una voz a su lado. Intentó subirse el gorro rápido para ver quien era, pero los nervios le jugaron una mala pasada, y tiró demasiado fuerte de el. Este se escurrió hacia atrás, cayendo en el sucio suelo de la calle. Meg lo cogió rápidamente, sacudiéndolo y rogando para que no se hubiese manchado.
 -Deberías tener más cuidado, son difíciles de lavar.- comentó su acompañante, y Meg giró la cabeza, sorprendida; se había olvidado de él.
 A su lado Zayn reía, divertido, mientras Meg miraba horrorizada la mancha negra que había en la parte superior de su gorro, antes impoluto.
 -Mierda, ¡se me ha manchado!
 -Casi no se nota. Déjame ver...- dijo él, quitándole el gorro a Meg. Esta se dedicó a observarle; desde la última vez que le había visto, se le notaba más animado. Sus ojeras casi habían desaparecido, y ahora sonreía. El pelo estaba húmedo y despeinado, y la barba había comenzado a crecer. La mirada de Zayn se cruzó con la suya en mitad de su análisis facial, y ella desvió la vista, avergonzada.
 -Toma, no es nada.- dijo él, devolviéndole el gorro.- Casi no se ve.
 Meg le sonrió, colocándoselo de nuevo.
 -¿Vamos?- dijo el chico, levantándose y ofreciéndole una mano.
 -¿A dónde?
 -Pues me imagino que no habrás comido, pensaba invitarte...- él se giró, preocupado.- ¿has comido?
  Meg sacudió la cabeza.
 -Menos mal, porque yo no y tengo hambre. Vamos.
 -¿Está muy lejos?
 -No demasiado.
 Meg soltó un suspiro y se levantó, agarrándose a la mano del chico. Pasó por delante suya, no sin antes observar la mirada furtiva que él lanzó a sus pantalones cuando se dio la vuelta.


 -Oye, es mi impresión, o es un sitio un poco... ¿elegante?- preguntó Meg al sentarse, mirando hacia los lados. Los demás clientes del restaurante iban arregladísimos, la mesa estaba puesta con una cantidad indecente de cubiertos y platos, tres copas entre las que no había la más mínima diferencia y un ramo de flores que no le dejaba ver la mitad de la cara de Zayn. Meg cogió este último y, disimuladamente, lo colocó en la mesa de al lado.
 -Es posible, pero me tienen enchufe y era más fácil conseguir mesa.- le contestó él, mirándola con una ceja arqueada.- No hace falta que uses todos los cubiertos, yo solo utilizo los primeros, que son los normales.
 -Oh.- soltó ella, mirando hacia su plato, sin intentar ocultar una mueca.- Me esperaba una escena más a lo Pretty Woman, donde Richard Gere le explica a Julia Roberts cual es la función de cada cubierto, pero veo que va a ser al revés...- Señaló el cuchillo que tenía en la mano.- Este es para el pescado. Es plano, ¿lo ves? El cuchillo normal es el de la ensalada, y el que es igual, pero más grande, es el de la carne. Y, bueno, los pequeñitos del todo son para el postre.-Miró a Zayn, que tenía los ojos desmesuradamente abiertos.
 -¿Cómo sabes todo eso?
 Meg se encogió de hombros.
 -Bueno, aparte de mi afición a las películas románticas, mi padre era congresista, tengo ido a muchas reuniones elegantes.
 -Vaya.- dijo este, colocando de nuevo los cuchillos.- Es algo que olvidaste mencionar el otro día.
 -Bueno, sé que soy bastante habladora, pero no lo cuento todo en la primera cita, eso quitaría misterio.
  Zayn miró hacia el plato, conteniendo una carcajada. Cuanta razón tenía...


 -¡Dios mío, no puedo más!- exclamó Meg en medio de la calle, sentándose en un banco mientras lloriqueaba de dolor. Prácticamente no habían caminado nada, pero los pies la estaban matando. A su lado, Zayn la miraba, interrogante.
 Sin pensárselo dos veces se quitó los tacones, y se frotó los doloridos pies.
 -Pero si casi no hemos...
 -¡Lo sé, pero estas cosas no son mías y no estoy acostumbrada!
 Zayn se sentó al lado suya mientras la chica gruñía, todavía frotándose los pies.
 -¿No son tuyos los zapatos? ¿Y de quién son?
 -De mi vecina Stacy, se los pedí prestados...
 -¿Le pediste unos zapatos de tacón para salir conmigo?
 Meg le miró, horrorizada. La sonrisa del chico delataba lo bien que se lo estaba pasando con la situación, pero ella no podía estar más roja en ese momento.
 -Eh... No, que va. Ya los tenía de antes.
 Por supuesto, no había sonado para nada creíble.
 -Vamos, ya casi no queda nada, no te pongas los zapatos.- dijo Zayn ayudándola a levantar, todavía sonriendo maliciosamente.
 Caminaron en silencio los pocos metros que quedaban hasta el soportal de Meg. Ella no sabía qué más decir, en ese momento no se encontraba en situación de hacer ningún comentario. Y él seguía sonriendo malvadamente.
 Llegaron hasta la puerta del portal, y Meg rebuscó en el bolso hasta encontrar las llaves. Abrió la puerta y miró a Zayn, que tenía las manos en los bolsillos y le miraba, expectante.
 -¿Puedo pasar?- preguntó, al final, con mirada inocente.
 Meg miró al chico, y luego a la puerta, indecisa. No sabía si esa era una buena idea.
 -No sé si hoy es el día más indicado, quizás otro...
 No le dio tiempo a añadir ninguna otra excusa, pues Zayn se acercó hasta ella de un salto y, rodeándola con los brazos, la besó.
 Al principio, Meg no pudo evitar abrir los ojos, asustada. Sin embargo, recordó a su amiga Stacy, que siempre decía "Bruno Mars es un hombre muy sabio, ademas de sexy. Una chica con los ojos abiertos durante un beso no es de fiar" así que los cerró y rodeo la cintura del chico.
 Antes de que él pudiese hacer nada más, le arrastró hasta dentro del portal, cerrando la puerta de una patada detrás suya.

No hay comentarios :

Publicar un comentario